2 de abril de 2005

JAPON: BEPPU Y LOS BAÑOS TERMALES

Desde Hiroshima salía un tren hacia Kokura para llegar a nuestro destino, Beppu. Llegamos a eso de las tres de la tarde.

Fuimos directamente a Minsuku Kokaje, una pensión tradicional. Nos enseñaron una minúscula habitación (tatami) con los edredones enrollados en el suelo listos para estirarlos. Nos encantó la minuciosidad de la estancia,había una pequeña mesita (kokatsu) con hornillo y cojines para sentarse en el suelo y poder tomar el te que nos tenían preparado. La pequeña pared corredera (shoji) es un tipo de estor que se cerraba con una simple cerradura de gancho.
























Nos colocamos los "yukatas" acompañados esta vez con un nuevo complemento, el “haori” una chaqueta de mangas anchas pero tejida en lana. Los lavabos se encontraban afuera. Nos quedamos dos noches.




Por la tarde nos acercamos a visitar los baños calientes de la ciudad que se encontraban a unos cuatro kilómetros y medio y se encuentran al aire libre. El autobús nos dejaba a las cuatro en punto, así que aun teníamos un par de horas para visitarlos antes de que anocheciera.
 


Desde lejos ya se ven casas antiguas expidiendo humo por las chimeneas. Parece irreal. Sacas una entrada general que te permite ver unos cuantos baños termales pero estos son solo para verlos pues el agua sale demasiado caliente. También los puedes tomar en el interior.



El primero era excepcional. Había una gran laguna como si fuera una locomotora por el humo que aparecía por todos los lados. Se divisaban varias chimeneas a lo lejos desde allí. Parecía una ciudad envuelta en la niebla.






















Beppu es una ciudad muy industrial pero vale la pena acercarse solo ya por la variedad de baños termales.
Visitamos otro de los baños que lo rodeaba inmenso jardín con varias lagunas de diferentes colores, rojo, verde y azul. Incluso había una minúscula piscina donde los japoneses, arremangados hasta las rodillas, paseaban con las pantorrillas en remojo. 

Otra de las lagunas era una especie de jardín botánico con zoológico incluido, aquí los vapores se extendían por los muros y salían por las piedras donde había unos letreros indicadores de “prohibido acercarse” con un demonio pintado en rojo.




De vuelta hacia Beppu, nos percatamos que en una de sus calles estaban cociendo huevos en la misma piedra.






















Nos acercamos a cenar a un restaurante típico donde te sientas en el suelo. La carta era unas tablas de madera colgadas en la pared con ideogramas y el precio en yenes pero con la numeración en japonés. Así que recurrimos a la intuición y elegimos un menú que Francesc había calculado de yenes a euros.






















Nos sirvieron un gran plato de sushi variado que estaba delicioso y sopa de pescado con soja y tofu. Para beber, te verde muy caliente. Los camareros y cocineros nos hablaban en japonés y Francesc que tenía alguna palabra aprendida, les soltó alguna de cuando en cuando y se los ponía en el bolsillo, eso si, se partían el pecho pero con respeto ya que ellos apenas hablaban inglés y no había forma de entenderles.





Ya de vuelta al Minsuku Kokaje, preparamos el futón y nos avisan por teléfono que el baño termal ya está preparado. Es un baño natural con una gran bañera en piedra. En la mayoría de las casas tradicionales hay baños de aguas calientes naturales.
 



Nos dan una hora para disfrutar del “onsen”. Te desprendes del “yukata” y hay que enjabonarse y ducharse antes de meterse dentro. Te sumerges en la bañera, pero el agua está tan caliente que da cosa meterse y añadimos algo de fría. Son aguas naturales que fluyen del suelo porque la zona es volcánica. Es super relajante. A la salida del baño, hay una pequeña sala con toallas limpias donde nos secamos y volvemos a abrigarnos...

...A la mañana siguiente, después de desayunar en Mister Donut, nos dirigimos a la casa Tawarakawa, una antigua mansión de 1879 de la época Edo y que permanece intacta. Está rodeado de casas modernas y no te esperas ver este edificio de madera tan bello en medio de la ciudad. Es impresionante su arquitectura. Actualmente alberga una casa de baños.
 






















Nos acercamos a la taquilla para que nos intenten explicar los diferentes servicios. Nos dan un folleto explicativo en japonés pero en su reverso traducido al inglés. ¡Menos mal! Nos apetece un baño de arena caliente para acabar con el baño tradicional “onsen”. La mujer nos guía hacia las taquillas para que dejemos las cosas de valor y nos explica en su idioma como acceder a las salas, pues cada uno ha de ir a los vestuarios y baños por separado. Más o menos lo tenemos claro. Entramos juntos a una gran sala que parece un ruedo donde se encuentran las “enterradoras de cuerpos” preparadas con sus palas, gorritas y uniformes estilo funcionario y nos dicen que nos estiremos con el yukata puesto.






















Hago fotos del recinto antes de que me entierren. Nos entierran hasta el cuello, así que uno está a espaldas del otro y no nos podemos ver. Amablemente le solicito a la enterradora que nos haga una foto y nos hace dos, por cada lado. Sonríen a pesar de su frialdad. Deben estar acostumbrados pues aquí suelen venir algunos turistas ya que el folleto estaba en inglés.Una vez enterrados, nos quedamos sumergidos unos veinte minutos.
 



Después nos desentierran y cada uno se va a su baño a seguir con el tratamiento. Me desprendo del yukata y me doy una ducha refrescante y me sumerjo en agua caliente. ¡Qué placer! Me acompaña en el baño una señora muy mayor, no sabe inglés pero nos saludamos con una sonrisa.

Paseamos por las calles laberínticas de nuevo y nos vamos a la habitación donde nos espera más te y galletas. En todos los alojamientos siempre hay te verde. Leemos y organizamos lo del día siguiente y seguidamente montamos el futón pues cada día hay que recoger los edredones y enrollarlos para que la habitación permanezca recogida durante el día.