El trayecto hacia Trabzon (Trebisonda) nos llevaba a través de suaves colinas y diversos túneles, uno de ellos medía hasta 14 km y fue inaugurado en el año 2020.
Había rebaños de corderos e iban pastando por las praderas. Bajamos la montaña desde 1890 metros s.n.m. hasta Trabzon donde por fin pudimos ver el mar Negro, después de más de tres semanas de viaje.
Después de alojarnos en el Otel Horon, fuimos a ver la iglesia de Santa Sofía, o Ayasofia Camii, en las afueras de la ciudad.
Se construyó en el siglo XIII como iglesia, aunque luego en el siglo XV se convirtió en mezquita. En siglos posteriores también fue utilizada como arsenal e incluso como hospital.
Tras ser restaurada en 1960 fue utilizada como museo, conservando la inicial influencia georgiana y selyúcida del edificio, así como los murales cristianos.
Sin embargo en 2013 nuevamente fue convertida en mezquita (de ahí el nombre de Camii) lo que conllevó tapar los frescos de la bóveda acorde con la norma islámica que impide las representaciones de animales y humanos en el interior de las mezquitas.
Nos dejaron verla con un tiempo limitado pues había mucha afluencia de turismo y volvimos hacia Trabzón para ver el resto de la ciudad.
El bazar de la ciudad se encontraba alrededor de la Çarçı Camii. Sus calles estaban llenas de tiendas y de gente y se podía encontrar de todo.
Subimos al último piso del bazar cerrado, donde había una bonita cafetería de ambiente otomano.
Vimos la zona comercial y la plaza (Meydán) también llamado Ataturk Alani.
En esta plaza se encontraba el ayuntamiento y una estatua del famoso Ataturk en cobre.
La infinidad de cafés invitaban a sentarse, tomar el té y ver pasar la vida.
Ya estaba anocheciendo y los cafés estaban muy animados. La plaza estaba iluminada y las fuentes creaban un ambiente muy agradable.
Cambiamos dinero en una casa de cambio y nos daban por €100 2700 liras turcas.
Cenamos en el restaurante 100 miluska te lo recomendaba la guía lonely Planet pero había mucho ruido punto nos subieron a la planta de arriba pedimos una pizza local y baklava de almendra.
Al día siguiente nos esperaba la excursión al Monasterio de Sumela y alrededores.
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