17 de septiembre de 2010

ESTONIA: TARTU, CIUDAD CULTURAL

Fecha del viaje: Abril 2010
Extracto de Mi Diario de Viajes:

Hoy visitamos la ciudad de Tartu, la segunda ciudad en importancia después de Tallin. A pesar de no ser tan bella como la capital, si que es una ciudad muy viva con una importante universidad y numerosos museos interesantes.


Nos alojamos en un antiguo hotel de estilo inglés, el Barclays, junto a la ciudad antigua. En la época soviética, el hotel adaptó la decoración y el estilo de lo que era un hotel soviético. El edificio fue construido en el 1922, en plena época del modernismo y siendo ya país independiente fue reformado de nuevo pues aún guardaba el decadente estilo ruso.


Tartu posee personalidad, es un  lugar auténtico en el sentido de que aquí se ve realmente  cómo conviven los estonios y apenas hay turismo. Es esta una pequeña y agradable ciudad que no dejó influenciarse por la época soviética y su casco antiguo se encuentra a rebosar de edificios históricos pintados en color pastel con galerias, cafés, teatros, buenos restaurantes y sus calles peatonales. 


Salimos hacia la colina donde se encuentra una antigua catedral de ladrillo en ruinas.Fue construída en el siglo XIII por los Caballeros de la Orden Teutónica. A pesar de su estado sólo conserva las dos fachadas laterales, el ala norte y sur pero aunque  le falta el techo, se puede ver el cielo. Se encuentra enclavada en una pequeña colina y desde aquí apreciamos el edificio principal de la ciudad, el ayuntamiento.



Cruzamos el Puente del Ángel, construído entre 1836 y 1838 seguido de una superstición local que era mantener la respiración mientras se formulaba un deseo si se cruzaba por primera vez, así que mi deseo espero que se cumpla... más arriba se encuentra el Puente del Diablo.


 

Lo que llama la atención es el idioma que conservan en Vore y Setu, pequeñas  poblaciones ubicadas mas al sur de Tartu. Antaño se consideraba inicialmente un dialecto pero se convirtió como idioma reconocido  aparte del estonio, cuando se firmó la independencia. Sólo lo hablan unos 100.000 habitantes. En Tartu existe el Voro Institut para quien quiera estudiar esta lengua única:




Pero la principal atracción es la universidad donde existen varias facultades. Nos adentramos en ella y  pedimos ver la habitación donde se encerraba a los estudiantes cuando se comportaban mal: por ejemplo el insulto a una mujer requeria encerrarse dos dias, por insultar a un hombre cinco días (vaya, parece ser que el machismo existia por estos lares también). Era una pequeña celda de castigo. En las paredes hay dibujos antiguos y más recientes. La habitación se encuentra en las golfas de la universidad y nos la enseña una señorita muy amable abriendo la puerta con una gran llave. En la actualidad ya no se utiliza. En la puerta consta apuntados los castigos con los dias de encierro que correspondían.


 Hay una pequeña cama y un wc antiguo de madera. Los que permanecían en la habitación (incluso se quedaban durante semanas)debían pagar una sirvienta para traer la comida y limpiar la estancia. Los estudiantes eran señoritos de familias con poder adquisitivo.


Como hay tantos museos elegimos sólo uno, el Museo del Juguete ubicado en un bonito edificio de dos plantas con suelo de tarima. Hay un itinerario señalado y solos recorremos la infancia a través del tiempo, desde juguetes del siglo XIX hasta la actualidad.
  
 
  
Muñecas antiguas, de porcelana, de lana, recortables de muñecas, pelotas, ositos, muñecos de  estilo Spitting Image de la televisión local, marionetas, muñecos de  ventrílocuos, muñecos del mundo, sombras chinescas, juguetes metálicos automáticos a los que se les daba cuerda (¿quien no recuerda aquel monito que tocaba los platillos?) también nos encontramos legos, juguetes reciclados, puzzles antiguos...


Una gozada  para niños y adultos, porque ¿a quien no le gusta de vez en cuando sentirse como un niño? 

10 de septiembre de 2010

ESTONIA: LA CIUDAD MEDIEVAL DE TALLIN

Fecha del viaje: Abril 2010
Extracto de Mi Diario de Viajes:



Recién llegados a Tallin desde Letonia, cogemos el autobús de la estación central que se encuentra a dos kilómetros del centro y nos lleva justo a la entrada de la ciudad vieja entrando por una puerta enorme de piedra que la separa de la ciudad nueva.


Una vez alojados en la Old House Hostel, donde existe una variedad de habitaciones, dormitorios compartidos y pequeños apartamentos, iniciamos nuestro recorrido por una de las ciudades más románticas de Europa.


Nos dejamos llevar por las calles empedradas donde nos perdemos en el tiempo. Tallin te transporta fácilmente a la época del medievo. A pesar de ser la ciudad más turística de las tres capitales bálticas,  preserva ese encanto que a  un viajero le gusta encontrar si uno la visita fuera de temporada, sin masificación de turistas, la sensación es deliciosa. 


Subimos a la colina Toompea, donde antaño se controlaba desde aquí toda la ciudad. Nos acercamos a la  iglesia ortodoxa  de Alexander Nevski, hay misa, la gente se santigua de derecha a izquierda, al revés que los católicos y lo hacen varias veces seguidas. Frente a la iglesia nos encontramos una catedral luterana.

 

Pasear por aquí se convierte en un mágico sueño, no hay casi nadie, sólo parejas cogidas de la mano y es que este lugar incita al amor, al romanticismo, con callejuelas que empiezan a iluminarse llenas de recovecos, con pequeños comercios y casas de cuento...
  


