8 de septiembre de 2024

ANGOLA: LA BAHÍA DE CABO LEDO Y EL MIRADOURO DA LUA


Cabo Ledo era una pequeña aldea de pescadores con una bella e  inmensa playa. También era un lugar idóneo para el descanso.



Llegamos con el taxista por error al Hotel Eco Carpe Diem  acabando en la montaña ya que el gps nos jugó una mala pasada.



"Aquí suelen venir los surfistas para pasar unos días en plena naturaleza, disfrutar de las vistas y practicar con sus tablas" nos dijo uno de los empleados del hotel.



Nos tomamos unas cervezas contemplando el paisaje mientras esperábamos que nos vinieran a buscar para llevarnos al alojamiento cotrecto que se situaba a 6km junto al mar. Desde la montaña había unas vistas maravillosas.



Finalmente llegamos con el coche del alojamiento, una especie de vehículo que se utiliza para los safaris. Y es que desde aquí se realizaban excursiones al Parque Nacional Kissama. El Hotel Carpe Diem era ideal para ir finalizando el viaje.



Allí nos encontramos con nuestros compañeros de viaje que habían llegado hacia un buen rato.




Justamente al lado se encontraba el pueblo de pescadores donde fuimos a pasear por la tarde.



Las barcas que estaban atracadas en el mar formaban una bella estampa.

 


Unos pescadores salían a faenar y otros iban desenredando las redes para prepararlas al día siguiente.



Francisco se prestó a ayudarles y le preguntó a uno de ellos cuanto costaba una langosta. "Son 8000 kwanzas el kilo" le respondió el buen hombre. 



Había puestos de pescado que se estaban secando al sol y las mujeres lo vendían junto al pescado fresco, otras lo limpiaban formando pequeños grupos. 



Más allá se encontraban unas barcas que acababan de llegar y otras ya reposaban en la arena. Unos niños jugaban en la orilla de la playa y chapoteaban en el agua. 



El poder presenciar la vida cotidiana de esta pequeña aldea y charlar con sus gentes humildes, enriqueció la esencia de nuestra propia persona.



Vimos la puesta de sol y cenamos.




Al día siguiente paseamos por la bahía llegando hasta el final de la playa. Arriba en la montaña se veían los bungalows del Eco Carpe Diem Hotel. 



Nos relajamos en la piscina del hotel. Después de comer nos vinieron a buscar para salir hacia Luanda pues al día siguiente teníamos el vuelo de vuelta hacia Barcelona. Cabo Ledo nos dejó un bonito recuerdo en nuestra memoria.





Antes de llegar a la capital pasamos por el Mirador da Lua, un paisaje espectacular que desde un mirador pudimos apreciar. El magnífico cañón, el color rojizo y sus formas puntiagudas me recordaron a los Tsingi de Bemaraha en Madagascar. 





Hace millones de años que estas estas formaciones se fueron erosionando con el paso del tiempo debido  al viento y la lluvia. Tenía un aspecto lunar,  único.    



7 de septiembre de 2024

ANGOLA : NAVEGANDO EL RIO CONGO

 

Nos encontrábamos en Soyo, en la provincia de Zaire en Angola. Una mañana salimos hacia el Posto Fiscal Fluvial de Manuel Antonio donde el día anterior habíamos contratado un cayuco para navegar unas horas por las aguas del río Congo.




Santos era el barquero con el que habíamos acordado el precio y nos estaba esperando junto a la barca. Nos pidieron los pasaportes y una vez listos y colocados los chalecos, a los diez minutos de trayecto paramos para enseñar nuestros pasaportes de nuevo en un puesto de control.



Continuamos recorriendo la desembocadura del río que tenía unos 20km de ancho. Al otro lado se extendía la República del Congo e íbamos en dirección a Ponta do Padrao y tanto en el control como al otro lado fronterizo estaba terminantemente prohibido hacer fotos.



Uno de los compañeros le dijo a Santos que fuera más hacia allá, éste le respondió que había unos límites que no se podían saltar ya que había hombres de la guerrilla del país colindante con fusiles y que nos podían fácilmente disparar. Así que no insistimos.



Cruzamos el río al límite y cada dos por tres Santos explicaba a los polícías que éramos turistas allá por donde pasábamos, pues muy pocos llegaban hasta aquí.



Navegamos donde se unía el río con las aguas del Océano Atlántico y notamos que las corrientes eran más fuertes pues el cayuco empezaba a moverse con ganas y nos mojamos bastante.




Una vez llegamos a Ponta do Padrao, desembarcamos y nos recibió un militar dándonos la bienvenida. Allí vivían 8 personas, militares que durante la semana controlaban la zona y que volvían el fin de semana a sus casas haciendo turnos con otros compañeros.



Nos acompañaron hasta el lugar histórico donde llegó el explorador Diego Ciao, el primero que exploró la zona, antes de Cristóbal Colón. Sólo se mantenían en el lugar las gruesas cadenas de hacía 500 años. En el interior lucía la cruz conmemorativa de la llegada del portugués.



Nos enseñaron un paisaje natural de playa salvaje donde los mismos militares y voluntarios se cuidaban de proteger a las tortugas. 




La Fundaçao Kissama tomaba parte y estaba dirigida por el Ministerio do Ambiente.



