18 de noviembre de 2023

BENÍN : LA RUTA DE LOS ESCLAVOS EN OUIDAH


Fundada probablemente en el siglo XIV, la ciudad creció gracias al floreciente comercio de esclavos, capturados de pueblos rivales del interior, con los que sus reyes mercadeaban con los europeos.



Teníamos ganas de visitar esta bella ciudad, así que cogimos una moto para acercarnos al centro. Los ingleses, portugueses, franceses construyeron fortalezas para proteger los intereses del tráfico de esclavos. 



Atravesamos el Lago de Ulla dónde había algún pescador con su barca.



En Ouidah aún se preservan edificios coloniales que le da un encanto especial a la ciudad . Habia casas de colores rojizas, ocres y se mantienen todavía las aceras , que ya es mucho en África.



Visitamos la plaza Chacha, que es el inicio de la ruta de los esclavos y que llega hasta nuestro alojamiento, ubicado en la playa y que actualmente están asfaltando. 



Es aquí donde nos dejan con los fem (motos) e iniciamos la ruta a pie comenzando por la majestuosa mezquita de color tierra.



A continuación caminamos hasta la basílica de Notre Dame o de la Inmaculada Concepción. 



Justo enfrente se ubicaba el Templo del Pitón. Cada entrada son 1000 CFA. 



En su interior vimos varias fotos de famosos que visitaron el templo como el Che Guevara que estuvo en el año 1965, después de conocer Mali, Congo, Guinea, Ghana, Dahomey, Tanzania, Egipto, Argelia y China, volviendo unos meses después hacia Cuba.



Una guía nos explicó las características de la divinidad Dan, representada por la serpiente pitón.




Nos adentramos en el templo donde había varias serpientes descansando y nos dejan colocar alguna de ellas encima en el cuello.



Dicen que una vez al mes las sueltan al campo para que coman y los vecinos las devuelvan al templo.



Habia en el patio un árbol sagrado. 



Saliendo del templo paseamos por la ciudad y llegamos a la Oficina de Turismo, ubicado en el primer edificio colonial de la ciudad. 



Descansamos un poco en un bar porque el calor se hacía insoportable. También pasamos por la Casa de Brasil y el Centro Nacional de Arte y de Música.



Hicimos fotos a la gente que se prestaba a posar, era gente risueña que se encontraba realizando las tareas cotidianas en los patios interiores de sus casas. 



Incluso entramos en un taller de costura donde había gente trabajando o tiendas de productos alimenticios.



Seguimos caminando hasta el Centro Cultural John Smith que es en realidad La casa de la Memoria, donde había un exposición sobre la esclavitud a lo largo de la historia.




En el patio ajardinado había una colección de esculturas.



En una sala adjunta vimos a un pequeño grupo practicando una danza con la profesora dando instrucciones. 



Desde aquí salimos andando por la calle paralela a la que habíamos venido y llegamos a la Fundación Simpson.



Se encontraba justo detrás de la Catedral de Notre Dame. Nos quedamos un rato pues nos enamoramos de la casa colonial y entramos a tomar unas cervezas.



Volvimos caminando por las tranquilas calles de Ouidah y encontramos un pequeño mercado.





Llegamos hasta la playa y allí se encontrab un mapa con un memorial y la Puerta del No Retorno. 




Esta puerta fue construída en el año 2000 que recuerda el período de la esclavitud cuando las personas eran tratadas como mera mercancía. Aquí, en esta playa embarcaban a personas para no volver nunca más a África. 



Mañana ya salimos hacia Cotonou, nuestro último día de viaje en Benín.



17 de noviembre de 2023

BENÍN: LA CEREMONIA DEL ZANGBETO

 

Desde Grand Popó, asistimos a una ceremonia de vudú del Zangbeto, un ritual de celebración a los muertos para que su espíritu vaya tranquilo al cielo.



A los Zangbetos les llaman los vigilantes de la noche porque son como policías que rastrean en busca de ladrones y malhechores. Son protectores de la gente y lo que presenciamos hoy ha sido único.



Julien vino a buscarnos a eso de las 3:30 pm y caminamos con él unos 2 km a pleno sol por un precioso sendero de tierra roja, palmeras y manglar. Era un camino tranquilo, relajante, donde solo pasaban motos de vez en cuando.




Al llegar al poblado de Hounsoukové, vimos la desembocadura del Río Mono.



La gente iba llegando poco a poco y me entretuve mientras empezaba la fiesta a hacerles unas fotos a los allí presentes. Había unos niños que se encontraban sentados en una barca. Eran dos gemelos vestidos igual. 



Fotografié también a unas mujeres que iban ataviadas con vestimentas de vivos colores, a juego con sus pañuelos.



La plaza del pueblo era preciosa, había un árbol gigante justo en el centro y al lado una escultura, la protectora del pueblo. Había asientos de piedra para que los del pueblo presenciaran la ceremonia. Unos niños jugaban con la música, luego fueron sustituidos por los percusionistas de verdad.



Las mujeres comenzaban a bailar al ritmo de la música así que la fiesta se daba por empezada con mucha gente reunida en la plaza.



De pronto apareció el primer Zangbeto realizado con una especie rafia en colores verdes, naranjas y granates. 



Empezó a dar vueltas alrededor de la plaza a un ritmo trepidante, acompañado de un guía que con unos palos le iba indicando el camino para que no se saliera del recinto.



A veces había que apartarse para dejarlos pasar pues ellos no paraban, iban arrasando.



Julien nos comentó que él fue durante 30 años participante de los Zangbetos. Son sociedades secretas de vudú con adeptos, iniciados y sus jefes.


En un momento de la ceremonia y la insistencia persistente de los tambores, el líder espiritual rompió una botella de vidrio y la mezcló con polvo blanco machacándola. 



