La excursión de hoy a Mari y Dura Europos nos ha encantado. Salimos de buena mañana en microbús.
A pesar de que el estado de conservación de las ruinas eran pésimas (al tratarse de ruinas mesopotámicas de 6000 años) nos ha encantado.
Las vistas sobre el Éufrates eran impresionantes, volvió a recordarme el Nilo, tan caudaloso y místico. Desde las ruinas podíamos ver a las mujeres que desde abajo nos saludaban agitando las manos. Trabajaban a orillas del río, a pleno sol cuidando de las hortalizas.
Conversamos con la gente, incluso cuando fuimos a Mari y sacamos las entradas en taquilla, nos recibieron amablemente invitándonos a té y tabaco.
Estuvimos sentados descansando en una terraza con forma de jaima, ocultos bajo la sombra y varios hombres nos llamaron para que entráramos y charláramos con ellos.
Eran gente hospitalaria que sabía tratar al viajero. Incluso, uno de ellos sabía hablar inglés nos invitó a su casa diciendo que nos podíamos quedar a dormir pues disponía de una gran casa con terreno y árboles frutales.
Se lo agradecimos desistiendo la invitación pues teníamos nuestro hotel pagado. Su casa daba al río Éufrates, la verdad es que se nos ponían los dientes largos, hubiera sido genial compartir con él y su familia ese día. Nos comentó que en su día vinieron una pareja con su niña a pasar 4 días a su casa y se hicieron muy amigos.
Las ruinas de Mari pertenecen a la época de Mesopotamia, son de las más antiguas que veré mi vida y esto me emocionaba, eran de barro y estaban tapadas con un toldo para protegerlas. Como no había nadie pudimos explorar a nuestro antojo. Parecíamos dos exploradores en busca de algún hallazgo importante.
Este lugar era antiguamente un gran Palacio, el Zimri-Lin. Había un gran patio central que en aquella época albergaba más de 300 habitaciones. Por lo que podíamos apreciar, las bases del edificio estaban reforzadas con cemento.
En muchas de las excavaciones se han encontrado vasijas, estatuas, muchas de ellas expuestas en el Museo de Damasco y en el de Alepo. También habían antigüedades expuestas en el Louvre de París.
Antes de volver al autobús pasamos para despedirnos de Abu Ali, el señor encargado de cuidar las ruinas pero no estaba cuando preguntábamos por él. Han alucinado creyendo que éramos amigos de él pero habíamos aclarado que nos llamaba la atención por ser uno de los personajes que había leído antes de salir de viaje en la novela “Viaje a la luz del Cham” de Rosa María Regàs.
El continúa viniendo al mismo recinto arqueológico y se conoce las ruinas como La palma de la mano. Aunque más tarde apareció, nos presentaron pero no me parecía tan agradable como lo describió nuestra querida escritora punto.
En Dura Europos sólo había unos pocos lugareños trabajando con un grupo de arqueólogos franceses que nos han saludado. y no había ni un alma más.
Lo mejor de este lugar ha sido poder conocer sus gentes y parte de la historia. Al volver hacia el hotel llegamos con ganas de darnos una buena ducha, quitárnos la calor y descansar.
Por la noche fuimos a uno de los restaurantes que daban al río. Mañana partiremos hacia Alepo.
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