22 de agosto de 2023

ISLANDIA : HÚSAVIK Y LAS BALLENAS JOROBADAS

 

Por la mañana llegamos a Húsavik, una pequeña localidad a las orillas de la bahía de Skjálfandj, al norte del país. Antes de llegar al alojamiento fuimos al baño termal Geo Sea que se encontraba a las afueras de la ciudad.



Kusavik tiene un puerto importante, paseamos por el litoral donde había barcas atracadas de los pescadores con sus redes y desde donde se apreciaba una bonita vista. 




Al final del muelle había una lonja y fábrica de bacalao donde los trabajadores realizaban el despiece e iban separando las cabezas (pues suelen utilizarse para hacer sopas y caldos). Los hombres iban colocando las piezas en unas cajas para distribuir por el país y su exportación.




Más allá se encontraba la fábrica de hielo donde se depositaba en grandes envases y más adelante se acumulaban los sacos de sal marina que distribuían por todo el país.




Volviendo hacia el puerto vimos que desde ahí salían las embarcaciones para avistar las ballenas jorobadas. Subimos por una loma donde había lindas casas de madera pintadas de alegres colores con sus nombres.




Había un hotel de varias estrellas mirando hacia la bahía y delante se encontraba una placa conmemorativa de astronautas como Neil Amstrong y otros que estuvieron entrenando en Islandia para los viajes que realizaron a la luna en los años 1965 y 1967.



Bajamos de nuevo hacia el puerto porque ya era la hora del embarque. Estos grandes barcos antiguos de pescadores se restauraron y actualmente se utilizan para el avistamiento de las ballenas y otras atracciones turísticas.



Conforme fuimos entrando el guía del barco nos iba entregando unos trajes tipo “Pescanova” para protegernos del frío como cuando ellos salen a pescan en altamar. El trayecto duraba unas tres horas.




Navegamos a través de un paisaje espectacular a pesar de que iba acrecentando el frío. Fue un momento emocionante cuando nos íbamos acercando a la zona rocosa porque era allí donde las ballenas jorobadas se podían localizar ya que en esa zona se encontraban todos los nutrientes.



Varios delfines de cuello blanco daban brincos saludando para que los observáramos. Mientras, el capitán de barco y su tripulación iban buscando la presencia de ballenas. Uno de ellos, encaramado al mástil empezó a dar señales cuando vio donde se encontraban las ballenas porque los barcos se aproximaban a la misma zona.



Cuando llegamos, vimos a una ballena jorobada adulta asomarse y enseñó su cuerpo por un instante tras sumergirse y volverse a asomar.



Esta vez pasó por debajo del barco y vimos su delicada piel con sus callosidades. Aunque esta especie de ballena no suele medir más de 12 metros de longitud, nos parecía enorme. Fuimos viendo a lo largo del trayecto otras ballenas ya no de forma tan espectacular pero el sólo hecho de haber vivido esas tres horas en alta mar, nos emocionó.




Al volver a puerto nos fuimos a ver el Museo de las Ballenas donde habían expuestos siete esqueletos, uno de ellos de 25 metros de largo, la ballena azul. Esta ballena fue encontrada en la localidad de Skagi en el verano del 2010. Rescataron el esqueleto que lo cortaron en la granja de Asbudi.





La gestación para las ballenas es de 10 meses y los fetos suelen medir de 2,4 a 2,8 metros cuando nacen. El parto se puede realizar cada dos años.

 


La concepción varía según la zona o región. En el Atlántico norte suele ser entre Diciembre y Mayo con temporada alta en el mes de Febrero y los bebés suelen nacer entre octubre y Marzo con temporada alta en Diciembre.



En un video podemos observar como las crías maman de sus madres, salen a la superficie y vuelven a bajar. Los recién nacidos son amamantados durante cinco meses y al final de la fase suelen pesar unos 700 kilos.



Celebramos la jornada en el restaurante Salka con una buena cerveza y sopa de marisco con pan de acompañamiento y mantequilla.




17 de agosto de 2023

ISLANDIA : LAS CASCADAS DEL SUR Y EL GLACIAR MÝRDALSJOKULL

 

Empezamos nuestro viaje por tierras islandesas llegando a Keflavik. Habíamos contratado la agencia Ambar Viajes desde Barcelona. Éramos siete pasajeros y el guía conductor. Esa mañana después del desayuno, salimos hacia las cascadas del sur.




A dos horas de conducción se encontraban las primeras, la cascada Seljanlandfoss donde pudimos rodearla por detrás caminando a través de su cortina de agua de 57 mts.de altura que descarga el río Seljandlandsa. ¡Espectacular! Como era de esperar, llovía así que nos pusimos los pantalones antilluvia y el chubasquero.  




Unos pocos metros más allá se encontraba la Gljufrafoss, la cascada escondida, pues se ubicaba en una hendidura en la montaña. Era un lugar magnífico, pero había bastante gente, aún y así merecía la pena acercarse.




Continuamos la ruta hacia otra de las famosas cascadas, la Skógafoss. Con sus 62 mts. de caída y 32 mts de anchura, junto al río Skógá, le siguía una sucesión de cascadas a través de un desfiladero horadado en la roca.  Era una maravilla visual.





Seguidamente nos fuimos hacia el glaciar Mýrdarsfokull. Una vez llegamos, nos preparamos para colocarnos los crampones y el casco para realizar un trekking de dos horas y media por el glaciar. 



Vimos las distintas formaciones con sus sedimentos, los canales de descuelgue, valles y lagunas. ¡Era un paisaje espectacular!






Volviendo hacia la carretera hicimos un lunch y nos dirigimos a los acantilados de Dyrhólaey, una de las formaciones naturales más reconocibles de la costa sur, era un paraíso para ver y fotografiar aves, sobre todo a los frailecillos o puffins como popularmente se les conoce. 




Era un conjunto hermoso el que se formaba junto a la playa de Vik, de arena volcánica.



Volaban frailecillos y se asentaban en las rocas del acantilado mirando el mar y pudimos ver el arco de piedra a lo lejos y la playa de Raynisfjara donde se encontraban las columnas basálticas hexagonales en forma de cueva y los pilares marinos, conocidos como los troll marinos de piedra. 





Había una novia en la cueva de basalto que posó para mi aunque no se cómo no se helaba de frío la pobre. Y es que a pesar de ser verano aquí las temperaturas bajan en picado de un momento a otro.



Volvimos hacia el pueblo de Vik donde nos alojamos en el Puffin Hotel. Esa noche, después de la cena y charlar sobre la jornada, dormimos como bebés después del intenso día.