El 3 de abril del 2024 a las 7:58 horas, en el nivel 7,2 de la escala de Richter un terremoto arrasó el Parque Nacional Taroko destrozando gran parte de sus puentes, pasos y senderos.
Los autobuses que te llevaban hacia el parque y por su interior también habían sido anulados. A día de hoy, ir por tu cuenta no era posible, a no ser que te apuntaras a una visita organizada.
Así que esta mañana nos vino a buscar Santa, el guía de la agencia Island Life Taiwán para hacer la excursión al Parque Nacional Taroko.
Entramos el Centro de Visitantes donde había información sobre la etnia de los Taroko y sobre el parque.
Nuestro guía, Santa, nos enseñó la playa Sintachi, un lugar espectacular con las montañas de fondo aunque no estaba permitido bañarse pues las fuertes corrientes lo impiden, incluso te multan si te ven dentro del agua.
Aún y así el itinerario estaba muy limitado y los trabajos de reconstrucción son lentos, ya que sólo permiten trabajar a los Taroko que es la etnia que siempre ha vivido en las montañas (de ahí el nombre del parque).
Con la llegada de los japoneses ocupando Taiwán, estos aniquilaron a gran parte de la población con bombas de veneno que lanzaban por las montañas, de esta forma no había forma de sobrevivir.
Los Tarokos eran cazadores de animales y también de cabezas humanas que exhibían como trofeos celebrándolo entre ellos y bebiendo vino de arroz.
En la excursión éramos 5 personas: una chica holandesa de Nijmegen, una pareja de escoceses que vivían en Aberdeen y nosotros.
La siguiente parada era subir desde un templo base pasando por un puente suspendido para llegar al Changshan Temple donde en su cima pudimos tocar la campana 3 veces para darte suerte.
Desde aquí había unas vistas espectaculares del río y el otro templo que dejamos atrás en la subida. Hacía un día bonito con sol.
Bajamos y seguimos con el coche hasta la ruta del inicio del Shakadang Trail pero sólo pudimos acceder una pequeña parte para ver el río.
Shakadang significa diente porque hace años se excavó para hacer el puente, se encontró un diente gigante de un animal desconocido y de ahí su nombre.
Seguimos con el coche y paramos en el Ethernal Spring Srine, junto a una bonita cascada. El acceso estaba cortado.
A unos 18 km se encontraba la otra visita al Hsiang-Te Temple construido en la ladera de una montaña en el lado opuesto del río, cruzando el puente Pudú, desde la aldea Tianxiang.
Era un templo budista donde pudimos disfrutar de una vista aérea de los alrededores subiendo unos 200 escalones.
Este templo es conocido por tener la estatua más alta del mundo de Sidigarbah, un bodhisattha venerado por los asiáticos orientales por proteger a los que están en el infierno.
Generalmente se le representa como un monje budista con la cabeza calva y un halo llevando un bastón y un halo cintamāni en la parte superior, similar a la piedra filosofal para iluminar la oscuridad y abrir a la fuerza las puertas del infierno.
Finalizado en el 1968, la sala principal del templo se encontraba cercana a la pagoda Tianfeng y una estatua de Guanyin vestida de blanco.
Bajamos a la terraza para tomar el zumo de ciruela típico del lugar que tenía un sabor característico y muy refrescante. Por allí andaba merodeandi un macaco de Formosa.
Finalizamos la excursión con el Gantian Temple en las afueras de Hualien. Este templo nos deslumbró por su magnitud y por su historia de cientos de años.
El recinto se divide en un gran templo central y una parte superior a la que se accede por una cabeza de dragón y se sale por la cola del mismo.
Es el templo más grande de Hualien, aquí se pueden alojar hasta 2000 feligreses e incluye un restaurante.
Llegamos sobre las 16 horas al hotel y por la noche nos fuimos a cenar a un restaurante tailandés. Pedimos un plato de marisco con arroz y un bacalao al vapor todo muy rico. Satisfechos por la jornada que habíamos pasado, nos fuimos a descansar.
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