En la Península de Sereia, donde nos encontrábamos, entre los meses de septiembre y noviembre venían las tortugas a desovar a la hermosa playa y parte de ella se encontraba acordonada para proteger los huevos. En Angola existen cinco de las siete especies que hay en el mundo y a lo largo de toda la costa hay varios puntos de protección.


Adoptar tortugas marinas es una manera de contribuir a preservarlas y de esta forma aumenta el número de nacimientos. Projecto Kitabanga tiene una página web para obtener más información sobre las tortugas.



Continuamos nuestra navegación para llegar hasta los meandros de los manglares del delta. Aquí el río se estrechaba y podíamos apreciar mejor a los pescadores como lanzaban sus redes para ganarse el sustento del día. 



Hombres que iban con sus hijos para obtener ayuda y varias barcas que pasaban con lanchas rápidas y que nos saludaban al pasar.



Los manglares con sus raíces salían a la superficie. Se veía y oía también algún que otro mono y alguna ave entre los árboles. Fuimos ya volviendo hacia el puerto y observamos que había un gran trasiego de barcas. Bajamos pagando a nuestro barquero los 20000 kwanzas (unos 18 eu) por el trayecto y nos fuimos a comer al buffet del hotel Nempanzu.


5 de septiembre de 2024

ANGOLA: RECORRIDO POR LA COSTA DESDE NAMIBE A SUMBE


Desde Namibe subimos por la carretera de la costa hasta llegar a Benguela. Pasamos tramos por el interior viendo oasis donde la vegetación era exuberante. Las mujeres trabajaban la tierra sembrada y las montañas desérticas hacían un bonito contraste con el azul del cielo. 




Grandes rebaños de vacas y cabras se cruzaban en la carretera al pasar. 


Hicimos una breve parada en una loma para admirar las vistas.  



Llegamos finalmente a Benguela después de cinco horas de trayecto y nos dimos un paseo por Playa Morena. Habían chiringuitos para tomar cerveza y pinchos y alguna caseta de madera con souvenirs. Hacía un día espléndido y la gente local aprovechaba y se remojaba en el agua.




Por la noche cenamos corvina a la brasa en uno de los restaurantes junto a la playa que estaba deliciosa, pero todo hay que decirlo y es que habitualmente cada noche se repetía lo misma canción, entre pedir la cena y poder comer transcurría fácilmente entre una a casi dos horas.





Al día siguiente nos fuimos a Lobito con un taxi pues se encontraba a unos treinta minutos de trayecto.

 



Paseamos por el barrio  donde se encontraba el Casino Tamariz, Correos, el Hotel Términus  y otros edificios  coloniales. 




Lobito se encontraba rodeado de una lengua de mar. La playa era amplia y cuidada, había algún resort tocando al mar y papeleras con formas de animales. Paseamos por su paseo marítimo.

 



A lo largo del paseo vimos alguna casa colonial y algún hotel. Llegamos hasta el navío Zaire. Estaba ubicado en una pequeña plaza. No se podía subir, pero como no había nadie vigilando, algunos subieron y vieron que en el interior había una pequeña biblioteca. La embarcación permanecía desde hacía años en este lugar convirtiéndose en un pequeño museo.



Este barco fue el responsable de transportar al antiguo presidente de la República  José Eduardo dos Santos el 7 de noviembre de 1961, para entrar en Congo (Leopoville)  la actual República Democrática del Congo, en el ámbito de la lucha armada saliendo de Angola y coordinando las actividades del Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA).. 



Muy cerca del paseo había un gran árbol con muchos pájaros bebés que se entrenaban para volar, saltaban de rama en rama. Eran ibis y daba gusto verlos como espabilaban unos y otros quedaban más rezagados. Le llamamos la guardería. Volvimos hacia Benguela con un candongueiro que contratamos para los seis por 7000 kwanzas, unos seis euros en total un recorrido de cuarenta kilómetros. 


 

Al motorista, (así se le llama al conductor) le dijimos que nos parase en la estación de autocares Macón para comprar los billetes a Sumbe. Hicimos cola y cuando nos tocó el turno nos dieron billetes numerados pero kilométricos, nunca había visto nada igual.



En un parque se ubicaban unas esculturas tipo Mazinger Z y una placa conmemorativa sobre la esclavitud.





Paseamos por la tarde por el Ayuntamiento, el Palacio de Congresos y otros edificios coloniales, el Tribunal, el Palacio das Bolas y la  Igreja do Pópolo. En la Plaza principal había unas esculturas tipo Mazinger Z y una placa conmemorativa. Había un centro de arte donde habían unas gafas gigantes. 

 


Nos fuimos al día siguiente a la estación para llegar a Sumbe. El autocar llevaba retraso y mientras esperábamos en la estación, fuimos al buscar al señor de la taquilla para que nos vendiera los billetes.  



Faltaban unos veinte minutos para que llegara el autocar, según nos dijo el encargado de la taquilla, sólo entonces el buen hombre empezó a emitir los billetes. Cuando llegó el autobús aún no había terminado de cumplimentarlos pero dio tiempo ya que finalmente salimos con hora y media de retraso.



En Sumbe vimos la Igreja de Nostra Senhora da Concepçao en forma piramidal y fuimos caminando por el paseo marítimo donde paramos en un restaurante junto al mar para tomar unas cervezas y gambas al ajillo como aperitivo.



Sumbe era una pequeña población de la costa sin nada en particular pero nos sirvió para aproximarnos al día siguiente hacia la capital, Luanda.