22 de junio de 2022

MADEIRA: LOS CARREIROS DO MONTE

 

Por la mañana nos dirigimos hacia el teleférico que se encontraba a unos veinte minutos caminando desde el hotel, pagamos las entradas y montamos. 



Desde lo alto veíamos una gran panorámica de Funchal destacando el verde de sus montañas. En unos minutos llegamos A la cima.




Visitamos otro de los jardines emblemáticos de la ciudad de Funchal, el Monte Palace Botanical Gardens. 




Pagamos la entrada y visitamos el Museo de Arte Africano con esculturas interesantes de varios países  y el Museo de Minerales.




Seguimos con el sendero de laurisilva hasta llegar más abajo al lago central rodeado de grutas, pasarelas, esculturas, azulejos y sobre todo flores y plantas típicas del Mediterráneo, tropicales y endémicas. Parecía un auténtico paraíso.




En el centro del parque se encontraba la antigua casa del Cónsul británico Charles Murray. De ahí subimos hacia los jardines orientales con reminiscencias japonesas y chinas.




Había un gran puente chino en forma de pasarela, unas puertas Tori, incluso réplicas de los guerreros de Xian y estanques con peces Koi, las típicas carpas que llegan a alcanzar hasta los 100 años.





Recorrimos el sendero de la zona norte donde pudimos observar en sus muros una colección variada de mosaicos antiguos, arcos y murales representando los 4 elementos.




Saliendo nos dirigimos hacia la zona donde se encontraban los “carreiros” do Monte. El día anterior, los habíamos visto junto al Santuario de Nuestra Señora de Monte.




Estaban esperando a los turistas para montarlos en sus carros y llevarlos a través de una larga calle cuesta debajo de 2 km, hasta casi llegar a la costa. 



Se decía que el recorrido entero se hacía con curvas y era de lo más emocionante. Así que nos animamos a vivir este divertida y curiosa experiencia.




Los carreiros do Monte llevan más de 100 años de tradición. Antaño servía como sistema tradicional de carga de mercancías por la larga pendiente de Monte y a día de hoy se ha convertido en una atracción turística, llevando dos personas a más de 30km por hora por una pendiente de más de 500 metros.




Los cestos eran de mimbre y madera y llevaban cojines para acomodar a los clientes. Una vez abajo, después de una buena dosis de adrenalina, bajamos del carrito y vimos cómo se organizaban los carreiros para volver a subir. Cada carro lo llevaban dos hombres agarrando unas cuerdas y los zapatos de goma que calzaban iban frenando cuando venían las curvas.  




Pregunté a uno de ellos cuantos años llevaba como carreiro y me contestó que llevaba unos 20 años pero que con la pandemia estuvieron sin trabajo. Iban ataviados con pantalón y camisa blanca y sombrero de paja con el nombre de la isla.   




Abajo esperaba un autocar que trasladaba a todos los carreiros de vuelta y los cestos eran subidos a un camión para volver a empezar en la cima.


21 de junio de 2022

MADEIRA : UNA EXCURSIÓN POR EL ESTE DE LA ISLA

 

Esta mañana realizamos una excursión con la agencia Madeira Sunrise Tours, donde recorrimos la zona este de la isla. Empezamos con la subida al barrio de Monte, a 550 metros.s.n.m. 





Visitamos el Santuario de Nuestra Señora del Monte, siendo ésta la iglesia principal de la isla y la que le da el nombre al barrio. En ea iglesia yacían las tumbas de antiguos emperadores de Austria y Hungría. 




La ermita original fue derruida y en 1741 se colocó la primera piedra para construir la actual iglesia, dedicada a Nossa Senhora do Monte.  Más tarde fue dañada por un terremoto  y posteriormente reconstruida en 1818. Desde el balcón se apreciaba una bella vista de la capital de Funchal.


 


Seguimos subiendo a 1818 metros al Pico de Aveiro, una de las zonas más altas de Madeira pero la niebla espesa apenas nos dejaba ver el monte, aunque si pudimos ver plantas como la ginesta, la flor amarilla típica del Mediterráneo.



Siguiendo la ruta, llegamos hasta Riveiro Frío, lugar idóneo para realizar una pequeña caminata de senderismo que nos llevó por la “levada”  que son unas canalizaciones de agua con pendiente para transportar el agua de la zona norte de la isla, donde suelen haber más precipitaciones y  llevarla hacia el sur, con el clima más seco.



Caminamos hasta llegar a Balcoes, un mirador espectacular con bosque de laurisilva. Luego continuamos caminando por un sendero que bajaba hacia varias poblaciones. 





En esta zona había un tipo de bosque de laurel que abundaba en el pasado y fue inscrita en la lista de Patrimonios de la Humanidad en 1999, por su diversidad de flora y fauna endémica y por estar cubierta casi en su totalidad de un ecosistema forestal primario.



En Riveiro hacían cría de truchas que se podían degustar en sus restaurantes.



Continuamos con el vehículo hasta Santana, una de las localidades más famosas por sus típicas casas triangulares, donde hicimos una parada para tomar algo y visitar alguna de sus casas. 






