5 de octubre de 1997

BRASIL : LA CEREMONIA DEL CANDOMBLÉ EN SALVADOR DO BAHÍA

 

Otra de las experiencias fuertes de Salvador fue acudir a una ceremonia de candomblé. 



El candomblé es una religión afrobrasileña que se practica principalmente en Brasil, aunque también se ha extendido a países vecinos. Se caracteriza por la veneración de los orixás, deidades africanas, a través de rituales que incluyen música, danza y ofrendas. 

Sus raíces se encuentran en las tradiciones religiosas africanas, especialmente las de origen yoruba, bantú y fon, que llegaron a Brasil con los esclavos africanos. 

Estos rituales se practican en casa de un Santo y puedes ser invitado si vas acompañada de un guía oficial de la comunidad ya que se tratan de ceremonias auténticas. Se realizan mediante danzas alrededor de un gran círculo invocando a sus dioses (orixás).

Algunos de los presentes se ponían en trance con los ojos en blanco y caían al suelo. Inmediatamente lo sacaban de la habitación y una vez se reponían, volvían a entrar en la sala.

Contactamos con el guía llamando por teléfono desde la Oficina de Turismo. Incluso para mi sorpresa nos habló en español pues sabía cuatro idiomas.

Nos llevó en una furgoneta con 3 españoles más y una pareja de ingleses. Nos dijo que pertenecía a la comunidad angoleña y la experiencia fue auténtica. 

La casa a la que fuimos se encontraba decorada con patas de gallo en las paredes y otros símbolos macabros. El edificio se encontraba en medio del barrio de las favelas en una pendiente. No dejaban hacer fotografías.

Allí nos quedamos hasta tres horas presenciando la ceremonia subidos a una tarima sin perder detalle. Al salir de la casa había un ambiente muy caliente en el exterior, con parejas jóvenes besándose y tocándose. 

Esa noche con tantas emociones apenas pude dormir.

4 de octubre de 1997

BRASIL: DISFRUTANDO DE LA MÚSICA EN SALVADOR DO BAHÍA

 

Hace unos días que llegamos a Salvador do Bahía. Nos encontramos en el Hotel Pelourinho, en el mismo corazón del centro histórico, donde hemos vivido la ciudad a tope con 3 días de música. 



Ahora empiezo a comprender más a los maravillosos brasileiros, su mentalidad, la posesión de esos cuerpos fornidos y definidos pues no paran de bailar en todo el día. 



El Pelourinho se encuentra bien conservado, habían restaurado las casas y las iglesias y pintado de vivos colores sus fachadas. Nos percatamos que había bastante vigilancia policial por lo que andábamos tranquilos.



Las baihanas son bonitas mujeres vestidas con el traje tradicional blanco, con sus tocados llamativos destacando su piel achocolatada.




Muchas de ellas se encuentran en las esquinas de las calles con su chiringuito preparando los típicos acarajés, unos bocadillos deliciosos de camarones con verduras y especiados buenísimo, para chuparse los dedos. Otras se colocan en puestos estratégicos para que el turista les saque una foto y así se ganan alguna propina en el día.



Fuimos al barrio de la Baixa a través del elevador Lacerda, de 70 metros de altura. En una plaza estaban practicando capoeira, una práctica cultural afrobrasileña que combina elementos de lucha, danza, acrobacia y música. Nos quedamos alli un rato observando.




Disfrutamos a tope estos días de la música y el baile viendo actuar a los blocos que ensayan por estas época antes de los carnavales. 




Salen a las calles a tocar varios grupos como Filhos do Gandhi, Timbalada, Didá y sobre todo los tambores inconfundibles de Olodum. 



Todos estos grupos tienen sus Casas de Cultura y tocan también en algunos locales al aire libre donde se pueden escuchar pagando una entrada mínima. 



Con ello pagas un bote de leche en polvo para los bebés que lo necesitan, era una buena iniciativa.



El Pelourinho es la Ibiza brasileña, todo el mundo se encuentra en las terrazas sentados charlando y tomando copas y de repente en el bar de enfrente se monta el show con travestis o drag queens en la misma calle.



Lo mejor de estos días  fue ver la actuación del grupo Olodum. Actuaron en el Largo do Pelo que es la plaza central del casco antiguo. 



Ese día vinieron los chavales de las favelas y adultos pues el refuerzo policial era impresionante. 



Continuamos bailando entre la gente cuatro horas seguidas en la calle empedrada y con pendiente. no había forma de parar, los niños pequeños (meninos da rua) se exhibían ante nosotros con el baile.



Empezó a llover y la gente ni se inmutaba, había un ambiente sensual con las gotas de lluvia cayendo por sus cuerpos. Más tarde, con el ambiente ya caldeado, empezamos a sentir que sobrábamos a esas horas de la madrugada y la gente nos iban dando codazos pero sin decirnos nada. 



Comprendimos que era su fiesta y nos marchamos. Empezó a llover de forma enérgica y nos refugiamos en la entrada del hotel, nos encontramos más seguros.  Otras parejas que también habían entrado huyendo de la lluvia, empezaron a besarse efusivamente. 