Se lo dió de comer al Zangbeto mientras bebía vino de palma y lo expulsaba hacia él para darle de comer y beber.



Estas ofrendas se hacían en honor a una mujer de 95 años del pueblo que acababa de fallecer y al realizar esta ceremonia, pasaba del purgatorio a estar libre en el cielo.



El guía espiritual se nos acercó (el que había machacado los cristales con el polvo) nos lo enseñó y se cogió un puñado tragándoselo.



Lo mejor vino cuando sacrificaron una gallina para ofrecerla al Zangbeto y en vivo y en directo la estranguló y le mordió en el cuello para extraerle la cabeza con su boca.



No me lo podía creer lo que estaba viendo, empezaba a desangrarse y éste lo colocó en un vaso. Se le ofreció al Zangbeto por debajo de sus faldas de rafia y al cabo de dos minutos esta gallina recién sacrificada, la devolvió recién cocinada y la ofrecieron a los allí presentes. Llevaban un hornillo dentro o fue realmente...¿magia? 




El punto culminante vino cuando levantaron el Zangbeto y allí dentro no había nadie. Eso significaba que el espíritu de la difunta ya había marchado, realmente era una ceremonia de vudú.



Finalmente el líder se dejaba atar por unas cuerdas y unas hojas y pasó por el público para pedir dinero etcétera.



También en una de las danzas, surgía un mini-Zangbeto del Zangbeto grande, el de los cuernos.



Las mujeres más a
nimadas se pegaron sus bailes sin parar moviendo sus caderas al ritmo enloquecido de los tambores.



Una fiesta funeraria que duró unas tres horas y que será difícil de olvidar por lo allí acontecido...

16 de noviembre de 2023

TOGO : EL MERCADO DE FETICHES DE LOMÉ

 

Desde Kpalimé cogimos un taxi-brousse que nos llevaba a la capital del país, Lomé. El camino era en línea recta y fácil, fuimos con más gente y nosotros íbamos delante con el conductor.



Una vez en Lomé la cosa se complicó: primero paramos en un lugar de reciclaje de vidrio (en la baca del coche había cuatro sacos gigantes de botellas de vidrio y lo tenían que descargar) ni siquiera nos dimos cuenta.



Después, una vez los pasajeros desalojaron el taxi- brousse, el buen hombre nos quiso llevar al Hotel Coco Beach. Fue una odisea poder llegar hasta allí pues nos encontramos con caravana y fuimos preguntando a la gente que resultó ser un error pues no era el sitio correcto. Volvimos a intentarlo, nos dijeron que el hotel estaba tocando hacia el puerto al final de todo y por fin llegamos.



El hotel se encontraba junto a la playa y su exterior era una zona muy agradable con un bar-restaurante hamacas, mesas y sillas, sombrillas y una piscina junto al mar. Otra cosa eran las habitaciones, algo espartanas pero con ventilación.



Nos tomamos por fin una cervecita para celebrar la llegada y por la tarde fuimos al Mercado de fetiches de Akodessewa.



El Mercado de fetiches en Lomé funciona desde el año 1963. Se encuentra a unos 4 km al norte del hotel donde estábamos alojados y en 20 minutos llegamos con un taxi.



En la entrada había un cartel que ponía "pagar antes de hacer la visita". Los precios indicaban 3000 CFA por 1 entrada más 2000 CFA por hacer fotos.



Nos adjudicaron un guía para explicarnos las propiedades curativas de cada animal. Si uno es sensible para ver animales muertos decapitados, este no es precisamente su lugar.




Vimos cabezas de guepardos, antílopes, babuinos, ratas, serpiente, pájaros, cocodrilos, manos y pieles de diferentes animales, cráneos, mandíbulas, todo en medio de un olor nauseabundo. 




Había infinidad de amuletos y talismanes, un completa colección del mundo vudú.



El mercado de fetiches es el más grande del mundo  era una gran plaza con los puestos ordenadamente colocados y había una especie de farmacia de venta de ungüentos y pócimas, además de las consultas de los chamanes y feticheros. 



Justo en medio de la plaza principal había esculturas de tres dioses: el del fuego, la fuerza y la fertilidad.



Había tiendas de máscaras y muñecos de madera para realizar vudú . Sólo los sacerdotes pueden realizar el vudú que es la versión “blanca” de la magia animasta.



Entramos en una caseta donde había un curandero de medicina tradicional. En realidad quien está es el hijo que es aprendiz del padre. 



La salita estaba llena de abalorios y muñecos, velas y otros objetos que daban un poco de yuyu. El guía nos ha seguía explicando que hay amuletos para los viajes para guardar la casa, para protegerte del mal o para el amor, para la viagra…etc.



Me coloqué un amuleto que tenía forma de collar para tener suerte. El fetichero me pedía unos 8000 CFA por una cuerda con un trozo de tela envuelta con una semilla y le dije que era carísimo, le ofrecí 1000 CFA y al final no llegamos a un acuerdo.



Dimos una vuelta final para ver las tiendas de máscaras pero no nos gustaron. Había unos muñecos con clavos que sí eran curiosos pero a la vez daban también algo de miedo.



Dimos por terminado el mercado de fetiches y al salir a la calle no había ningún taxi que nos llevara de vuelta. Nunca utilizamos tarjeta sim local, sólo nos conectamos cuando hay wifi en hoteles o restaurantes y hasta la fecha no ha sido necesario comprarla. 



Caminando un poco entramos en un hotel y le preguntamos a la recepcionista si nos podía llamar a un taxista.



Esperamos un rato y la chica enseguida nos dijo que el taxi ya llegaba. Le dimos las gracias y fuimos hacia el hotel a darnos un baño porque el calor era tremendo.