8 de noviembre de 2003

COLOMBIA: CRUZANDO EL RIO MAGDALENA HASTA SANTA CRUZ DE MOMPOX



Son ocho horas de trayecto para llegar a Santa Cruz de Mompox desde Cartagena de Indias. Cogemos un taxi para la estación de autobuses, desde aquí seguimos un trayecto que nos llevará hasta el embarcadero. Esperamos una hora más para que autobuses y camiones de mercancías se coloquen en el ferry. Este es el único medio que sirve para llegar a Mompox pues hay que cruzar el río Magdalena.




Vamos acompañados con un regimiento de soldados que se encuentran haciendo el servicio militar y van todos con sus fusiles y vestidos con el típico traje de camuflaje. Son muy guapos todos y acceden a hacerse una foto conmigo.
 




Nada mas llegar a Santa Cruz , nos damos cuenta que por la calle principal hay un pequeño desfile de carnaval de niños. En esta época todo el caribe celebra el Carnaval en Colombia. Niñitas de hasta dos años van en pequeñas carrozas todos disfrazados y maquillados como como mujeres adultas. Los niños también están presentes en el desfile pues desde bien chiquitos les aficionan a estas fiestas.




Nos alojamos en el Hostal de Doña Manuela, una gran casa colonial de diversos patios con hamacas, mecedoras de madera y con una pequeña piscina. Mompox es Patrimonio de la Humanidad desde hace unos pocos años. El lugar aun no está demasiado explotado por el turismo.




Nuestro guía se llama Rony, un joven que conocimos paseando por la calle y nos ofreció sus servicios.Desde hace cuatro años ejerce su profesión en la misma ciudad. Subimos a los campanarios para así poder apreciar desde lo alto la panorámica de la ciudad y la magnitud del río Magdalena.




Visitamos las iglesias y la Universidad. Es sábado pero dan clases asi que entramos en una de ellas donde están realizando una pausa. Nos presentamos al profesor. En la clase se forma un revuelo. Son gente joven y curiosa. Mientras hago fotos, Francisco conversa con los alumnos. Alguno de llos nos dicen medio en broma, medio en serio que les llevemos a España.





Visitamos las casas señoriales. Muchas de ellas se encuentran en buen estado, algunas de ellas en ruinas. Nos permiten entrar en las casas y sus habitantes se presentan sin más orgullosos de enseñar sus casas. La mayor parte de la familia hace vida en el patio principal, ya sea cosiendo, leyendo o conversando en las hamacas y mecedoras. Las habitaciones rodean los patios centrales y estos se encuentran repletos de árboles y plantas. Los niños nos sonrien y saludan, juegan entre ellos y nos gastan bromas, se dejan hacer fotos fácilmente acompañados de sus amigos del colegio, da la sensación que se encuentran felices.





Rony nos lleva a la casa de Nelson Piñeiro, un viejete que participó en la película dirigida por Francesco Rossi “Crónica de una muerte anunciada”basada en la novela de Gabriel García Marquez y protagonizada por Ornella Mutti y Anthony Delon.La historia transcurre gran parte en Mompox. El actor colombiano nos enseña la foto del rodaje todo orgulloso, cuando lo vistieron para hacer de obispo. Pero pronto es solicitado por un pequeño grupo de estudiantes para hacerse la foto junto a él.




Finalmente nos acercamos a un hospicio restaurado para albergar los viejecitos más pobres que no tienen recursos. Se encuentra ubicado en una gran casa colonial.Por respeto prefiero no hacer fotos. Nos enseñan la cocina y la comida que hacen para ellos, nos hacen pasar a las habitaciones. Los viejitos se nos acercan, están en el gran patio rodeados de árboles frutales. Una de las señoras me coge de la mano y no me suelta. Un ciego nos lee el futuro. Otro nos explica sus problemas, incluso una mujer nos pide dinero. También hay una española que nos da besos y abrazos como si fuéramos familia suya. Es de Denia, Alicante y lleva muchos años en Colombia. La verdad es que impresiona. Tienen médico y están limpios y bien atendidos.




