26 de junio de 2023

TURQUÍA : EL MONASTERIO DE SUMELA


Hoy hicimos la excursión hacia el Monasterio de Sumela. Íbamos con un grupo organizado de veinte personas.

 


Nuestra guía se llamaba Amina, era de Irak, concretamente de Mosul. Era muy simpática y tenía ganas de aprender idiomas. 



Hablaba turco, árabe e inglés y al saber que éramos de Barcelona nos dijo que tenía ganas de conocer la ciudad pues había visto muchos reportajes y documentales sobre Barcelona.



Le confesamos que a nosotros también nos gustaría conocer Irak y nos dijo que ahora estaba todo tranquilo y muy bonito (al preguntarle por la ciudad de Mosul que fue uno de los epicentros de conflictos).




Después de poco más de una hora de trayecto, nos acercamos a las Karaca Caves, un lugar precioso de montaña pagamos 40 liras turcas por persona para entrar en la cuevas. 



Estaba súper bien acondicionada pues el recorrido era fácil, a través de unas pasarelas de madera y podíamos ver de cerca todas las estalactitas y estalagmitas.



Uno los pasajeros que venía con nosotros era una chica que iba vestida con alegres colores y se acercó pues quería hacerse una foto con nosotros.

 


Ella era de Aleppo. También venía una chica tunecina, un kurdo iraquí y una pareja de albaneses, el resto eran casi todos turcos.



Pasamos por el pueblo de Toul donde fuimos a un mirador para ver toda la panorámica de la montaña. Había un puente con un fondo transparente. Las vistas eran espectaculares.


Proseguimos el viaje para ir a comer a un pueblo de montaña con unas lindas casitas de madera llamado Hansiköy. 



Nos dirigimos a una de las mesas de la terraza del restaurante con vistas de abetos y un paisaje verde intenso.



Pedimos una sopa de lentejas y unas mini hamburguesas al plato y dos aguas. Después paseamos por las colinas con casas fabricadas en madera. Era un lugar de veraneo. Las casas miraban hacia la montaña y los pinos. 



Justo al lado del restaurante también había un Café para fumar narguile y una zona de recreo para niños y dos cisternas de agua redondas que parecían más bien dos piscinas, para la gente que vivía allí. 



Era un sitio bucólico digno de la casa del abuelo de Heidi de las montañas suizas. Más tarde nos llevaron a ver otra panorámica del pueblo de Hamziköy.



Finalmente llegamos al Monasterio de Sumela atravesando altas montañas llenas de neblina. 



Parecía un viaje al más allá pero pronto se rompió el encanto pues enseguida nos encontramos con una caravana para poder entrar al parque.



La guía nos dijo que mejor era que le diéramos el dinero de la entrada del monasterio que ella se adelantaría a comprarlo y solo tendríamos que pagar el bus que te lleva hasta el inicio del parque. 



Pagamos el ticket de 27 liras turcas más los 300 que cuesta la entrada del monasterio, la más cara de todos los lugares visitados en Turquía. 




Subimos al autobús que nos llevó por un trayecto de 4km por una estrecha carretera con neblina.




Hicimos después el trayecto andando por el bosque a través de unas escaleras y alguna subida. Íbamos en fila pues por el mismo camino la gente también bajaba. Era agobiante ir por un sendero lleno de gente.



Llegamos a la entrada y había cola de gente para entrar pero nosotros como ya teníamos la entrada comprada con antelación por nuestra guía pudimos pasar directamente.




Parece mentira que no restrinjan la entrada a este monasterio, además gran parte de los frescos del interior se encontraba en un estado deplorable, la restauración ha sido penosa. De todas formas, el lugar donde se ubicaba era magnífico.



El Monasterio de Sumela es un monasterio georgiano ortodoxo, fundado en el año 369 D.C y situado en un acantilado a 1200 metros s.n.m.y . Se encuentra en el Parque Nacional de Altindere.


25 de junio de 2023

TURQUÍA : LLEGADA A TRABZON

 

El trayecto hacia Trabzon (Trebisonda) nos llevaba a través de suaves colinas y diversos túneles, uno de ellos medía hasta 14 km y fue inaugurado en el año 2020.



Había rebaños de corderos e iban pastando por las praderas. Bajamos la montaña desde 1890 metros s.n.m. hasta Trabzon donde por fin pudimos ver el mar Negro, después de más de tres semanas de viaje.



Después de alojarnos en el Otel Horon, fuimos a ver la iglesia de Santa Sofía, o Ayasofia Camii, en las afueras de la ciudad.




Se construyó en el siglo XIII como iglesia, aunque luego en el siglo XV se convirtió en mezquita. En siglos posteriores también fue utilizada como arsenal e incluso como hospital.

 



Tras ser restaurada en 1960 fue utilizada como museo, conservando la inicial influencia georgiana y selyúcida del edificio, así como los murales cristianos. 



Sin embargo en 2013 nuevamente fue convertida en mezquita (de ahí el nombre de Camii) lo que conllevó tapar los frescos de la bóveda acorde con la norma islámica que impide las representaciones de animales y humanos en el interior de las mezquitas.