Desde esta colina descubrimos varios miradores y  comprobamos las excelentes vistas.


  
Después de dar un paseo al atardecer, nos vamos a cenar a un restaurante típico Vaenama Juures. El local es precioso, ubicado en uno de los numeros sótanos de la ciudad con techos bajos abovedados y con una decoración sencilla y pequeñas velas que iluminan la intimidad de los comensales. Pedimos unos blinis con caviar y salmón marinado para compartir como entrante. De segundo ternera en salsa roquefort con verduras y mi pareja se zampa un codillo con chocroute. Y es que estas cenas son muy copiosas pero con el frio que hace entran perfectamente en el estómago de uno. Pasamos directamente al Vana Tallín, un licor típico parecido al Bailys. Las camareras, vestidas típicas con cofias y delantales blancos se despiden de nosotros con una sonrisa y nos dicen en español  "muchas grasias".


Hacemos un café en la Raekoja Plats, es decir, la Plaza del Ayuntamiento, que es lugar de encuentro de turistas y estonios.

   

4 de septiembre de 2010

LETONIA: EL PARQUE NACIONAL DE GAUJA

Fecha del viaje: Abril 2010
Extracto de Mi Diario de Viajes:

Esta mañana,  salimos hacia Sigulda, donde se encuentra el Parque Nacional de Gauja, el más antiguo de Letonia. Aquí se puede practicar varios deportes de agua y de riesgo. Es un parque interesante de visitar porque contiene ruinas de castillos en medio de un paraje poblado de pinos. Se encuentra a tan sólo una hora y quince minutos de Riga. 

Salimos del autobús y empezamos a caminar para bajar el desayuno pantagruélico que tomamos en el hotel.  Nos llama la atención que la primera parte del parque sea plana, con calles asfaltadas, como si se tratara de un  parque temático,  así que tengo una sensación extraña al pasear por unas calles asfaltadas rodeadas de arboledas y casas pequeñas, como si fuera un pueblo.

 

Nos encontramos fuera del camino una iglesia luterana que dejaron los alemanes como recuerdo. Dentro nos espera un cura que nos hace una breve explicación y nos sugiere que al final de la visita dejemos una pequeña donación. Destaca en su interior un retablo de hace 300 años. La iglesia fue construida en el años1225 y fue reconstruída en los siglos XVII Y XVIII. Nos encontramos con una exposición de pequeños cuadros realizados con botones. Nos gusta la imagen de San Jorge y el dragón. Incluso te has de acercar para apreciar que son botones lo que estás viendo.



En Sigulda nos encontramos con las ruinas de un castillo medieval, una antigua fortaleza del que quedan sólo dos paredes y que fue construído entre los años 1207 y 1226.  Junto a las ruinas se encuentra otro castillo de principios de siglo XX que en la actualidad es un sanatorio. Me doy cuenta que hay un gran número de sanatorios en el país, y no me extraña. Es éste un país frio, y eso que estamos en primavera, con gente que apenas habla en la calle ni en los transportes, tienen el índice más alto en divorcios de toda la Comunidad Europea, creo que yo también me volvería majara con tanto frio e incomunicación.




Desde aquí vemos la otra parte del parque y una bonita vista del rio Gauja, con el Castillo de Turaida al fondo. Nos dirigimos al teleférico que nos llevará al otro lado del rio. Aquí ya cambia todo, ya nos encontramos en plena naturaleza. Cruzamos solos en el teleférico y apreciamos las vistas con pinos y abetos medio helados y el rio en una bonita combinación de colores blanco, gris, amarillo y marrón. Es una imagen, bucólica y triste a la vez.   




Una vez en tierra cogemos un sendero serpenteado que nos lleva a la Cueva Gütmana. Es famosa por ser la más grande del Báltico y por la leyenda de la Rosa de Turaida. En la misma podemos apreciar grafittis del siglo XV en forma de  inscripciones  corazones...



Cuenta la leyenda que la bella May Rose vivía en el Castillo de Turaida desde bien pequeña y se enamoró de Victor, un jardinero de dicho castillo. Se encontraban en secreto dentro de la cueva (a mitad de camino de los dos castillos). Un malogrado día fue secuestrada por uno de los soldados engañándola haciendo ver que traia una carta de su amado. Cuando llegó a la cueva, la secuestró, pero ella, a cambio de su libertad, quiso entregarle un collar que llevaba indicándole que tenía poderes y que le haría una demostración. Esto quedó en el misterio, pero fue asesinada por el soldado que más tarde fue capturado y colgado por su crimen. Así que existen documentos de la Corte dando credibilidad a esta historia y a dia de hoy se le rinde homenaje a la bella Turaida en una gran piedra grabada en su memoria. Junto a esta nos encontramos un gran cisne merodeando como si fuera el guardián de la cueva.


Continuamos por senderos con lagos aún en deshielo y pinos con los troncos dañados por el frío, incluso hay algún sendero cortado por la caída de árboles que nos hace seguir por la carretera en algunos de sus tramos. En el tramo final hay una ligera subida que nos lleva al Castillo de Turaida.




Es su interior alberga el patio principal y en sus salas se exhiben la vida del castillo durante los periodos de 1319 hasta 1561. No hay nadie en el recinto y subimos a la Torre de las Mazmorras, desde aquí apreciamos unas vistas del Parque Nacional de Gauja.


Muy cerca del castillo hay  un pequeño sendero y llegamos al Jardín de las Dainas, con esculturas en piedra que simbolizan a los heroes letones que se inmortalizan en las Dainas, canciones tradicionales del país que expresan acontecimientos como el nacimiento, las bodas y la muerte. Volviendo hacia la entrada localizamos la tumba de la Rosa de Turaida .