Este
verano queríamos visitar Helsinki y alrededores para celebrar mi 60 aniversario. Una vez en Finlandia, decidimos para esta fecha ir a Porvoo, una de las ciudades más antiguas del país, al
sur de la costa de Helsinki.
Para
ir a Porvoo se podía contratar el barco a vapor Runeberg que sesteaba tranquilamente
en el puerto. Hace todos los veranos el trayecto en ida y vuelta Helsinki-Porvoo-Helsinki.
A
eso de las 930 hrs ya podíamos embarcar para salir del puerto de Kauppateri a
las 1000hrs. El trayecto duraba unas 3hrs y media y era una gozada para
nuestros ojos, pues durante la travesía el paisaje era muy relajante, formado
por varios islotes y a medida que avanzábamos, más abundante era la vegetación.
El
barco se dividía en tres plantas con varias estancias interiores.
Nosotros elegimos la última planta para poder tomar el sol y apreciar mejor las vistas.
Esta
embarcación emblemática comenzó a realizar servicios desde 1912 y mide unos
28,89 metros de eslora. Desde el 1937 ostenta su actual nombre, en honor al pastor
luterano y poeta Johan Ludvig Runeberg, que estuvo viviendo en Porvoo durante
la última etapa de su vida.
Media
hora antes de llegar, atracamos en un pequeño puerto para recoger a tres
personas más. Cuando finalmente llegamos a Porvoo, nos fuimos directamente
hacia el centro de la ciudad.
Queríamos ir a la pastelería Helmi & Tea House, un lugar lleno de encanto con terraza para tomar un café y probar el típico pastelillo Runeberg. En la caja, las camareras iban vestidas de época con antiguos mandiles y cofias. Les pedimos un encendedor porque quería soplar las velas en el minúsculo pastel.
Su
interior estaba decorado profusamente con cuadros, maniquíes, vajillas,
algún vestido y algún camarero de cartón que sostenía una bandeja con varios billetes
del mundo.
Salimos a la terraza para celebrarlo de una forma más discreta y una señora al vernos,
nos quiso hacer la foto de rigor y posamos con los cafés,
las velas (una en cada pastelillo) y una sonrisa para la fotógrafa, que me felicitó
y le di las gracias por el detalle.
El
pastel era el que el poeta Runeberg se comía cada mañana elaborado por su
esposa y contenía bizcocho de almendra, mermelada de frambuesa y ron.
Quise ir al lavabo y había que indicar en el mismo pomo de la puerta un
código de cuatro números que venía impreso en la cuenta. El lavabo era minúsculo, pero tenía la
particularidad de tener un retrato de “La Gioconda”. ¡Qué categoría!
Saliendo de la cafetería nos fuimos a pasear por la ciudad vieja y pudimos apreciar las magníficas casas de colores de los siglos XVIII y XIX, las encantadoras tiendas... etc. Visitamos la Catedral, la Tuomiokirkko, que contenía un magnífico púlpito. La catedral fue construida en el siglo XV en piedra y madera y se encontraba ubicada en un cerro.
Pero lo que más nos llamó la atención son las casas rojas que se encontraban en la orilla del río pues formaban un precioso reflejo en el agua creando un paisaje bucólico.
Ellos te dirian: Hyváá syntymápáiváá! (Feliz cumpleaños).
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