Salimos de Asuán con destino a Luxor. Cogimos un taxi tipo limusina con dos parejas más y por el camino paramos para ver los templos de Komombo y Edfu.
La alemana que iba a mi lado le hacía gracia que llevara un abanico para mitigar la calor, a mí me aliviaba, ya le hubiera gustado a ella tener uno. Se lo acerqué dándole aire y lo agradeció sonriendo.
Al llegar a nuestro destino, nos despedimos de la otra pareja que seguían hasta Hurgada, en el Mar Rojo.
Nos alojamos un par de días en unos bungalows con jardín, alejado de la zona del río donde siempre hay más bullicio.
Había un magnífico paseo frente al río con muchas tiendas, sobre todo joyerías, artesanía, cuero y también se vendían babuchas, papiros… el lugar ideal para hacer compras.
Por la tarde visitamos el Templo de Karnak y esperamos a que se hiciera de noche para poder ver el show de luz y sonido. Tengo que decir que el “show” que presenciamos era más bien el montón de gente que había para verlo. No por ello dejó de ser divertido pues siempre hay que buscar el lado positivo de las cosas.
El relato era en francés y el complejo de templos se iluminaba de forma misteriosa, al compás de la música, pero para no descontrolarnos disponían de cuerdas para que nadie se adelantara entre un lugar y otro. La visita era andando con linternas y cada vez que quitaban las cuerdas la gente se ponía a correr para ponerse los primeros en el siguiente tramo.
Una vez acabado el show, volvimos al hotel en calesa pues había muy poca iluminación por la calle.
Al día siguiente visitamos El Valle de los Reyes. Es una bella experiencia poder adentrarse en las tumbas funerarias donde se descubrieron tantos tesoros que los faraones llevaban consigo tras su muerte.
Una vez en las cámaras, bajando por unos escalones que llevaban al subsuelo, pudimos apreciar los frescos de vivos colores e incluso jeroglíficos, muchos se conservaban intactos.
La tumba de Tutankamón era la más visitada. Todo lo que se encontró permanece en el Museo del Cairo que pudimos visitar al peincipio del viaje.
Para ir al Valle de los Reyes hay que cruzar con un ferry y desde allí cogimos un transporte más adecuado, el taxi. También se alquilaban motos e incluso burros.
El taxista era un chico muy guapo y espabilado y hablaba cuatro idiomas. Nos explicó varias cosas curiosas del país y nos invitó por la noche a su casa pero no lo vimos muy claro y optamos por no ir, a pesar de que le agradecimos el detalle.
La zona del Valle de los Reyes es una necrópolis inmensa donde se encuentra la mayoría de los faraones. Este lugar fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979.
Ubicado al otro lado del Nilo en la antigua Tebas, visitamos el Templo de Hatshepsut, cerca del Valle de los Reyes. Era un templo funerario dedicado a Amón-ra, el Dios del Sol.
El templo posee tres terrazas con columnatas de gran tamaño. Sus terrazas escalonadas alcanzan los 30 metros de altura. Había un relieve precioso del faraón Tutmosis III ante Sokaris.
La reina Hatshepsut fue la primera mujer faraona y reinó durante varios años. Su hijastro, Tutmosis III, ordenó destruir sus estatuas y retratos que estaban esparcidos por el palacio tras la muerte de la reina. Llegó a ser la mujer con más tiempo reinó en las dos dos tierras, casi 22 años. Hatshepsut significa “la primera de las nobles Damas”.
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