8 de noviembre de 2022

TANZANIA: LOS COLOBOS ROJOS DE ZANZÍBAR

 

Hoy decidimos visitar el P.N.Jozani Forest para ver el mono colobo rojo, una especie endémica de la isla de Zanzíbar.



Este primate también es conocido como colobo de Kirk, debido a su descubridor, el explorador Sir John Kirk, (1832-1922) antiguo compañero del explorador David Livingstone. Fue además cónsul y residente en Zanzíbar.



Una de sus características principales del colobo rojo es que tiene la espalda de color rojizo. Es una especie rara en África y en total constan 2907 colobos de este tipo que se encuentran precisamente en este bosque, la Reserva de Jozani.



Estos monos se aislaron del resto del país hace unos 15000 años. La diferencia, aparte del manto rojo en su espalda es la forma de llamada y la alimentación como hábitos. Tienen el pelo blanco en forma de corona y gris.




Puede vivir en la zona de Jozani y  en otras áreas más secas, además de manglares y zonas agrícolas. Aunque legalmente están protegidos, se encuentran en vías de extinción y la conservación de la Reserva de Jozani es primordial para la supervivencia.



Cuando llegamos al parque nos hicieron pagar 12000 chelines tanzanos cada uno y nos asignaron un guía para ir en un pequeño grupo de 8 personas.




Los colobos son muy sociables, pueden llegar a vivir en grupos de 30 a 50 monos. Comen hojas, flores, semillas, frutas… En el bosque abunda el árbol Black Plum, el Fig y el Mahogany rojo. También el almendro indio, cocotero y mango.



No pueden digerir directamente la fruta del árbol pues contienen mucho azúcar las muy maduras. Pudimos observar durante veinte minutos como se desenvolvían en su propio hábitat, saltando de rama en rama, comiendo y jugando mirándonos curiosos, además uno de ellos, al acercarse tanto pensé que iba a saltar sobre mi cabeza.




Nos llevaron a otro lado del parque a 2km y una vez allí caminamos a través de una pasarela en un ecosistema totalmente diferente, en zona de manglares.



Estos manglares sirven para controlar los tsunamis pues éstos paran la velocidad de las olas. En este agua salada se pueden ver todo tipo de raíces que luego van creciendo sin apenas hojas y son de color verde oscuro y negro.



Atravesamos un arroyo y al terminar la visita afuera había un grupo de músicos tocando e invitando a la gente que allí se encontraba a bailar. La mayoría de africanos que se congregaba allí junto a algún extranjero, bailaron al son de los tambores.   


1 de noviembre de 2022

TANZANIA: LA MÚSICA TAARAB EN ZANZÍBAR

 

Por la noche, después de cenar en el Mercury, deambulábamos por el Paseo Marítimo de Stone Town cuando unos chavales nos preguntaron si habíamos escuchado alguna vez la música Taarab.



Les contestamos que no la habíamos escuchado nunca en directo pero sí habíamos leído algo sobre ella. Nos quisieron acompañar al lugar donde hacían los conciertos pues algunas noches tocaban este tipo de música  y dejándonos llevar les seguimos.



El lugar se ubicaba en el antiguo edificio de las Aduanas, que se encontraba algo destartalado, pero era enorme y precioso. También servía como centro cultural con talleres y exposiciones.



Entramos despidiéndonos de nuestros acompañantes dándoles las gracias y subimos para ver primero la exposición que se dividía entre la primera y segunda planta. Los cuadros y fotografías de los artistas locales trataban sobre la vida cotidiana de Zanzíbar y se complementaban con bellos retratos.




Subimos a la azotea a través de unos escalones que nos hacían casi trepar por la altura que tenían, como cuando uno sube una pirámide. Fuimos de los primeros en llegar y mientras pagábamos la entrada, poco a poco iba viniendo gente, mayoritariamente turismo.  

  


Aunque la música taarab se toca en Tanzania (especialmente en Zanzíbar) y Kenia, las canciones y bailes de los Dhows Culture tienen influencia claramente del Sur de Omán, amenizadas por instrumentos como el laúd árabe, violines, tambores y el más típico de todos, el qanun.



La sala era amplia y con las ventanas abiertas, las cortinas azules se mecían dulcemente, se asemejaba a un jardín de los vientos. Habían decorado un poco la habitación para el evento.



Ya sentados, esperábamos la llegada de los músicos que empezaron a salir ocupando cada uno su sitio: cinco violinistas (entre ellos una mujer), el que dirigía el concierto con su laúd y el que tocaba el qanun, además de una cantante que interpretaba cantando y que con su mirada y gestos nos iba haciendo comprender el significado de sus canciones.




La cantante más famosa fue Siti biti Saad, nacida en Tanzania en 1880 y fue pionera del género. Famosamente llamada como la “madre del taarab”, cantaba en suajili, grabó unos 150 discos y más de la mitad de ellos los hizo en la India.




Los allí presentes disfrutamos con la música y la cantante en mitad del concierto, al verme tan entusiasmada me sacó a bailar. ¡Qué vergüenza! pero me cogió de la mano y yo seguía sus pasos intentando imitar los gestos que ella hacía. El concierto duró hora y diez minutos. Fue una velada de sentimientos y emociones a ritmo de una música envolvente y sensual.