28 de mayo de 2024

TURQUÍA: EL CABALLO DE TROYA


La antigua ciudad de Troya donde tuvo lugar la famosa guerra, como se narra en la Ilíada de Homero, está a unos 35 km al sur de Çanakkale.



No importa cuál fue la verdadera razón de la guerra, como se dice en la leyenda atribuida al secuestro de la bella Helena; de hecho, fue la riqueza de Troya. 



Los aqueos, que no habían logrado capturar este botin al final de una guerra que duró diez años, finalmente lo lograron a través de un plan tortuoso.


 


Construyeron un caballo de madera en el que escondieron a sus propios guerreros y lo dejaron frente a la puerta de la ciudad. También navegaron en sus barcos más allá del mar.



A la mañana siguiente, todo era silencio. Cuando los troyanos se despertaron, vieron un caballo de madera, no barcos enemigos, frente a la puerta de la rampa. 



Después de un poco de vacilación, lo trajeron a la ciudad y celebraron la victoria. 




Cuando casi todo el mundo se había emborrachado y se había quedado dormido, los guerreros griegos salieron del caballo de madera, abrieron las puertas de la ciudad para sus propios guerreros, y Troya en llamas fue saqueada.



La película "Troya", una producción de Warner Bross, rompió el récord de taquilla cuando se estrenó por primera vez en 2004.



Brad Pitt desempeñó el papel principal del guerrero griego Aquiles. El caballo de madera utilizado en el film se encuentra hasta la fecha en exhibición en el Paseo Marítimo de Çanakkale desde el 13 de septiembre del 2004.




 

Visitamos Troya desde Çanakkale cogiendo un  dolmuṣ que llegaba en unos 40 minutos. 




Pagamos 35 eu por persona para ver el museo, (un cubículo enorme construído de aluminio y cemento enmedio del campo) y visitar las ruinas que se encontraban a unos 750 metros de allí. 



Desde luego mereció la pena visitarlos para hacerse una idea de la magnificencia de la ciudad y lo que allí aconteció hace más de 3000 años.




27 de mayo de 2024

TURQUÍA: BURSA, LA ANTIGUA CAPITAL OTOMANA

 

El centro histórico de Bursa contiene varios edificios de la época otomana que forman parte del Patrimonio de la Humanidad desde el 2014.



El hotel Cesmeli, donde nos alojábamos se encontraba a escasos minutos andando del Koza Han, un antiguo caravasar donde los pequeños comercios vendían seda de calidad.



Enmedio del patio había una pequeña mezquita y alrededor de esta, pequeños puestos de cafeterías con tacitas de cerámica expuestas donde servían café recién molido y alguna que otra tetería.




Desde la planta superior se veía una gran perspectiva de la montaña Uludag de 2543 mts de altura s.n.m. incluso se percibía algo de nieve a lo lejos.



Paseamos por innumerables bazares que se bifurcaban entre sí siendo el punto de unión peincipal el Bazar Kapali Çarsi. Nos gustó particularmente el Bedesten y el Eski Aynali Çarsi.



Pasamos por el Emir Han (antes había sido un hammam) reconvertido ahora en tiendas. 



Fuimos hacia Ulu Cami, la mezquita constrída en 1399  con más de 193 escritos en caligrafía islámica en su interior, además de 20 cúpulas.



Era sábado y la mezquita se encontraba a rebosar con niños corriendo arriba y abajo. Ni siquiera me pidieron cubrirme la cabeza con el pañuelo, algo incomprensible siendo Bursa una ciudad tan conservadora. 



Había una fuente redonda y un mihnrab bellamente decorado en madera. En el exterior se alzaban dos minaretes de casi 20 metros de altura.



Para descansar un poco del ajetreo  fuimos a beber unas limonadas al Feda Han, el Café más antiguo de la ciudad, iluminado con luces de colores.



Cenamos cerca del Bazar y probamos el típico Bursa Kebabi especial de la ciudad con carne de cordero, tomate, yogur y pimiento verde.



Al día día siguiente nos fuimos hacia las puertas de la Ciudadela donde había un mirador de la ciudad de Bursa y su centro histórico.  




En la Ciudadela se encontraba el barrio antiguo de Tophane, con bellas casas de madera y restos de la antigua muralla.

 



Fuimos bajando para coger un taxi que nos llevó al pie del teleférico. Una vez allí nos informaron del  precio y nos indicaron que sólo se podía acceder hasta Sarialan, ya que la estación de esquí permanecía cerrada por esta época. 



Pagamos 50 euros por persona ida y vuelta y nos hicieron pasar a un lounge para tomar lo que quisiéramos cafés, helados,  refrescos, chocolates y otro tanto a la vuelta.



El viaje de ida y vuelta (total 36 minutos) en teleférico era espectacular pues recorría una distancia de 4'5km en cada viaje. Desde el teleférico de Bursa de 236 mts. llegaba hasta los 1635 mts. a la estación de Sarialan.



Nos asombramos con las vistas sobre la ciudad y de sus montañas. Era el pulmón verde de la ciudad. Cuando llegamos arriba paseamos por uno de sus senderos.



Habían casas de madera para pasar los fines de semana o para vacaciones. Era una especie de camping con todos los servicios. 



