Ilha do Mel es una reserva ecológica donde podemos descansar, visitar la isla y dar largos paseos por la playa.
Es un lugar único fuera de los tópicos de Brasil y se asemeja más a una isla de Irlanda con faros, bonitos acantilados y playas enormes donde puedes disfrutar del baño y de la soledad, contemplando las gaviotas.
Desde el fuerte se divisa toda la costa de la isla. Después de buscar pousadas por fin encontramos una que nos gustaba. Se encontraba ubicada en el mismo centro.
Aquí era temporada baja y la mayor parte de alojamientos y restaurantes se encuentran cerrados, punto así que estamos muy tranquilos.
Aprovechamos para ir a la playa y aunque el agua está bastante fría (es el Atlántico y las olas tiene mucha fuerza) nos dimos un baño.
El sol sale a ratos, a veces es tibio y la temperatura suave. Por la noche refresca. Al ser el hemisferio sur aquí hace más frío que en el norte de Brasil. Mañana iremos de excursión para visitar un fuerte que hay al otro extremo de la isla…
Los desayunos en todo el viaje vienen siendo muy completos y es el momento que más disfruto de las comidas.
Al día siguiente salimos hacia Fortaleza aunque el día no acompañaba demasiado, incluso tuvimos que dormir esta noche pasada con manta.
Atravesamos una inmensa playa para visitar el fuerte ya que no hay un camino interior. Al llegar subimos hasta el mirador para ver la playa de la fortaleza. Por la tarde volvimos hacia Brasilia la capital de Ilha do Mel, donde nos alojamos.
Habían dos vistas preciosas que se divisaban: Praia do Farol que es donde van los surfistas y Praia Grande que parece la playa del Planeta de los Simios donde hemos podido practicar nudismo, tomar el sol y bañarnos.
Al final de de la playa había unas gigantescas rocas que daba a otra playa pero el acceso difícil así que mañana lo intentaremos…
…Un día más y tampoco hace buen día pero estamos disfrutando de nuestra isla perdida en el Atlántico, nos sentimos dos salvajes pues apenas hay gente y las playas están vacías.
Por la tarde volvimos a Praia do Farol para ver a los surfistas jugar con las olas. Son rubios de ojos azules y vienen a pasar el fin de semana . Se pasan todo el día con sus trajes de neopreno en el agua y algunos vuelven a la noche a sus casas o se quedan en las pousadas que hay en la isla.
Parecen de origen alemán y es que hace muchos años vino una colonia de alemanes a vivir al sur de Brasil.
La gente local de la isla es muy humilde pero disponen de lo imprescindible. Los niños van al colegio con barcas que les llevan hasta Paranaguá y luego en autobús.
Así que el escaso turismo que encontramos en la isla es de Brasil, te hablan en su propio idioma creyendo que tú también lo eres.
Mañana iremos a Encantada… otra parte de la isla. Estuvo lloviendo toda la noche y creía que saldría el sol pero no una vez más sigue lloviendo y todo está muy gris pero la tranquilidad de la isla me hace sentir bien estoy feliz, en paz conmigo misma. De todas formas reconocemos que nos hemos equivocado al venir en esta época a Brasil.
Francisco es mi compañero ideal, él hace que me sienta bien llueva o truene, tomando las cosas con más calma. Estuvimos leyendo en las hamacas del porche de la habitación escuchando la lluvia.
Nuestra cabaña era de madera en medio de un jardín lleno de plantas tropicales. Aquí el tiempo se para: puedes pensar, meditar pues a veces no reflexionamos, vamos con prisas.
En el fondo sigo esperando que salga el sol. Por la noche escuchamos el sonido de los pájaros, los grillos y demás ruidos nocturnos de la naturaleza.
Esto os hacen recordar que en Barcelona lo echamos tanto en falta ...
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