30 de agosto de 2024

ETNIAS DEL SUR DE ANGOLA III : LOS MUHILA Y MUCUBAL

Hoy hicimos la ruta saliendo desde Chibia y visitando los mercados cercanos a esta ciudad. En el mercado de Chibia abundaba las frutas y verduras, donde se preparaban comidas. 



También se elaboraba el funge, plato típico de Angola, donde dos mujeres iban introduciendo harina de yuca y agua dándole vueltas enérgicamente para formar una masa consistente y que sirve de acompañamiento a varios platos.



Adentrándonos en el mercado vimos mujeres de la etnia Muhila. Una adulta iba ataviada con multitud de collares en su cuello y con los pechos al descubierto. 



Cuando la vimos tan engalanada y con la cabeza cubierta de barro, alucinamos. A continuación aparecieron otras dos jovencitas de la misma etnia. Llevaban una base de barro alrededor de sus cuellos. Cuando llegan a la edad adulta se engalanan con  los collares cubriéndoles toda esa parte. 



Sus cabellos apenas se veían por el barro que les cubría en sus cabezas a modo de coletas. 




Vimos una pareja. Era un matrimonio de recién casados. Iban ataviados con túnica a rayas el y ella llevaba un vestido estampado y capelina azul cubriendo la cabeza.



Cerca se encontraban los puestos de carne donde había un cerdo entero colgado, cabezas y pezuñas cortadas de ternera. El pescado estaba secándose al sol. Una mujer freía en otro lado patatas y pinchos de pollo. Vimos un puesto donde vendían telas pintadas a la cera y a sastres cosiendo.







Pasaban unos jóvenes que iban con sacos de carbón. La gente local que venía de visita paseaba y les gustaba fotografiarse con nosotros. Conocimos allí a unos estudiantes de magisterio. Se volvieron locos al ver que iba a sacar un selfie para salir con todos ellos. 



Seguimos la ruta hacia Bibala y el mercado se encontraba en pleno apogeo. Había muchos puestos de fruta, pescado, frutos secos, pipas, cacahuetes y telas tribales. 



Uno de los hombres se acercó para decirnos que entráramos en uno de los puestos donde podíamos fotografiar a la gente de allí. 




Entramos y saludamos al personal que se encontraba descansando y tomando café. Había un señor con un sombrero de cawboy muy simpático y que accedió posar para fotografiarse.  



En otra zona vimos mujeres de la etnia macubal llevando una cuerda alrededor del pecho y con sus bebés en brazos.



Incluso alguna mamá quiso destetar a uno de sus hijos para mostrarlo en la foto toda orgullosa. 




Comimos en un chiringuito a pie de carretera y después llegamos a Hoque. Ya era demasiado tarde para el mercado. Pero visitamos la pequeña iglesia que apareció como en medio de la nada. 



Unas chicas que vivían en en el pueblo vinieron a hablar al vernos llegar, incluso quisieron hacerse una foto conmigo. 



Se nota en los detalles lo afables que son los angoleños. A veces es cuestión de dejarse llevar...Estoy segura de que todo fluye más fácil de lo que uno imagina.

29 de agosto de 2024

ETNIAS DEL SUR DE ANGOLA II : LOS MUHIMBAS


Con el 4x4 salimos en ruta a la búsqueda de la etnia de los muhimba. Estas tribus del sur empiezan con el prefijo "mu" y las denominan así porque todas tienen en común el mismo dialecto.




A una media hora de conducción nos encontramos con los poblados muhimbas, semejantes a las himba de Opuwo del norte de Namibia pero con la diferencia de que aquí no son nada turísticos. 




Llevaban las típicas rastas de barro con adornos de pelo artificial. Su pieles brillaban con el sol.



Viven del ganado en cabañas, son seminómadas y algunas mujeres iban bellamente engalanadas con su piel embadurnada de la tierra rojiza en la que viven y mezclada con grasa animal, pero no tan exageradas como en el país vecino.




Los niños se dejaban también fotografiar, llevaban trenzas unidas en sus cabezas y que les sirve a la vez de base para llevar carga. 




Proseguimos la ruta y nos paramos para saludar a dos motoristas muhimbas que llevaban cabras en cada moto. La vida de estas tribus cada vez se torna más difícil con la sequía y la falta de agua.




Al día siguiente visitamos un mercado donde se veían a las muhimbas y muhacaonas. 



Se encontraban algunas almorzando y aprovechamos para comprar pan en bolsitas para los pequeños. 




También había otras etnias en el mercado, las mucubal.



Estas últimas llevaban una tira ajustada en el pecho, signo de que están casadas y pertenecen a su hombre, según me dice Agostinho, nuestro conductor.



Algunas muhimbas iban bellamente engalanadas, incluso el adorno que una de ellas llevaba en la cabeza de huesos de cabra aún estaban frescos.



Esta noche cenamos cabrito y arroz blanco con un poco de ensalada. Una muhimba entró en el bar, iba con su bebé. Parecía algo perjudicada y nos pidió algo de comer Le dimos casi todo el arroz que nos trajeron (casi 2kgs) y de paso dio de comer también a sus hijos que eran pastores.




Ante nuestros ojos vimos el hambre que pasaban pues hasta los huesos roídos del cabrito se comieron. En primera plana nos dimos cuenta de lo dura que es la vida para estas tribus, abandonados en una tierra hostil .





