Hoy llegamos a Río de Janeiro. Dicen que es una de las ciudades más bonitas De Brasil. Si que se aprecia una ciudad bella y rebosante de vida con la alegría de sus gentes que te contagia.
En la playa de Copacabana nos alojamos en uno de sus hoteles.Es quizás la parte más moderna de la ciudad pero sus rascacielos tienen un aire decadente de los años 70.
Nos dirigimos hacia la playa, una de las más famosas del mundo. El paseo marítimo es precioso, te permite dar largos paseos desde una punta a otra.
Aquí, los habitantes disfrutan a tope que la playa y el deporte. Hay incluso máquinas de fitness y aparatos de gimnasia para ejercitar el culto al cuerpo.
Nos bañamos en la playa que tiene unas olas potentes. Vamos sólo con la toalla porque hemos leído y nos han advertido que es peligroso llevar objetos dpotentesa la playa. Nos damos un baño refrescante pero las olas tienen mucha fuerza.
Unos chavales se ponen justo a mi lado casi tocando piel con piel por lo que me agobia un poco pero parece ser que aquí el contacto físico es costumbre.
Tras un rato tomando el sol y disfrutar de las olas del mar se puso de repente el cielo oscuro y desde entonces no paró de llover.
Volvimos corriendo al hotel y por la noche nos fuimos a cenar a un restaurante buffet de “ a kilo” donde te pesan la carne y te la cocinan y es bastante barato. Nos vamos pronto a dormir pues mañana visitaremos el Concorvado y Pan de Azúcar.
¡Nuestro gozo en un pozo! Empiezo a sentirme gafe en esta ciudad. Apenas pudimos ver el Corcovado y ya no pudimos ir al Pan de Azúcar. No ha parado de llover en todo el día y al subir en el funicular que nos llevaba hasta la cima del Cristo Redentor no pudimos ver ni los brazos que miden 27 m de ancho debido a estar cubierto en su totalidad de niebla. Sólo pudimos ver la punta de los pies.
En vista del éxito por la tarde desistimos en subir al pan de azúcar ya que el tiempo empeoraba. En resumen mala suerte pued ni hemos podido hacer fotos por dejar la cámara en el hotel por seguridad. Pero Río parece ser una ciudad como cualquier otra si se toman precauciones.
Lo más divertido de Río es ver las “garotas” con sus minúsculos bikinis dejando ver sus hermosos cuerpos. Francisco quedaba anonadado al ver tanta muchacha bonita jugando con las olas a la orilla del mar y luciendo esos glúteos perfectos. Yo también me alegraba la vista de ver a hombres marcando sus músculos en minúsculos bañadores. La playa es la vida de Río.
Volvemos hacia el Paseo Marítimo. La gente hace footing, va en bicicleta o camina desde Botafogo hasta Barra de Tijuca. En el lado negativo a destacar las “favelas” o chabolas que aparecen tras las montañas, medio escondidas detrás de los rascacielos.
Los mendigos se acercan a los hoteles a pedir limosna pero la policía local los controla y no les dejan estar. No les dejan que merodeen por la zona turística para que no veamos la miseria y para que no molesten al turista. No todo es tan bonito como parece ni mucho menos punto.
Cuando existe tanta pobreza hay algo que no funciona bien…
Dado que nos hemos pasado dos días enteros con lluvia, mañana salimos hacia el aeropuerto rumbo a Ilha do Mel, al sur del país.
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