Al dejar de llover la gente volvió a salir y decidimos dar una última vuelta. Pero dadas las altas horas de la madrugada las calles olían a orín y quedaban rastros de vómitos por el suelo y latas vacías. Eran los restos de una noche de juerga. Volvimos al hotel pues eran las 4am y ya tocaba descansar.

2 de octubre de 1997

BRASIL : EXPLORANDO EL PANTANAL

 

Estos tres últimos días los pasamos en el Pantanal. La experiencia fue muy buena a pesar de ir con un guía que no era el acordado. Fuimos con un guía joven que se llamaba Djalma y era un poco vago. 



Pero siempre estaba de buen humor y cada noche se empeñaba en hacerme bailar. Yo no le correspondía por habernos tomado el pelo su jefe diciendo que iba a venir él, un guía experimentado según indicaba en la guía Lonely  Planet. 




Insistimos para que viniera a enseñarnos los animales, ya que nos decía fuéramos nosotros que en la misma carretera se veían muchas aves e incluso yacarés en las zonas pantanosas. 



Y era bien cierto pero le contestamos que para eso no hacía falta contratar a un guía para que estuviera descansando en la fazenda.



Dejando los malos rollos a un lado nos gustaron mucho las actividades del segundo y tercer día.




Montamos a caballo para poder ver más animales e hicimos caminatas para ver aves y monos, además de ir a pescar pirañas.



Incluso hicimos una excursión nocturna para ver los ojos de los yacarés en el agua. Sus ojos brillaban en la oscuridad.



El Pantanal es una enorme extensión de humedales más grandes del mundo, ubicado en la región de Mato Grosso en Brasil pero ocupadas en su mayor parte por los ganaderos. Sólo existe un 10% que se puede visitar en libertad, lo demás son todo fazendas privadas.




Pero es el paraíso de los pájaros y las aves en general, el símbolo de esta zona son los tuyuyus” con sus cuellos rojos que hinchan cual globo para atraer a sus novias.





También conocido como jabirú suele medir un metro y medio y con sus alas abiertas un mide unos tres metros de ancho y tienen un pico extremadamente largo.




También vimos garzas, colibríes, capibaras, tucanes, serpientes y hasta un tapir. Hay más de 80 especies diferentes. La zona del Pantanal se extiende también en Paraguay y Bolivia.



El segundo y tercer día fue más animado pues se agregaron más personas: un holandés muy simpático y una pareja de recién casados, inglés él y ella alemana. Vivían en Reino Unido.




La comida en la fazenda era excelente y el alojamiento sencillo y limpio, ubicado en un entorno de verdes praderas y pantanos. 



En la misma fazenda tenían los caballos además de gallinas con sus polluelos por ahí sueltos. 



Uno de esos días montamos a caballo por las cercanías. En un momento dado el guía, el holandés y yo empezamos a trotar dejando a lo lejos a los demás.



Desde la propia fazenda pudimos ver animales que se acercaban como avestruces, iguanas, loros, periquitos y tucanes.



Contactar con los dueños era una gozada pues te explicaban cosas muy interesantes pero la pareja de ingleses solo quería hablar en su propio idioma, eso obligaba al grupo a tener que hablar inglés y nos dio un poco de rabia. Nosotros nos dirigíamos a Djalma en “portuñol”.



La familia donde nos alojamos tiene varias casas en la región del Mato Grosso pero en el Pantanal es donde se encuentran más a gusto.



Fernando, uno de los hijos de la fazenda, nos contó que una vez su hermano venía en moto dentro de su misma propiedad y se le apareció un jaguar y un poco más y se cae de la moto del susto. Aunque son difíciles de ver, vimos huellas que nos enseñó Djalma de un jaguar que pasó por allí la noche anterior.



El paseo en barca y la pesca de las pirañas fue muy divertido. Una de las pirañas que picó casi se la metí en la boca al inglés con el hilo al recogerla por lo que todos rieron. 



Hasta el barquero que se había mostrado en todo momento muy serio se tronchó de risa. Pues ya le estuvo bien por lo estirado que era pero a él no le hizo ninguna gracia.



Se nos había hecho tarde y en el camino de vuelta se nos atascó el coche a medio camino en un barrizal por lo que tuvimos que bajar a empujar hasta quedarnos exhaustos.



Lo que más nos impresionó justo después fue ver un tapir, pasó frente a nuestro coche cruzando la carretera. Se nos había hecho de noche y gracias a los focos del coche pudimos verlo ¡Era muy grande!



Como ese día íbamos cansados después del esfuerzo del coche, Djalma me cogió del cuello de la camisa para que me levantara de inmediato y lo viera ya que le prometí que bailaría con él sí veíamos algún tapir así que mi sueño se cumplió.



De repente, como si de una aparición se tratara, allí se encontraba el animal, medio cebra, medio rinoceronte cruzando la carretera. Según Djalma, era algo muy difícil de ver pues decía que desde hacía seis meses no lo había vuelto a ver.



Esa noche fue mágica. Volvimos al día siguiente hacia Cuiabá y nos despedimos de nuestros compañeros de viaje ya que nos dirigíamos hacia el aeropuerto a coger un vuelo para Salvador de Bahía.