27 de agosto de 2024

ETNIAS DEL SUR DE ANGOLA I : LAS MUJERES MUHACAONA

Salimos desde Lubango a las 830hr hacia nuestro destino en Onconcua. Nuestro conductor se llamaba Agostinho. Durante las dos primeras horas pasamos por carretera de asfalto, luego el camino se convertía en pista y el paisaje se adornaba de algún arbusto y árboles secos en tierra  desértica. 




Pasadas unas horas empezamos a ver ganados de vacas y cabras y algún que otro hombre que estaba agazapado entre las sombras de los árboles y niños que nos perseguían tras el coche. Las aldeas se formaban de pequeñas cabañas y el camino se tornaba cada vez más difícil con baches profundos. 



Pasamos a través del paisaje desértico pedregoso donde la gente se cobijaba en pequeñas chozas bajo la sombra de algún árbol. Habían algunos niños correteando que nos saludaban al pasar. Justo al lado se encontraban las cercas de cañas y brezo para refugio de los animales. 



Paramos en el poblado de Chiange para estirar las piernas. Alrededor de la plaza principal se encontraban adornados árboles donde en sus troncos se habían esculpido formas de animales. Mientras, Agostinho reponía gasolina.



A medida que avanzamos llegamos a Onconcua y aquí ya empezamos a ver a mujeres de la etnia muhacaona que iban cargadas llevando pañuelos anudados en sus cabezas con vestimentas estampadas. 



Otras mujeres se acercaron hacia el coche y se asomaban a la ventanilla. Eran curiosas y se dejaron fotografiar sin pedir nada a cambio, algunas iban ataviadas con faldas coloridas con el pecho al descubierto. 



El cabello acostumbran a decorarlo con mezcla de excrementos de vaca formando un flequillo consistente y lo adornan con cuentas de colores y collares varios. Era como estar en un mundo lejano. Ni siquiera se atrevían a pedir dinero, signo de que el hombre blanco no ha invadido todavía sus territorios. 



Más allá en el poblado unas mujeres lavaban a un bebé con un bidón de agua. El paisaje estaba  repleto de brezo y árboles, además de baobabs. Había casas construidas de ramas y cañas.





Jóvenes mamás cargaban con sus bebés a sus espaldas o bien en los brazos. Éstos llevaban también los cabellos adornados. Cuando empiezan a ser más mayores les van colocando la boñiga de vaca a modo de flequillo como hacen los adultos.



Llegamos finalmente a la Hospedaria de Onconcua. Era un establecimiento muy modesto donde pasamos la noche. Enfrente teníamos una bella vista de la montaña. 




Nos hicieron las camas con sábanas limpias de alegres colores. Justo en la misma habitación había un murete que separaba el inodoro y la ducha era simplemente un gran barreño con agua para ducharnos a golpe de cazo. El alojamiento sólo costaba 5000 kwanzas, no llegaba a 5 euros. 



Había también restaurante para la cena y el desayuno. Cuando salimos le encargamos la cena a la cocinera para las siete y media. Nuestro día se había convertido en un viaje en el tiempo. 


24 de agosto de 2024

ANGOLA: LAS CATARATAS CALANDULA Y PEDRAS NEGRAS

 


Con el 4x4 que alquilamos salimos desde Luanda de buena mañana hacia las cataratas Calandula que se encontraban a 365 km de la capital.




Gran parte de la carretera era de baches y tras ocho horas seguidas de conducción, llegamos al Hotel Lumina que se encontraba a unos 5km de las cataratas. Dejamos las mochilas en cada habitación y fuimos a visitarlas antes de que anocheciera.



La entrada era libre, sólo había un mirador en la montaña para ver las cascadas de cerca. Un poco más allá se encontraba el cauce del río donde la gente se bañaba alegremente. 



Había guías que te acompañaban durante media hora por un camino bastante resbaladizo hasta llegar abajo. Tres de nuestros amigos optaron por bajar, los demás nos quedamos contemplando el hermoso paisaje. 




Al día siguiente por la mañana fuimos con el 4x4 hasta el Hotel Pousada Calendula para ver desde el otro lado la magnífica vista. Después de conducir unos 20km con la mayor parte de la carretera en mal estado, aparcamos fuera del recinto del hotel y entramos. 



Nos hicieron pagar unos 500 kwanzas para entrar. Había una piscina rodeada de un jardín muy cuidado que tenía tiendas de camping alrededor con vistas. Más adelante se ubicaba el edificio del hotel frente  a las cataratas.



Preguntamos a la gerente que se encontraba en el jardín por los precios: 75 eu costaba la tienda y 200eu la habitación doble a media pensión. Volvimos con el 4x4 por el mismo camino y tomamos un desvío que llevaba a Pedras Negras, a 43km desde Cacuso.



Seguimos en paralelo las formaciones rocosas de Pungo Andongo hasta llegar a la entrada. Parecía que estaban haciendo fuego y se veía mucho humo, paramos el coche y bajamos. 




El paisaje montañoso era espectacular, con baobabs de formas retorcidas y plantas tipo cactus. 



Fuimos hacia la entrada principal donde ya se había apagado el fuego. Un instituto entero acababa de llegar y emprendió la subida a una de las colinas. Nosotros fuimos hacia el lado opuesto por un sendero que nos indicó una buena mujer.


 

Caminamos hasta llegar a una grieta donde se abría un cañón con un paisaje espectacular.



La zona de Pungo Andongo cubre un área de 12x6 km. y es uno de los lugares más llamativos para visitar de Angola.