El castillo Rozafa está erigido sobre una colina rocosa en la entrada de la ciudad de Shkodra.
En los lados escarpados de la colina se elevan los muros circundantes que ocupan un área de aproximadamente 9 hectáreas.
En el período antiguo, los muros eran poligonales, de los cuales aún se conservan rastros en la actualidad.
El castillo recibe el nombre de Rozafa en la Edad Media, durante la cual fue ocupado a veces por los eslavos y a veces por los bizantinos.
Dentro de sus murallas se conservan varios ambientes como guarniciones, almacenes, un edificio administrativo, etc.
La superficie interior está dividida por los muros de tres patios, con puertas entre ellos. El tercer patio, que es más pequeño que los demás, se encuentra en la parte más alta de la colina.
En sus muros exteriores, hay salientes rectangulares que reemplazan a las torres, mientras que en el muro exterior, las torres son más densas.
El segundo patio ocupa la parte central y más grande del castillo, separado del primer patio por un muro transversal sin torres.
Dentro del castillo hay cuatro tanques para recolectar agua, cuadrangulares y cubiertos con bóveda, desde los cuales se tomaba agua a través de las bocas de pozos circulares.
El primer patio se comunica con la entrada principal del castillo, frente a la cual, entre los años 1407-1416, se construyó un patio fortificado, un sistema de murallas con curvas afiladas que ocupan la parte oriental del castillo.
El patio consta de una torre cuadrangular de 10 metros de ancho y 20 metros de largo, cuyo piso inferior está cubierto con una bóveda cilíndrica que se extiende desde la entrada.
Deambulamos por sus patios y miradores desde donde se contemplaban unas hermosas vistas de la ciudad, los ríos y el lago.
Cuando ya caía el sol nos fuimos a la ciudad a cenar a una taberna típica de 1696 y degustamos la gastronomía local.
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