18 de junio de 2018

RUMANIA: LA BELLA CONSTANZA

Hoy llegamos a Constanza, la bella ciudad que se encuentra a orillas del Mar Negro. 

La recepcionista del Hotel Voilà, nos dice que en una hora aproximada la habitación se encontrará lista, así que aprovechamos para pasear y ver alguno de sus museos. 


Nos dirigimos hacia la Plaza de Ovidio, donde se encuentra la estatua del poeta romano que fue exiliado por el emperador César Augusto. En el edificio principal de la plaza se ubica el Museo de Historia y Arqueología. Dado sus grandes dimensiones y belleza optamos por  entrar y visitarlo.

En su interior se exhiben retazos de la historia del país. En la sección de arqueología nos llama la atención unos cuernos de mamut. Recorremos desde el período de la prehistoria hasta la época comunista.

En un edificio adyacente medio en ruinas se encuentra el Museo de los Mosaicos donde podemos observar una amplia exhibición de mosaicos con motivos geométricos, florales y algunas vasijas. 


Desde aquí podemos contemplar La Casa de los Leones y otros edificios medio en ruinas pero dignos de ver.


Nos adentramos en el Museo de Arte Folklórico que se encuentra también en un majestuoso edificio. Vemos toda una selección de trajes y objetos de cada región de Rumanía.


Saliendo del museo bajamos por unas escaleras que nos llevan al puerto donde hay restaurantes y bares junto al muelle. 



Nos llama la atención los platos de mejillones que los presentan en gigantescas bandejas, así que hacemos una parada para degustarlos.

Subimos de nuevo y nos acercamos hacia el paseo que rodea “La Península” que es el nombre del barrio marítimo y que se encuentra junto al mar. 


Podemos ver casas de principios del siglo XX, donde está ubicado el Boulevard Elisabetta.

En el parque hay glorietas donde la gente se encuentra descansando o leyendo, para observar el mar o simplemente ver la gente pasar.


Entramos en la ortodoxa Catedral de San Pedro y San Pablo que en su interior contiene bellos frescos. En su exterior hay unas ruinas romanas que la rodean.

Llegamos hasta el faro genovés y a continuación, nos dirigimos hacia el impresionante Casino que se encuentra medio en ruinas. 

El Casino es un edificio imponente que vivió su mayor época de esplendor cuando la aristocracia Europa venía a veranear.


En esa época de nobleza y glamour, los de mayor fortuna cogían el Orient-Express que venía desde Viena, Budapest, y así Constanza se convirtió en la ciudad más famosa vacacional en Rumania por su proximidad con el Mar Negro.

A día de hoy, a pesar de que la mayoría de edificios históricos de Constanza se encuentran medio en ruinas, aún conserva la esencia de esplendor de lo que fue en su día esta ciudad.

14 de junio de 2018

RUMANIA : EL DELTA DEL DANUBIO

Ayer con un taxi desde Cahul, llegamos hasta la zona fronteriza con Rumania para después ir a Galati.  Una vez allí, como no se podía cruzar a pie, nos pusimos a hacer autostop pues al taxista no le permitían pasar más allá y tampoco había transporte público que te llevara.


A los diez minutos nos paró un 4x4 donde iban dos moldavos y una rumana y desde el mismo coche sin bajarnos pudimos enseñar los pasaportes y pasar  a Rumania.  Los moldavos nos preguntaron a dónde íbamos y nos dijeron que ellos también iban a Galati, así que tan contentos nos fuimos con ellos los 75 km. Siempre encuentras en el camino gente maja.  


Una vez en el puerto de Galati, nos despedimos de nuestros compañeros de viaje dándoles las gracias y fuimos a desayunar unas cañas de crema y un café con leche y a esperar el ferry que nos cruzaría al otro lado del Danubio. El ferri se llenó en un santiamén e iba abarrotado con muchos niños, aquello parecía una jauría, menos mal que sólo eran 15 minutos de trayecto.

Una vez en tierra, estaban los minibuses esperando a los pasajeros que salíamos del ferri para recorrer los 68 km que faltaban para llegar a nuestro destino final, Tulcea, que es el puerto principal del Delta del Danubio.

Así que después de la llegada y descansar por la tarde relajándonos en el spa del hotel Delta 3,  ubicado junto al río, continuamos la velada paseando por el muelle y nos fuimos a cenar donde probamos un plato típico de cerdo a la zíngara con un buen vino local.


