Después de algo más de una hora
de trayecto en autobús desde Orhei a
Chisinau, nos dirigimos hacia el Art
Rustic Hotel que se encuentra a unos 10
minutos caminando desde la estación de autobuses.
Una vez realizado el check-in
y dejado las mochilas en la habitación, aprovechamos el día para recorrer la ciudad
de Chisinau, llamada también la capital verde.
Junto al Boulevard Stephan Cel
Mare, en la Plaza Principal, se
encuentra el Arco de Triunfo y la Catedral de la Natividad. Su interior posee bellos iconos y frescos.
En su exterior lo rodea el Parque Central bellamente decorado con flores, fuentes y árboles. Junto a este, hay un mercado de plantas.
En la entrada del Jardín Botánico
podemos apreciar la estatua de Stephan Cel Mare o popularmente llamado Esteban
el Grande y Santo.
Fue un antiguo príncipe de la República de la Moldavia que
reinó entre los siglos XV y XVI, trayendo prosperidad al país y que luchó
contra algunos países de la Europa Central que le acechaban y lidió con el Imperio
Otomano por mantener su independencia.
Desde aquí nos dirigimos hacia el
Museo de Historia. Es un edificio imponente y en su entrada nos recibe una
escultura de la Loba Capitolina, en honor a la procedencia latina. El interior
alberga una exposición sobre la historia de la República de Moldavia, en
moldavo e inglés.
En una de sus salas hay un diorama sobre la 2ª Guerra
Mundial. En otra de ellas hay una exposición de relojes e incluso podemos ver
otra de las salas repleta de muebles clásicos que curiosamente se encuentran a
la venta.
Saliendo del museo pasamos por
una zona de cafés y después de una pausa nos dirigimos al mercado de la ciudad,
que se encuentra en pleno apogeo.
Me llama la atención el hangar donde venden
queso fresco, todo limpio y bien organizado. Ver a las mujeres sonrientes con
sus pañuelos y cofias blancas ofreciendo queso fresco y miel, destacando sobre los
puestos pintados de color azul, me llena de emoción y les pido permiso para
poderles fotografiar.
Enfrente se encuentran los
viveros de pescado y la zona de verduras y frutas. Aquí las cerezas y las
fresas son baratas y buenísimas. También venden pétalos de rosas (estamos en el
país de las flores) para confeccionar mermeladas, tartas y productos
cosméticos.
Saliendo del mercado, seguimos viendo puestos de frutas y verduras, además de ropa y utensilios para
cocina y otros menesteres.
Después del paseo hacemos un descanso
en el hotel. Nos encontramos en una habitación cómoda con un pequeño balcón que
da a una calle tranquila y ya al anochecer nos vamos a cenar al restaurante más
típico de la ciudad, el Taifas, que tiene un diseño folklórico pero elegante.
Un hombre nos recibe en la
entrada con un vasito de vino blanco y nueces. Enseguida nos ofrecen asiento y
tomamos unas verduras asadas y albóndigas al estilo tradicional, acompañado
de un tinto Codru de las bodegas Cricova.
En el local se encuentran músicos
amenizando la velada con música del país y brindamos por ellos.
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