18 de septiembre de 2017

PALESTINA: EN LA CIUDAD DE BELÉN

Desde la Puerta de Damasco salimos en trambús hacia la ciudad de Belén, asegurándonos que llevamos el pasaporte con la Blue Card, el visado para volver a Israel. En tan sólo 1 hora llegamos a nuestro destino.


Traspasamos a pie el muro de la vergüenza que separa Palestina de Israel y ni tan siquiera nos piden documentación. Es la dura realidad: durante décadas la historia se repite como en tantos otros lugares acontecidos, el apartheid de Sudáfrica, el Muro de Berlín, las guerras, las atrocidades, impedimentos, vejaciones y torturas que sigue sufriendo el ser humano para coartarle lo más preciado, su dignidad y libertad.  


Cuando salimos del muro, ya en Palestina,  hay una cola de taxis y nos vamos con un árabe hacia el Al Syrian Guesthouse. Es una casa preciosa del siglo XIX  con varios patios interiores. 


Afuera hay una placa que indica que esta casa sirvió como  casa de peregrinaje durante el período otomano. Ha sido restaurada con buen gusto y muchos detalles. En el hotel hay una pareja de recién casados y nos permiten hacerles una foto.


La ciudad palestina de Belén, (Bayt lham en árabe) se encuentra ubicada en los Montes de Judea. Tiene un gran significado para los fieles cristianos  pues es aquí donde Jesús nació. Vamos a visitar la Iglesia de la Natividad que data del siglo IV D.C. 


 Los cruzados fueron reduciendo la entrada para no dejar pasar a los caballos de los enemigos. Su interior es enorme y ricamente decorado y apuntalado en cada lado pues da la sensación que en cualquier momento los muros se van a desmoronar.


Hacemos cola para poder entrar en el Santo Sepulcro que es el lugar donde Jesús nació. Justamente es este sitio donde se sitúa una estrella de 14 puntas en el suelo y los fieles se agachan para besarla. 


A un lado a la derecha, donde se encuentra una pequeña gruta, es donde los Reyes de Oriente se colocaron para adorar al niño Jesús. Un sacerdote se acerca para regalar a los fieles una estampita. Salimos.


Las reliquias que contiene el Gran Altar son de gran valor pero aunque formen parte del Patrimonio de la Humanidad, los iconos y la iglesia necesitan una restauración urgente. Otros permanecen en buen estado.


Nos dirigimos a la plaza principal y por la Calle de la Estrella nos encontramos con el Museo de Belén, que son dos casas antiguas de arquitectura palestina y donde se exhibe la vida del siglo XIX. 



Una mujer nos muestra los típicos artilugios del hogar. Muchas de las familias de Belén donaron sus objetos para exhibirlos. Nos va abriendo las puertas de cada estancia y cerrándolas. Cada estancia se encuentran en diferentes niveles.


Por la calle que va a la Gruta de la Leche Derramada, nos encontramos con alguna fábrica donde varios artesanos trabajan la madera de olivo para hacer belenes. Cómo no! Es frecuente que pongan los belenes expuestos en la calle durante todo el año aunque no sea Navidad.



Nos encontramos con un palestino muy simpático, tiene una tienda de ultramarinos. Es de madre libanesa, le compramos dos cervezas palestinas. Nos deja sentar pues afuera hace bastante calor. Le preguntamos si conoce a alguien que nos pueda llevar al día siguiente a Jericó. Nos dice que conoce a un señor mayor que lo puede hacer, va a avisarle por teléfono. Nos dice que Mohamed es un buen hombre y no nos cobrará caro. Finalmente lo llama y acordamos el precio. Quedamos para que mañana nos venga a buscar al Guesthouse.  


Llegamos a la Cueva de la Leche Derramada. Bajamos a la gruta . En un folleto se explica que en la huída de José y María con su recién nacido, se escondieron en esta gruta para evitar que mataran al Niño Jesús, por orden de Herodes, porque corría la voz que Jesús era el Nuevo Mesías.  


En esta cueva, María amamantó a su hijo y derramó una gota de leche. Esto hizo que la roca se convirtiera en color blanco. Y es que en estas tierras bíblicas y tan místicas uno podría creer que los milagros existen.

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