Por la tarde nos encontramos un local con la música a tope. Nos acercamos y está casi vacío. Dentro se encuentra una señora con sus dos hijas y una nieta. Nos explican su vida invitándonos a tomar algo. Nos ofrecen cerveza y charlamos con las hijas. Las chicas son dos bellezas colombianas. La joven mamá mientras de de comer a su hija nos dice que si nosotros no tenemos hijos que nos la ofrece para que nos la llevemos a España... nos había explicado una de tantas historias que te explican en Colombia así que no nos extrañó que se sintiera agobiada... Quería olvidar su pasado,marcharse a otro lugar sin su hija y empezar una nueva vida... ¡yo sabía que lo estaba diciendo en serio!

10 de abril de 2003

LAOS: UN MASAJE ANCESTRAL EN LUANG PRABANG



Por la tarde decidimos ir al Hospital de la Cruz Roja de Luang Prabang para disfrutar de un masaje tradicional de hierbas. Nada más entrar, es primordial descalzarse y dejar los zapatos en la entrada. Una profesional se me acerca, me coge de la mano y me lleva a una pequeña habitación. Aunque más bien el lugar parece un cuchitril, me dejo llevar por la buena mujer. Me dice en su incipiente inglés que me desnude de arriba abajo.…


En el habitáculo, hay una minúscula colchoneta de espuma en el suelo, me coloco hacia abajo, ella me tapa las nalgas con una pequeña toalla y empieza a untarme con una especie de ungüento aceitoso con aroma a hierbas para facilitar el masaje. Diría yo que este es una mezcla del masaje tradicional tailandés que resulta también muy efectivo, relajándome al instante.

Antes converso un poco con ella para interesarme por su oficio. Las masajistas que se encuentran aquí son unas auténticas profesionales y ocupan cuatro años de estudio para poder ejercer este trabajo.


Es una delicia dejarse hacer durante una hora, que te masajeen el cuerpo y abandonar la mente por unos instantes. Me quedo callada y al cerrar los ojos, me concentro en el proceso, me va tocando todas las zonas y puntos sensibles. 

Ahora la masajista me hace ademán para que me de la vuelta boca arriba. Pasa el tiempo sin darme cuenta, ya más relajada clavo la mirada en las aspas del ventilador que dan vueltas lentamente bajo el techo inclinado de vigas de madera. Me siento abandonada al placer. Afuera rompe a llover.

Y es en este momento cuando mis pensamientos comienzan a ser más sensuales... quizás es debido al calor de la sala... El relax que siento me activa la imaginación que transita por mi mente sin detenimiento, descendiendo por un torrente de sueños eróticos sin límites…

Continúa lloviendo fuera y me concentro en el sonido del agua que insistentemente golpea los muros con furia. Me sumerjo como si me encontrara en un túnel de placer y a decir verdad, mi mente me transmite que no me importaría en absoluto que la masajista siguiera más allá…


Al finalizar el masaje, colmada de deseos y de sensualidad en silencio, despierto del trance que me devuelve a la realidad abriendo los ojos y viendo en primer plano la cara de la masajista que me dice que ya puedo vestirme.

En la gran sala hay más gente local haciendo sauna, los hombres se encuentran ataviados con el sarong que les cubre sus delgadas piernas y las mujeres sorprendidas en su intimidad me dan la bienvenida asintiendo y dejando un lugar libre para sentarme. Junto a ellas intercambio impresiones y sonrisas en medio del vapor.


Antes de marchar de la sala doy las gracias en laosiano a la masajista de la sonrisa perpetua. Me visto y salgo flotando, me coloco el calzado y espero a que mi pareja salga. Junto a la sauna hay una zona para descansar y tomar algo caliente. No hay nada más relajante que un te de hierbas después de finalizar la sesión.


Me despido de la masajista con mi mejor sonrisa. Si adivinara ella todo lo que se me pasó por la cabeza unos momentos antes, sentiría vergüenza…