Aún sabiendo que no podríamos visitar el Archipiélago de las Quirimbas, quisimos llegar hasta Pemba, al norte del país.
Habíamos recorrido más de 3000 kilómetros en maxibombos y chapas y nos apetecía pasar los últimos días en la playa.
Nos alojamos en el Nautilus Pemba, un fantástico hotel ubicado en la bonita playa de Wimbe, de arena blanca y salpicada por palmeras.
En domingo la playa se encontraba muy animada convirtiéndose en la protagonista del día.
Los chavales más jóvenes jugaban en la orilla balanceándose al compás de las olas. Otros, más mayores eran de la provincia de Cabo Delgado y disfrutaban de su día libre en la playa paseando. Nos preguntaron de dónde éramos y quisieron posar con nosotros.
Algunas mujeres se encontraban en la misma orilla pescando con una red y dos cubos, no querían ser molestadas. Los más jóvenes transportaban en sus cabezas mercancías para vender en la playa…
Por la tarde era un jolgorio de gente paseando. La vida en el mar era un espectáculo diferente cada día.
Ayer tarde se celebró una boda en el Nautilus, justo enfrente de nuestro bungalow. Colocaron en la arena sillas blancas e improvisaron un atrio decorándolo con flores.
A las 5pm, con la caída del sol, empezó la ceremonia. Habían arreglado a la novia en el bungalow vecino. Sonó la música y la madre llevó a la novia hacia el improvisado altar. Eran unos 30 invitados, luego cenaron y los novios se quedaron a dormir.
Esta mañana les vimos salir y les felicitamos. Compartimos fotos juntos y nos regalaron el detalle que entregaban a los invitados, una flor de papel con un bombón. Yo les regalé el vídeo que tenía filmado.
Una mañana fuimos a visitar Pemba, a unos 5 km de la playa de Wimbe y como hacía bastante calor cogimos un taxi que nos dejó en la Praça dos Herois. Había una placa indicando que te encontrabas en la provincia de Cabo Delgado.
Asuntos Exteriores de España desaconseja venir a esta zona por la ocupación de la guerrilla pero según la información que la gente nos dió en el país es en el Archipiélago de las Quirimbas donde se encuentran los guerrilleros para controlar el gas.
Muchas de las personas se habían venido a la capital, Pemba, donde funcionaba todo normal. Incluso hubo alguien que nos dijo que nos podía llevar hacia las Quirimbas pero ante la duda, mejor no arriesgar.
Fuimos hacia el mercado. Como en casi todos los que hay en África, la vida se concentra aquí.
La gente era algo más reacia porque apenas ven extranjeros y se sorprendían al vernos. La mayoría de la poblacion es islámica.
Francesc quería ir a una barbería para que le cortaran y afeitaran la barba que llevaba hace días. Eligió una de las tres que encontramos en uno de los pasadizos del mercado.
Mientras a Francesc lo acicalaban, yo esperaba fuera viendo la vida pasar y una mujer al verme quiso que le hiciera una fotografía con su amiga.
El barbero primero enrolló con papel de water el cuello de su cliente, luego le puso la capelina y empezó a cortar con una máquina de afeitar cochambrosa que tenía la tapa rota. Al finalizar le untó de alcohol dejándole la cabeza como una bola de billar.
Saliendo del mercado pasamos por la mezquita donde había un instituto y algunos estudiantes nos quisieron saludar.
De vuelta cogimos un taxi para que nos llevaran a Paquitequete, el distrito de Pemba donde los pescadores malviven de forma precaria pues sus casas son de chapa y ganan lo mínimo para subsistir.
Pero su ambiente es sereno y lleno de belleza. Se ubica en una enorme bahía situada en la punta de la península, formando bonitos paisajes marinos.
Al día siguiente cogimos un vuelo de vuelta de dos horas y media de duración hacia Maputo, para ir finalizando nuestro viaje.
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