En el interior de ellas, (la mayoría eran casas museo) vendían productos típicos para degustar, así que probamos el vino de madeira seco con un “bolo de mel” que estaba delicioso.




Era una lástima encontrar tan pocas casas en el pueblo, pues apenas quedaban cinco o seis pero pudimos apreciar que las casas tenían dos plantas donde antaño en la parte superior conservaban el granero y la planta baja era donde se guardaba el ganado.




Paseamos por el pueblo y desde el mirador se veía el Océano Atlántico. Continuamos con el minibús hacia los acantilados de Faial con una vista muy bonita llamada “Peña de Águila”, una enorme masa de roca de 600 metros s.n.m. casi en vertical  que se alzaba sobre el Atlántico.





Continuamos hacia Portela y de ahí hacia Punta Sao Lorenço, un lugar seco, casi desértico pero con hermosos acantilados donde apreciamos unos pináculos en el mar, junto a las rocas. 




En uno de los miradores era casi imposible llegar porque el viento venía de cara, incluso era peligroso pero subimos para ver el otro lado de los acantilados.




Los peñascos que vimos llamados “caballitos de mar”, eran unos trozos de roca volcánica que el Océano Atlántico separó del peñasco original. El rojo y gris de la roca contrastaban con el azul intenso del mar.     




Finalizamos en el pueblo de Machico, el primer asentamiento de la isla y que posee una playa artificial con arena traída de Marruecos. Era una extraña sensación sentirse en la playa con una arena tan dorada pues parecía que estuviéramos en el desierto del Sáhara.




Volvimos hacia Funchal para descansar un rato y salir después a cenar por el barrio antiguo de  pescadores.  





18 de junio de 2022

MADEIRA : EL BARRIO DE PESCADORES DE FUNCHAL

 

Nos encontrábamos en Funchal, Madeira. Alojados en el  centro en el Hotel Sirius, nos acercamos al Mercado dos Lavradores, poco después de llegar de un vuelo de Sao Miguel en Las Azores.



En este mercado que se inauguró en 1940, ofrecen productos frescos de primera calidad siendo el principal centro de abastecimiento de la ciudad de Funchal. La mezcla de olores de las flores y  el colorido y aromas que despedían sus frutos tropicales nos animaba a hablar con sus vendedores.  




El antiguo barrio de pescadores de Funchal había sido rehabilitado en los últimos años gracias al proyecto “Portas abertas”. Paseando por su casco antiguo, vimos que habían pintado las puertas de las casas y parte de sus muros en alegres colores con bonitos dibujos y motivos marineros.





Transmitía un cierto aire bohemio. A través de sus restaurantes y cafés a pie de calle, nos llevaron hasta la Fortaleza de Sao Tiago, con los muros embellecidos de color azafrán y daba al mar.




En la entrada había dos coches antiguos (Austin y Rolls Royce) que ofrecían recogerte en el alojamiento, pasearte con uno de esos coches y cena romántica incluida, trayéndote de vuelta al hotel.




Cerca se encontraba la  Capilla del Corpo Santo, construida a finales del siglo XV por los pescadores locales para adorar a su santo Patrón, San Telmo.



Desde aquí nos fuimos hacia la Iglesia de los Jesuitas, junto a la Plaza del Ayuntamiento y la Sé, principal lugar de culto para reunirse y admirar la belleza de su interior profusamente decorado. Los techos son de alfarje con grabados de madera de cedro de Madeira incrustada de conchas, cuerda y arcilla blanca. 

 




Su altar fue renovado en el 2014 y en los paneles góticos representan la vida de la Virgen y la Pasión de Cristo.




Paramos a comer en uno de los restaurantes del barrio de pescadores y probamos el típico plato de la isla, espada con banana. Se elabora con “peix cinto” un pescado muy feo parecido a la anguila, pero muy sabroso haciendo contraste muy interesante con la banana.



Por la tarde cogimos el autobús 31 que nos llevó hasta el Jardim Botánico de Funchal. Este recinto maravilloso ubicado en una ladera mirando al mar, cubre unos 80.000 m2. Data de 1950 y sus jardines son espectaculares.



Había más de 2000 plantas exóticas de todo el mundo y de diferentes clases: endémicas, cactus, medicinales, aromáticas… y la topiaria, la zona donde pudimos apreciar el arte de cortar los setos. También albergaba el Museo de Historia Natural.




Pero lo más destacado era su jardín central coregrafiado con un colorido intenso de amarillos, rojos y verdes siendo un deleite para la vista.



Fuimos después a descansar un poco al hotel y por la noche asistimos al puerto para ver los fuegos artificiales, únicos en el mundo. Se celebraba la Festa do Atlántico, especialmente se hacía cada sábado durante el mes de junio como entrada de bienvenida al verano.




Además de los pirotécnicos en Funchal, se realizaban varias iniciativas culturales por sus calles como actuaciones de circo, musicales…etc. También había espectáculos por el resto de la isla.



La Marina estaba repleta de gente esperando que comenzara el espectáculo de los fuegos y los chiringuitos que había, no daban abasto ofreciendo el típico ponche de ron de frutas variadas y sirviendo gastronomía fast food local.