Esta madrugada nos levantamos a las 3:00 h de la mañana para visitar el yacimiento de Tiwanaku, Patrimonio Mundial de la Unesco y celebrar allí el Año Nuevo Aymara. Queríamos asistir a la ceremonia, además de visitar las ruinas y los museos.
Entramos con Freddy, nuestro guía que recogió los tickets y atravesamos todo el control policial que había para entrar en el recinto.
Una vez dentro aún no había salido el sol y a través de una pantalla gigante de televisión en directo pudimos ver la ceremonia que acababa de empezar con la asistencia de máximas autoridades, incluida la del presidente Arce.
Después de 1:15 h apareció el sol y todo el mundo celebró la entrada de año dándose abrazos, cantando, tocando música y bailando. Todos nos mezclamos, nativos y turistas.
En la ceremonia pública nos iba bien bailar pues con el frío que hacía se necesitaba movimiento y después de más de cuatro horas levantados sin tomar nada, necesitábamos un cafecito caliente.
Después nos llevaron hacia el restaurante que está a unos 20 minutos caminando desde el recinto para tomar nuestro desayuno con café soluble y un panecillo con mermelada, mantequilla, huevos revueltos y zumo de melocotón.
Una vez desayunados salimos al patio para presenciar la ceremonia privada con los demás asistentes. Éramos unas 18 personas junto con el chamán aymara, la organizadora de la fiesta y nuestro guía.
Lo primero que trajeron fue una llama de pocos meses muerta, la acababan de sacar del congelador pues estaba fría y tiesa y la dejaron junto a la mesa de preparación.
Luego repartieron una especie de fichas pintadas donde indicaban los deseos. Eran piedras calizas donde había representaciones como la suerte, la salud, el dinero, el trabajo, la casas, el amor etcétera y se iban colocando encima junto con hojas de coca (3 por persona).
Esparcieron hierbas y una especie de polvo dorado. Junto con todo eso prepararon una fogata para colocar la pira. El chamán realizó unos movimientos con la llamita muerta y colocándola en el centro.
Todos fuimos colocando nuestra piedra caliza con las 3 hojas de coca formulando un deseo. Se rociaba con alcohol y encendieron la pira para que todo junto ardiera.
Después de empezar a arder la dueña colocó unas botellas de cerveza en los 4 puntos cardinales porque decía que la Pachamama tenía sed y los visitantes colaboraban para que recibiera la cerveza y le fueron echando poco a poco alrededor de la pira.
Una vez terminada la fogata nos abrazamos todos. El sol calentaba, empezaba a hacer calor y una vez todo terminado nos volvimos andando para visitar las ruinas con Freddy.
A simple vista las ruinas no eran demasiado espectaculares, algunas de ellas eran de piedra que habían traído de la montaña a 10 km de distancia mediante troncos de árboles que databan del año 300 D.C.
Esta antigua civilización de los tiwanaku estuvo más tiempo que los incas, tuvo una duración de 2700 años y su apogeo fue 400 años paralelo a nuestra Edad Media baja y que se formó alrededores del lago Titicaca en el altiplano andino.
Los principales yacimientos de las ruinas son: la pirámide de Akapana reconstruida con adobe. En su parte superior había una plataforma de rituales donde se habían realizado esta misma mañana con motivo del Año Nuevo de hoy.
Otro de los yacimientos importantes es el Monolito Ponce que representaba la imagen de un personaje poderoso.
Contenía grabados bien conservados. También era famoso el Monolito Fraile.
El Pumapunku era también importante. En aymara Pumapunku significa "la puerta del puma". Contenía un recinto amurallado, un montículo de terrazas de piedras megalíticas y una explanada.
Otro de los yacimientos era la Puerta del Sol por donde pasaban los rayos del sol cada 21 de junio al celebrar el Año Nuevo.
Después de un amplio recorrido fuimos a ver dos museos: el Museo de Tiwanaku, financiado por la Reina Sofía y que contenía una momia y otros restos arqueológicos.
En el Museo Lítico pudimos ver varios monolitos interesantes en forma de hombre-jaguar pero el más destacado era el Monolito Bennett, descubierto por un americano y que tenía 7 metros de altura. Alrededor de la sala había una exposición de fotografías de su hallazgo.
Extenuados por las caminatas arriba y abajo, nos fuimos a almorzar y volvimos hacia La Paz a eso de media tarde. Fue un día intenso dada la altura y apasionante a la vez.
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