Acabábamos de llegar a la ciudad de La Paz y ésta nos recibió gratamente con la fiesta del Gran Poder. Es una fiesta religiosa que se celebra cada 14 de junio.
Es una expresión cultural cada vez con más fuerza que se va apropiando de los espacios públicos como calles y avenidas inicialmente y ahora en cada barrio tienen su expresión folklórica.
En ellas también existe el sincretismo entre ritos aymaras mezclados con la religión católica.
Los espacios públicos pasaban a ser espacios privados de los protagonistas donde incluso se disponían sillas, mesas, espacios de baile, servicios de garzones (camareros) e incluso guardaespaldas.
En la calle del Prado habían colocado chiringuitos de comida y venta de artículos varios. La gran ciudad nos daba la bienvenida a modo de desfile por las calles principales.
Cogimos sitio en unas gradas que ya se encontraban abarrotadas de gente pagando un precio módico y nos sentamos para ver el espectáculo.
Las diversas fraternidades folclóricas ofrecieron un vasto repertorio del rico legado cultural con el que cuenta Bolivia. Era una de las fiestas más llamativas del país.
Los trajes impresionaban por sus bordados y llamativos colores. Habían sido confeccionados por las costureras que siendo devotas del Jesús del Gran Poder, año tras año se han ido superando en sus creaciones.
La fiesta es una representación de la diversidad de danzas que son ejecutadas bajo la promesa de bailar durante tres años como acto de agradecimiento al Jesús del Gran Poder.
Las comparsas realizaban al unísono los pasos de baile y al fondo, los fuegos artificiales iluminaban la nieve de la montaña Illimani, de 6460 mts. s.n.m.
Cuando ya anochecía el ambiente se iba calentando con las bandas de música y la gente animada por el alcohol, hizo que la fiesta se convirtiera en un carnaval.
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