Seguimos paseando pues el aire era fresco y puro y hacía un día estupendo. Más tarde nos sentamos en unos bancos de madera enmedio del bosque. Más allá se veía la  montaña nevada. 



A la vuelta con el teleférico hacía tanto viento que la cabina oscilaba y bajamos a menos velocidad. Una vez llegamos al lounge nos ofrecieron helados y agua.  



Salimos de allí  y bajamos unos 30 minutos caminandi hasta llegar a la Yeșil Cami ( la Mezquita Verde). 



Primero visitamos la tumba del quinto sultán otomano, Mehmet I Çelebi,  pintado el edificio en verde azulado y con bellos azulejos.



La Yeșil Cami terminó en 1422 de construirse y representa la influencia persa. Su fachada exterior es de mármol alrededor de su puerta principal. 



Cuando entramos nos sentimos trasladados a Isfahán, por la belleza de sus mosaicos y las filigranas dibujadas en sus cúpulas y el mihnrab central. Decoraban los suelos moquetas suaves al tacto de tonos azulados.





Ya caía la tarde y nos fuimos hacia el Koza Han a cenar y tomamos lahmacun un tipo de pizza oriental y café turco recién molido. Una gozada para el paladar.


25 de mayo de 2024

TURQUÍA: EN EL CORAZÓN OTOMANO DE ESTAMBUL

 

Nos despertamos de buena mañana y al correr las cortinas se divisaba una increíble estampa del Bósforo y la Torre Gálata de Estambul.



Hace casi veinte años que visitamos esta fascinante ciudad pero queríamos volver y conocerla más a fondo.  Nos alojamos por el barrio del Bazar y paseamos entre mezquitas, mercados y el bullicio de la gente.



A escasos minutos de nuestro hotel, ubicada en una de las siete colinas, se encontraba la Mezquita Soleiman. 



El edificio fue construido por Mimar Sinan en 1557,  siendo una de las mezquitas más antiguas de Estambul. El interior era austero pero con una cúpula espectacular. 



En otro recinto yacían las tumbas de los sultanes de la época, una de ellas la del Sultán Kanuni de 1566. 



Justo al lado se encontraban las tumbas de las mujeres (una de ellas la esposa de Soleimán llamada Roxelana).



Había un devoto rezando y leyendo el Corán en voz alta. Estos dos mausoleos se encontraban decorados con cerámicas de Izmir.



En los jardines había un cementerio de tumbas con inscripciones en turco antiguo. 



Desde los jardines habían unas vistas espectaculares del Bósforo y el barrio de la Torre Gálata.



Salimos y fuimos al encuentro del barrio de Molla Hüsrev con casas de madera y madrassas, además de un establecimiento típico de 1877 donde servían boza, una bebida de cebada fermentada y canela. 




Entramos para probarla, tenía un rico sabor y era espesa, se podía beber directamente o tomarla con una cucharita. Aquí se mezclaban algún turista que venía acompañado del guía y la gente local. 



Continuamos nuestro trayecto entrando por los jardines donde se encontraba la Mezquita de Șehzade Mehmet. 





En el recinto había una caja de delicias turcas de coco para los fieles. El interior se dividía en dos  secciones  (hombres y mujeres) para el rezo.



Conocimos a una iraní de Isfahan que nos quiso hacer una foto en una de las puertas de la mezquita. Llevaba 3 años viviendo en Estambul, así estaba a caballo entre Irán y Alemania, donde vivían sus hermanas y nos decía que el único problema de su país era única y exclusivamente el gobierno.

 


No podía estar más de acuerdo pues hace muchos años visitamos Irán y una cosa es los que gobiernan y otra la gente del país, en este caso los iraníes que conocimos nos parecieron personas excepcionales.



Cruzamos la carretera del parque llegando a la escultura de Mehmet el Conquistador y el edificio del parque de bomberos.




Rodeamos el acueducto de Valente del año 378 D.C. que antaño abastecía de agua a la ciudad y  comunicaba las dos colinas.



Pasamos bajo uno de sus arcos y allí se encontraba el Mercado de las Mujeres donde había también una mezquita y allí mismo en la calle se encontraban los fieles rezando. Apenas se podía pasar.



Hicimos una pequeña pausa en un Bahçesi de la Plaza Beyazit. El Erenler Café se encontraba en un edificio al aire libre y entre los aromas de los nargiles, tés y cafés se creaba una atmósfera exótica dando  la sensación de pararse el tiempo.




Dimos una vuelta por el Gran Bazar y después nos fuimos a comer en el restaurante Fasulyesi Ali-Babá donde servían un plato típico de alubias con guindilla y ensalada.




A última hora de la tarde paseamos por el Puente Galata viendo a los hombres con sus cañas pescando, alguna boda y las gaviotas revoloteando junto al mercado de pescado de la Torre Galata.



El piso inferior del puente se había reconvertido en restaurantes de mantel,  aún y así no le restaba encanto pues en el puerto aún se podían comer los Balik Elmek, bocadillos típicos de filetes de caballa. 



El sol se ponía sobre  la ciudad de Estambul y la luz del Cuerno de oro se iba tornando de matices anaranjados.