Hoy estamos dispuestos a disfrutar del día haciendo un pequeño crucero por el Delta del Danubio. Cuando viajamos hace años a Rumania, nos apetecía venir a esta zona pero por falta de tiempo no pudimos, así que aprovechamos este viaje a la República de Moldavia y Transnistria para visitarla.  

Embarcamos a las 9 de la mañana y nos vamos a la parte superior de la embarcación desde donde se puede divisar mejor el paisaje y las aves. Salimos de la parte más ancha del río para después introducirnos en los brazos y ramificaciones más estrechas del delta, al igual que en zonas pantanosas.

En el delta podemos encontrar más de 300 especies diferentes de aves, 45 de peces y plantas que sobreviven en este paraíso natural. Forma parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 1991.


Vemos cormoranes, pelícanos, garzas, grullas, cigüeñas, nenúfares, plantas y otros pequeños pájaros que desconocemos entre  los canales que contienen una abundante vegetación exuberante y en distintos ecosistemas. Hay una zona que no nos está permitida visitar por encontrase estrictamente protegida.

Hay puntos de observación en formas de torres y pequeñas cabañas de madera. También hay poblados con casas de veraneo junto a sus pequeñas embarcaciones amarradas donde la gente disfruta pescando o pasa alegremente el día.


Después de tres horas de recorrido nos anuncian de pasar al comedor donde nos deleitan con una sopa típica del Danubio que contiene verduras y bolitas de pescado. A continuación carpa con vegetales y un pastelito de albaricoque y chocolate para terminar la degustación.   


Subimos  a la proa del barco para tomar un poco el sol y donde continuamos nuestra observación de aves, esta vez más tranquilos y con el motor en punto muerto donde sólo podemos escuchar el canto de los pájaros y nos sentimos felices de encontrarnos en este paraíso natural…



12 de junio de 2018

REPÚBLICA DE MOLDAVIA : UNA VISITA A LAS BODEGAS CRICOVA

Visitar una bodega como la de Cricova es todo un privilegio para quien sabe apreciar el buen vino. Podemos decir que es una de las más grandes del mundo. Sus  120km de laberintos subterráneos lo confirman. La que le precede es la Bodega Milesti Micci, que posee el Récord Guiness por ser la más grande de todas con sus 200 km de laberintos subterráneos, también ubicada en la República de Moldavia.

Y uno se pregunta ¿Cómo es posible que las dos bodegas más impresionantes del mundo se encuentren en este pequeño país y su vino sea poco conocido? Pues porque a pesar de ser un país pobre con baja renta per cápita, se vive principalmente de la agricultura y ya desde la época comunista se exportaba este delicioso vino a toda la URSS, desde Moscú hasta Vladivostok.

Previamente se pide hora concertada para visitarla y si vas con el tiempo más ajustado mejor no perderse esta visita. Nosotros lo gestionamos con la agencia Best Travel, ubicada en la capital.

A las 1115h nos vinoe a buscar Nicolai, el chófer de la agencia pues a las 12h teníamos la visita. Tan sólo se encuentra a media hora conduciendo desde Chisinau. En la entrada esperando nuestro turno nos hicieron la foto de rigor.

Nos montamos en el tren desde el exterior pues es la única manera de acceder a la bodega, (por cierto, íbamos a toda pastilla por los túneles laberínticos). Hacía bastante fresco pues nos encontrábamos a unos 14 grados en el interior para poder mantener en condiciones óptimas la temperatura del vino durante todo el año.

Cada calle llevaba un tipo diferente de uva y con el tren íbamos haciendo varias paradas para ver el proceso de fermentación y producción. 

En concreto el guía vitivinícola nos explicaba el proceso del último vino que comercializaba la marca que es el champán que consiste en una doble fermentación de estilo “champagnoise” que lo hace el Don Perignon: se van eliminando los sedimentos de cada botella y en el último proceso colocan el corcho.  

Se calcula que estas bodegas producen unas 50.000.000 de botellas al año. Vemos las salas principales que han sido visitadas por grandes personalidades y presidentes. 

Por ejemplo, Putin celebró aquí su 50 aniversario. Hay infinidad de colecciones con botellas: una desde principio de siglo XX de 1902, de Jerusalén que tiene un valor de 600.000 euros.

Una parte de las colecciones expuestas pertenecía a Ribbentrob, uno de los ministros de Hitler, que al ser ejecutado, hicieron partición de su colección propia en el castillo donde vivía y una tercera parte sigue conservada en las bodegas. Varios de los presidentes y ministros que visitaron estas bodegas disponen de su propia colección en las bodegas Cricova.


