2 de junio de 2022

AZORES: FURNAS Y LOS BAÑOS TERMALES EN ISLA SAO MIGUEL

 

Hoy desayunamos en el buffet libre del Hotel Alcides y decidimos ir hacia Furnas, a unos 60 km de Ponta Delgada, capital de Isla Sao Miguel.



Furnas es un pueblo famoso por sus fumarolas y baños termales. Cogimos un bus desde la estación de autobuses y enseguida partimos a nuestro destino. El recorrido era precioso salpicado de suaves colinas verdes con vacas pastando, nos parecía una bonita estampa. Enseguida comprendimos porqué a Sao Miguel le llamaban la isla verde.




Pasamos por los pueblos de Lagoa y Vilafranca do Campo donde apenas se veía alteración en las edificaciones, el paisaje guardaba una hermosa armonía con las casas de piedra volcánica pintadas de blanco en sus ornamentos y ventanas.



Al cabo de 1hora y 40 minutos llegamos a Furnas y paseamos por campos sembrados de hortalizas donde el sistema de riego se veía a ras del suelo. Todo parecía estar muy bien cuidado.



Paseamos por los jardines dejando el pueblo atrás. Nos encontramos con la Casa Torcida, una casa al revés que en realidad era un transformador. Caldeiras das Furnas se encontraba a 1km de Furnas y es uno de los lugares más curiosos de la isla.   




Cuando nos aproximábamos a Caldeiras das Furnas, ya podíamos ver de lejos las fumarolas que emergían de la tierra, agua hirviendo y creando un fuerte olor a azufre. Los lugareños aprovechan a cocinar el famoso plato de la isla, el "cozido" de verduras y carne sumergidos bajo tierra cocinándose durante 6 horas.




Llegamos a una esplanada donde pudimos observar las burbujeantes aguas de altas temperaturas, entre 70 y 100 grados. El vapor que expedían nos ayudaba a identificar dónde se encontraba cada fumarola.

 


Por el camino bebimos agua de las fuentes con propiedades curativas y listas para beber. Tenía un sabor carbónico,  era de color amarillento y la zona olía a huevo podrido por su alto contenido de azufre. 




Estas calderas son pequeños estanques de agua de lluvia formados en los cráteres de un volcán que explosinó en 1630, ahora ya extinto.    



Volviendo hacia Furnas, pasamos por la Igreja de Nostra Senhora de la Alegría y nos dirigimos hacia el Parque Terra Nostra para darnos un baño en su piscina termal, de aguas ferruginosas.




Pagamos la entrada y entramos en la piscina principal, donde se ubicaba también la casa del antiguo cónsul norteamericano. El Cónsul, allá por el año 1775, hizo construir este edificio como residencia de verano pero más adelante, en el siglo XIX el jardín fue ampliado pues entonces contaba tan sólo con dos hectáreas. Me parecía un lugar espectacular, como perdido en el tiempo.





En el interior de la piscina había unas fuentes con chorros de agua donde salía el agua más caliente. Alrededor teníamos asientos para relajarnos y entre los jardines junto a las duchas y vestidores había un par de jacuzzis.   




Salimos del recinto ya descansados y paseamos por los jardines pasando por la Casa del Jardinero y el Jardín de Flores con las camelias que ya se encontraban por toda la isla, incluso en las carreteras. Fuimos por la Avenida de Ginko Biloba con sus espectaculares árboles y de allí hacia el Lago de Agua Volcánica, junto a la colección de plantas aromáticas y frutas.



Saliendo ya del parque nos fuimos a comer a la Queijaná Furnense, una casa especializada en quesos que tomamos junto a una cerveza fresca. 



Y es que los diferentes quesos que se producen en las Islas Azores son muy gustosos, se dice que por cada habitante, hay dos vacas en la isla, siendo la mayor producción de todo Portugal suministrando el producto a todo el país.


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