Nos encontramos en el Valle de Göreme y tras el desayuno, Mustafá nos vino a buscar a las 9:30 h. para visitar los Valles de Pasabagy y Zelve, además del Museo de Avanos de la cerámica.
En el primer valle se veían las típicas chimeneas de hadas con sombreros de basalto. Son de origen volcánico y tenían un aspecto fantasmagórico.
Este valle estuvo habitado por monjes. Se podía trepar hasta una de las estancias. El origen de las “Peribacalor”, Chimeneas de hadas que dan fama a la Cappadoccia, se remonta a unos doce millones de años. La región fue un escenario de erupciones volcánicas.
Durante ese periodo de violentas erupciones, los estratos de ceniza se solidificaron formando una roca llamada toba o tufo volcánico que se fue esculpiendo a lo largo del tiempo con el viento, el agua y el hielo.
Más bien parecían falos o setas descomunales, pero en los pueblos de alrededor les llamaban “Kalelar”, (Castillos).
Después Mustafá nos llevó a Zelve, otro valle muy diferente. Con la entrada que pagas en Pasabaglar servía para los dos recintos.
Zelve es un museo al aire libre, siendo en su día un retiro monástico entre los siglos IX y XIII, luego fue un pueblo.
Los valles estuvieron habitados hasta 1952 y se fueron reasentando a los lugareños en los pueblos de alrededor, sobre todo en Aktepe o Nuevo Zelve, debido al peligro que presentaba el lugar para vivir.
A día de hoy es hermoso pasear por el paisaje descomunal de pináculos. A través de senderos pudimos ir al Valle 1 que albergaba el viejo molino, el Valle 2 contenía la Iglesia de las Uvas y en el 3 la Iglesia de los Peces y una pequeña mezquita rupestre.
Este último valle nos pareció de una suma belleza por el color de los pináculos y la vegetación que lo rodeaba.
Después fuimos al Museo de la Cerámica Guray de Avanos, un lugar donde los artesanos tienen sus talleres y con su trabajo realizan una de las cerámicas más hermosas del país.
En este museo subterráneo se exhibían en cuevas, piezas de cerámica de la época del calcolítico. Era un lugar curioso para visitar y poder apreciar las piezas antiguas y modernas.
Volvimos hacia Göreme con el hijo del taxista que sustituyó a su padre, Mustafá y que nos estaba esperando en la puerta del museo.
Desde Göreme cogimos el autobús que iba para Uçhisar. Esta población se encontraba a unos 5 km y en 15 minutos llegamos. Era famosa por el castillo y sus casas afrancesadas, hoteles y restaurantes.
Rodeamos todo el castillo sin pagar la entrada ni tener que volver a subir y bajar pues se veía perfectamente. Por aquí rondaban muchas palomas y pájaros por la infinidad de palomares que había.
Queríamos hacer una degustación gastronómica de cocina tradicional de la Anatolia pues en Göreme era todo muy turístico e impersonal.
Elegimos el restaurante Shaki Konak, un lugar cálido y acogedor donde las mujeres cocinaban los platos como antaño, en el “tandoor”, el horno de barro y con los ingredientes de los pueblos vecinos.
Pedimos unas albóndigas con yogur y tomate y pan tostado y una pasta pequeña artesanal rellena de carne de vacuno con yogur y tomate. Lo servían en vasijas de arcilla.
De postre un soufflé de chocolate y orejones con queso bañados en miel. Todo delicioso. Fue genial terminar nuestra visita por la Cappadoccia, realmente nos impresionó.
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