Hoy dedicamos el día para ir hacia el norte de la isla de Dominica en Portsmouth.
Un mini bus salía del centro (desde donde cruzamos cada día el puente) y tan sólo estuvimos veinte minutos esperando a que se llenara.
No había ningún turista en el autobús. Antes de partir, un rastaman nos cobró el importe. Era el mismo que conducía y lo hacía como un rayo, era un poco temerario.
En muchas partes se escuchaba música reggae y la gente era agradable. A Portsmouth se llega en una hora y cuarto por una carretera de la costa oeste, la parte que da al mar Caribe.
Primero paramos en el Indian River, llamado así debido a que el conquistador Cristóbal Colón creía que había llegado a la India y lo llamó así. Luego llegaron los franceses y posteriormente los ingleses.
Compramos primero el permiso del Site Pass, una tasa que se paga al gobierno por cada entrada de parques nacionales. Luego los oficiales te lo piden y lo marcan. Hay también un pase semanal.
El Site Pass que compramos costaba 13,35 EC por persona. Hablamos con el barquero que se llamaba Fire como la barca que llevaba e hicimos con él un recorrido de una hora y media.
Nos llevó a través de bellos manglares remando a pulso, era un paisaje un tanto bucólico y relajante.
Fire nos iba enseñando diferentes especies de árboles como el dragon blood tree y plantaciones de copra abandonadas. Vimos mangos, cocoteros, hojas llamadas orejas de elefante, algunas especies de pájaros, peces y cangrejos.
Paramos delante de la casita que hicieron expresamente para la película de “Piratas del Caribe” . No dudamos que este era un escenario natural para cualquier película de aventuras.
Le pregunté a Fire si su nombre era porque cuando se enfadaba se ponía furioso como el fuego y éste se reía a carcajadas con sus dientes rotos.
Era un tío simpático, le dije que me gustaba su barca porque la tenía como nueva en comparación a otras que habíamos visto.
Estaba muy bien cuidada y pintada con colores de la bandera del país. Fire llevaba un pañuelo en la cabeza y vivía de su barca de 5 a 6 meses al año, el resto no trabajaba y vivía simplemente.
Es curioso pues al preguntarle si los demás que iban en otra barca pagaban lo mismo me dijo que no, que pagaban más pues venían del crucero e iban apiñados en barcas más viejas.
Así que evitamos a la gran turistada. No obstante, cualquier excursión salía cara. Pagamos al salir y nos deseó buen viaje y larga vida.
Salimos andando por la Prince Rupert Bay y cruzamos Portsmouth, la antigua capital que dejó de serlo por una epidemia de malaria y fue Roseau definitivamente la que pasó a ser la capital de la isla.
Había bonitas casas de madera asomadas a la hermosa bahía de la que se enamoró Francis Drake, el famoso pirata.
Llegamos a la Prince Purple Beach y aquí encontramos pelícanos y algún lugareño sentado en medio de la playa bajo la sombra de una pérgola.
Finalmente llegamos andando al Cabrits National Park donde se encontraba el Fort Shirley, un antiguo fuerte renovado en el 2017 totalmente nuevo.
Desde los cañones nos asomamos a la preciosa bahía y nos quedamos contemplando la vista.
Después visitamos las estancias de los oficiales. En el interior había escasa información.
Sí se mostraban unos dibujos muy bonitos de cuando los cimarrones lucharon contra la esclavitud: negros ingleses y franceses enfrentándose, otra imagen mostraba mujeres bailando y una pareja de negros en libertad.
Salimos hacia la estación de Portsmouth y cogimos el mini bus de vuelta a la capital, Roseau.
Al atardecer nos acercamos a la playa para ver la puesta de sol.
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