Nos dejaron verla con un tiempo limitado pues había mucha afluencia de turismo y volvimos hacia Trabzón para ver el resto de la ciudad.




El bazar de la ciudad se encontraba alrededor de la Çarçı Camii. Sus calles estaban llenas de tiendas y de gente y se podía encontrar de todo. 




Subimos al último piso del bazar cerrado, donde había una bonita cafetería de ambiente otomano.




Vimos la zona comercial y la plaza (Meydán) también llamado Ataturk Alani. 



En esta plaza se encontraba el ayuntamiento y una estatua del famoso Ataturk en cobre. 




La infinidad de cafés invitaban a sentarse, tomar el té y ver pasar la vida.



Ya estaba anocheciendo y los cafés estaban muy animados. La plaza estaba iluminada y las fuentes creaban un ambiente muy agradable.



Cambiamos dinero en una casa de cambio y nos daban por €100 2700 liras turcas.




Cenamos en el restaurante 100 miluska te lo recomendaba la guía lonely Planet pero había mucho ruido punto nos subieron a la planta de arriba pedimos una pizza local y baklava de almendra.



Al día siguiente nos esperaba la excursión al Monasterio de Sumela y alrededores.


24 de junio de 2023

TURQUÍA : LAS MADRASAS DE ERZURUM

 

El trayecto en autobús hacia Erzurum fue a través de montañas y valles. Es quizás uno de los paisajes más bonitos que hemos visto en toda Turquía.



Le llamaban los Valles Georgianos porque antes pertenecieron a Georgia. Finalmente llegamos casi a las 16 h, incluso pararon 30 minutos para comer cuando quedaban 25 km para llegar a Erzurum.



En el autobús conocimos a una pareja de Turkmenistán, ella se llamaba Susana, no tenía ni idea de inglés pero él se llamaba Baghrat y era estudiante de Veterinaria en Estambul. Se especializaba en animales domésticos y nos decía que le encantaba Mardin. 



Nos preguntaba la ruta que habíamos hecho y si habíamos visto las ruinas de Ani, tenía 28 años y decía que para ir a su país se necesitaba un permiso y visado para tan sólo visitarlo por una semana. Le dijimos que nos gustaría ir a su país en un futuro.



Una vez llegamos al Erzurum, les deseamos buen viaje a Estambul y nos cogimos un taxi para el hotel Zade. Como llegamos un poco tarde, no sabíamos si podríamos ver lo más interesante en la ciudad.



Erzurum era una bonita ciudad rodeada de imponentes montañas de la Anatolia Oriental y fue un importante enclave de la Ruta de la Seda.



Parece que hubo suerte y hasta las 19 horas no cerraban. La Madrasa Yakutiye  se ha convertido en el Museo Etnográfico. Tenía un alminar con mosaicos de azulejos semejantes a los de Asia central. 



Era preciosa y en el interior había robustos arcos de piedra dignos de admirar. 



Para entrar en cada sección del museo había que agacharse por las pequeñas puertas de piedra. 




En cada sección habia pequeñas exposiciones monogràficas y material etnográfico y arqueológico expuesto.




Seguimos caminando pasando el castillo y nos adentramos en la Madrasa Çifte Minareli, o la Madrasa de los minaretes gemelos, construida en el 1310, la época de los turcos selyúcidas. 



Considerada el monumento más importante de la ciudad, dispone de dos alminares de ladrillo estriados y alicatados en azul. 



En su interior había una gran sala rectangular al descubierto y en sus laterales de exhibían una colección de manuscritos y mapas antiguos. 




También se hacía llamar Madrasa Hatuniye porque se cree que fue construida por Hundi Hatun, la hija del Sultán selyúcida Alaaddin Keykubat. 



Había más mezquitas y hammans esparcidas por la ciudad.



Paseamos junto a las murallas del castillo donde había un parque. La gente se sentaba a charlar o simplemente paseaba con la familia. El castillo se encontraba muy restaurado y no nos apetecía entrar. A destacar, la torre del reloj.



Ya empezaba a refrescar pues las montañas de alrededor traían el aire frío y Erzurum se encontraba a 1890 metros s.n.m., así que nos fuimos a cenar a un lugar espectacular , el Erzurum Evleni. 



Era un restaurante que unía 3 casas otomanas de hace 300 años, apiñadas entre ellas y convertidas en salas para degustar la gastronomía local.



Era el restaurante más bonito de nuestro viaje, un lugar que te transportaba a las 1001 noches. Como era tan espectacular con todo tipo de antigüedades y abalorios, los que sólo entraban para verlo les cobraban entrada por hacer fotos.




Elegimos nuestra mesa situada en el suelo justo al lado de una antigua chimenea con cocina. Pedimos dos sopas una de yogur y otra de fideos y un Tandil Kebsb para compartir, de postre una baklava. 




Con música de fondo el lugar era inmejorable, incluso los camareros eran muy eficientes descalzándose cada vez que venían para traernos los platos. Todo el suelo estaba decorado de alfombras y había que descalzarse para no pasarlas. 



El encargado constantemente venía preguntando si todo estaba bien. Fue una velada inolvidable para cerrar el broche de oro del día.