Nos alojamos en el Anadolu Evleri, un bonito hotel boutique, situado en una callejuela fuera del bullicio del bazar de Gaziantep.
Es un conjunto de tres casas que anteriormente fue una escuela armenia. Ayer, los anfitriones nos ofrecieron una bonita habitación decorada con hornacinas, que daba a un patio enorme.
Hoy por la mañana disfrutamos desayunando con los pastelillos “locum” que trajimos de la Cappadoccia y que tomamos con el café.
Después salimos de camino hacia el bazar. El edificio principal permanecía cerrado por obras debido al terremoto ocurrido el pasado mes de febrero y las tiendas se encontraban en la parte exterior.
No así ha ocurrido con el bazar del cobre, el Bakircilar, que es una gozada visitarlo.
Después hemos entrado en algún Han, las antiguas casas con patios centrales que a día de hoy son tiendas y restaurantes.
Todos ellos fueron localizados en la zona de Belkis Zeugma antes de que la presa de Birecik lo inundara.
La pieza más importante es la "Niña gitana” que se encuentra expuesta de forma individual en una sola habitación oscura, donde destaca su belleza y mirada.
Hay grandes mosaicos a destacar como Eros y Psique, Dionisos, Poseidón y otros mosaicos más antiguos que datan del año 500 A.C. con dibujos de animales y otros de formas geométricas.
El museo consta de tres plantas y hay incluso frescos de casas y columnas. Después volvimos en taxi a la zona histórica donde se encontraba el Castillo de Gaziantep, construído originalmente por el Imperio Hitita pero permanecía cerrado por encontrarse totalmente destrozado.
Sí que se vislumbraba algo de sus torreones que seguían en pie. Nos comentaron en la Oficina de Turismo que intentarían reconstruirlo en un año. Aquí nos facilitaron folletos y un mapa de la ciudad.
Otro de los museos dignos de ver es el Tarihi Palacio Hamami, del siglo XVI, donde había tres salas principales donde explicaba la historia y cultura de los baños turcos.
Se mostraban utensilios desde zapatillas, toallas y cuencos hasta los rituales del baño y la importancia en aquella época de los baños públicos. La entrada costaba 10 liras turcas y sólo se aceptaba tarjeta de crédito.
De aquí nos fuimos al Han Millet de 1563. En la planta baja había un recinto central von cafés y arriba albergaba el Museo de la Baklava.
Había una pequeña exposición y un señor se encontraba trabajando con el sirope. La exposició mostraba alguna foto sobre el proceso de este dulce y exquisito postre pues en toda Turquía se come a todas horas.
Como nos ha entrado un poco de gana, hemos ido al café Tahmis de 1635. Su especialidad es el memenghi café, un café de pistacho que tenía un aroma y sabor exquisito.
Lo acompañamos con una baklava y Francisco se ha tomó un narguile con sabor a melocotón.
Como hacía calor, en la terraza caía agua vaporizada para refrescar el ambiente. Finalmente nos fuimos a pasear por el almacén Pazari, otro bazar de especias y frutos secos.
Aquí se encontraba la tienda más emblemática de toda la ciudad, la Güllüoğlu, especialistas en baklavas. Nos dieron a probar con agua deliciosos pastelillos de distintas variedades.
Dicen que si te quedas en la ciudad durante una semana te puedes engordar hasta cuatro kilos y no me extraña nada porque las delicias eran tentadoras.
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