24 de junio de 2023

TURQUÍA : LAS MADRASAS DE ERZURUM

 

El trayecto en autobús hacia Erzurum fue a través de montañas y valles. Es quizás uno de los paisajes más bonitos que hemos visto en toda Turquía.



Le llamaban los Valles Georgianos porque antes pertenecieron a Georgia. Finalmente llegamos casi a las 16 h, incluso pararon 30 minutos para comer cuando quedaban 25 km para llegar a Erzurum.



En el autobús conocimos a una pareja de Turkmenistán, ella se llamaba Susana, no tenía ni idea de inglés pero él se llamaba Baghrat y era estudiante de Veterinaria en Estambul. Se especializaba en animales domésticos y nos decía que le encantaba Mardin. 



Nos preguntaba la ruta que habíamos hecho y si habíamos visto las ruinas de Ani, tenía 28 años y decía que para ir a su país se necesitaba un permiso y visado para tan sólo visitarlo por una semana. Le dijimos que nos gustaría ir a su país en un futuro.



Una vez llegamos al Erzurum, les deseamos buen viaje a Estambul y nos cogimos un taxi para el hotel Zade. Como llegamos un poco tarde, no sabíamos si podríamos ver lo más interesante en la ciudad.



Erzurum era una bonita ciudad rodeada de imponentes montañas de la Anatolia Oriental y fue un importante enclave de la Ruta de la Seda.



Parece que hubo suerte y hasta las 19 horas no cerraban. La Madrasa Yakutiye  se ha convertido en el Museo Etnográfico. Tenía un alminar con mosaicos de azulejos semejantes a los de Asia central. 



Era preciosa y en el interior había robustos arcos de piedra dignos de admirar. 



Para entrar en cada sección del museo había que agacharse por las pequeñas puertas de piedra. 




En cada sección habia pequeñas exposiciones monogràficas y material etnográfico y arqueológico expuesto.




Seguimos caminando pasando el castillo y nos adentramos en la Madrasa Çifte Minareli, o la Madrasa de los minaretes gemelos, construida en el 1310, la época de los turcos selyúcidas. 



Considerada el monumento más importante de la ciudad, dispone de dos alminares de ladrillo estriados y alicatados en azul. 



En su interior había una gran sala rectangular al descubierto y en sus laterales de exhibían una colección de manuscritos y mapas antiguos. 




También se hacía llamar Madrasa Hatuniye porque se cree que fue construida por Hundi Hatun, la hija del Sultán selyúcida Alaaddin Keykubat. 



Había más mezquitas y hammans esparcidas por la ciudad.



Paseamos junto a las murallas del castillo donde había un parque. La gente se sentaba a charlar o simplemente paseaba con la familia. El castillo se encontraba muy restaurado y no nos apetecía entrar. A destacar, la torre del reloj.



Ya empezaba a refrescar pues las montañas de alrededor traían el aire frío y Erzurum se encontraba a 1890 metros s.n.m., así que nos fuimos a cenar a un lugar espectacular , el Erzurum Evleni. 



Era un restaurante que unía 3 casas otomanas de hace 300 años, apiñadas entre ellas y convertidas en salas para degustar la gastronomía local.



Era el restaurante más bonito de nuestro viaje, un lugar que te transportaba a las 1001 noches. Como era tan espectacular con todo tipo de antigüedades y abalorios, los que sólo entraban para verlo les cobraban entrada por hacer fotos.




Elegimos nuestra mesa situada en el suelo justo al lado de una antigua chimenea con cocina. Pedimos dos sopas una de yogur y otra de fideos y un Tandil Kebsb para compartir, de postre una baklava. 




Con música de fondo el lugar era inmejorable, incluso los camareros eran muy eficientes descalzándose cada vez que venían para traernos los platos. Todo el suelo estaba decorado de alfombras y había que descalzarse para no pasarlas. 



El encargado constantemente venía preguntando si todo estaba bien. Fue una velada inolvidable para cerrar el broche de oro del día.

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