Finalmente nos llevaron a una sala para presenciar un vídeo mientras prepararon una degustación con vino blanco espumoso. Seguidamente nos trasladaron a una gran sala donde degustamos tres vinos y champán. 


Todo acompañado  con sabrosa degustación de gastronomía moldava: “placinta” de patata, verduras, queso fresco más  nueces y galletas de pipas.



La visita duró algo más de dos horas y fue todo un placer, un gran recorrido a través de la historia y el tiempo.

10 de junio de 2018

TRANSNISTRIA : TIRASPOL Y LA FORTALEZA DE BENDER


Nos dirigimos hacia la ciudad de Bender (o Tighina), que se encuentra ubicada en la zona sur del territorio moldavo pero es  controlado bajo la región separatista de Transnistria, un estado de reconocimiento limitado, surgido tras el conflicto postsoviético.


En Transnistria, la mayoría de sus habitantes son de habla rusa, tienen moneda propia y ejercito que es controlado por los rusos. Nicolai, el guía que nos acompaña,  nos explica el porqué de todo este embrollo pues ni siquiera ha sido reconocida por las Naciones Unidas, al igual que el Nagorno-Karabakh, Osetia del Sur y  la Abkhazia.


Pasamos la frontera de forma rápida enseñando nuestro pasaporte y nos entregan un papel de permiso de entrada. Si te alojas en algún hotel o vas a estar más de 24 horas, te piden un comprobante del lugar donde duermes pero todo transcurre de forma sencilla, sin complicaciones.

Nos acercamos primero a la Fortaleza de Bender que se encuentra en medio del campo, en una gran explanada junto al río Dniester. En su entrada nos acompaña una guía local para informarnos sobre la historia del castillo y nos habla del famoso barón Munchausen donde pasó 4 años de su vida.

Hay un pequeño museo donde explica la guerra que hubo entre rusos y turcos en el período otomano. 

Alrededor del gran patio hay cañones decorativos. 


También se puede subir a alguno de sus torreones desde donde se ve una gran panorámica con el rio al fondo.


Una vez acabada la visita recorremos el centro histórico de Bender. Entramos en la antigua estación del ferrocarril donde hay un precioso hall.



El tren-museo permanece cerrado pero opto por hacer una foto a la preciosa locomotora.


Vemos la Iglesia de la Santa Joachím y Anna, que no tiene nada de especial en su interior pero destaca su exterior en blanco y azul. 


También pasamos por el Arco Soviético y otros monumentos de la época comunista.

En una de las calles principales se encuentra el cine que es digno de ver. El salón principal es circular de estilo soviético, con grandes ventanales y una preciosa lámpara de cristal en el medio con asientos bajos alrededor. El suelo brilla y hay dos mujeres vigilando la sala. Afuera se exhiben carteles de las películas programadas, todas ellas muy comerciales.

Enfrente mismo se encuentra un parque con un busto de Lenin, Hacemos  algunas fotografías. A los pocos minutos de subir al coche, de camino hacia la capital, Tiraspol, nos para la policía para pedirnos los papeles. Es un simple control y nos dejan marchar siguiendo nuestra ruta.

La llegada a Tiraspol que se encuentra a 12km de Bender, se ha hecho esperar. La capital se encuentra llena de edificios que fueron construidos por los militares rusos y que ahora son ocupados por gente de pocos recursos. 

Pasamos delante del Palacio Presidencial con la escultura de Lenin en lo alto. Nicolai me comenta que puedo hacer fotografías pero desde la distancia para no llamar la atención.

Justo enfrente nos encontramos con un panel donde se enumeran todas las personas que lucharon contra los moldavos por la liberación en marzo de 1992. También hay una placa conmemorativa de los que lucharon en la guerra de Afganistán. 

Hacia la derecha vemos el Memorial junto con la llama encendida en honor al soldado desconocido y a los que fallecieron entres los años 1990 y 1992.


Paseamos por el parque que nos lleva hasta el río Dnieper, hay arena en la orilla pues la gente aprovecha a tomar el sol como si fuera una playa. La vida transcurre en Tiraspol de forma tranquila y sosegada. 


Es una sensación extraña pues uno se encuentra un poco perdido en el tiempo, con una fuerte influencia soviética, como en medio de la nada.  Muy recomendable que todo viajero debería conocer.