Nos dirigimos hacia la ciudad de Bender
(o Tighina), que se encuentra ubicada en la zona sur del territorio moldavo
pero es controlado bajo la región
separatista de Transnistria, un estado de reconocimiento limitado, surgido tras
el conflicto postsoviético.
En Transnistria, la mayoría de
sus habitantes son de habla rusa, tienen moneda propia y ejercito que es
controlado por los rusos. Nicolai, el guía que nos acompaña, nos explica el porqué de todo este embrollo pues
ni siquiera ha sido reconocida por las Naciones Unidas, al igual que el Nagorno-Karabakh,
Osetia del Sur y la Abkhazia.
Pasamos la frontera de forma
rápida enseñando nuestro pasaporte y nos entregan un papel de permiso de
entrada. Si te alojas en algún hotel o vas a estar más de 24 horas, te piden un
comprobante del lugar donde duermes pero todo transcurre de forma sencilla, sin
complicaciones.
Nos acercamos primero a la
Fortaleza de Bender que se encuentra en medio del campo, en una gran explanada
junto al río Dniester. En su entrada nos acompaña una guía local para
informarnos sobre la historia del castillo y nos habla del famoso barón Munchausen
donde pasó 4 años de su vida.
Hay un pequeño museo donde
explica la guerra que hubo entre rusos y turcos en el período otomano.
Alrededor del gran patio hay cañones decorativos.
También se puede subir a
alguno de sus torreones desde donde se ve una gran panorámica con el rio al
fondo.
Una vez acabada la visita
recorremos el centro histórico de Bender. Entramos en la antigua estación del ferrocarril donde hay un precioso hall.
El tren-museo permanece cerrado pero opto por hacer una foto a la preciosa locomotora.
Vemos la Iglesia de la Santa Joachím
y Anna, que no tiene nada de especial en su interior pero destaca su exterior
en blanco y azul.
También pasamos por el Arco Soviético y otros monumentos de la
época comunista.

En una de las calles principales
se encuentra el cine que es digno de ver. El salón principal es circular de
estilo soviético, con grandes ventanales y una preciosa lámpara de cristal en
el medio con asientos bajos alrededor. El suelo brilla y hay dos mujeres
vigilando la sala. Afuera se exhiben carteles de las películas programadas,
todas ellas muy comerciales.
Enfrente mismo se encuentra un
parque con un busto de Lenin, Hacemos
algunas fotografías. A los pocos minutos de subir al coche, de camino
hacia la capital, Tiraspol, nos para la policía para pedirnos los papeles. Es
un simple control y nos dejan marchar siguiendo nuestra ruta.
La llegada a Tiraspol que se
encuentra a 12km de Bender, se ha hecho esperar. La capital se encuentra llena
de edificios que fueron construidos por los militares rusos y que ahora son
ocupados por gente de pocos recursos.
Pasamos delante del Palacio Presidencial
con la escultura de Lenin en lo alto. Nicolai me comenta que puedo hacer
fotografías pero desde la distancia para no llamar la atención.
Justo enfrente nos encontramos con un panel
donde se enumeran todas las personas que lucharon contra los moldavos por la
liberación en marzo de 1992. También hay una placa conmemorativa de los que
lucharon en la guerra de Afganistán.
Hacia la derecha vemos el Memorial junto
con la llama encendida en honor al soldado desconocido y a los que fallecieron
entres los años 1990 y 1992.
Paseamos por el parque que nos lleva
hasta el río Dnieper, hay arena en la orilla pues la gente aprovecha a tomar el
sol como si fuera una playa. La vida transcurre en Tiraspol de forma tranquila y
sosegada.
Es una sensación extraña pues uno
se encuentra un poco perdido en el tiempo, con una fuerte influencia soviética,
como en medio de la nada. Muy
recomendable que todo viajero debería conocer.