6 de junio de 2018

REPÚBLICA DE MOLDAVIA: UN PASEO POR CHISINAU

 Después de algo más de una hora de trayecto en autobús  desde Orhei a Chisinau,  nos dirigimos hacia el Art Rustic Hotel que se encuentra  a unos 10 minutos caminando desde la estación de autobuses.


Una vez realizado el check-in y dejado las mochilas en la habitación, aprovechamos el día para recorrer la ciudad de Chisinau, llamada también la capital verde.


Junto al Boulevard Stephan Cel Mare, en la Plaza Principal,  se encuentra el  Arco de Triunfo y  la Catedral de la Natividad. Su interior posee bellos iconos y frescos.  


En su  exterior lo rodea el  Parque Central  bellamente decorado con flores, fuentes y árboles. Junto a este, hay un mercado de plantas.



En la entrada del Jardín Botánico podemos apreciar la estatua de Stephan Cel Mare o popularmente llamado Esteban el Grande y Santo. 


Fue un antiguo príncipe de la República de la Moldavia que reinó entre los siglos XV y XVI, trayendo prosperidad al país y que luchó contra algunos países de la Europa Central que le acechaban y lidió con el Imperio Otomano por mantener su independencia.

Desde aquí nos dirigimos hacia el Museo de Historia. Es un edificio imponente y en su entrada nos recibe una escultura de la Loba Capitolina, en honor a la procedencia latina. El interior alberga una exposición sobre la historia de la República de Moldavia, en moldavo e inglés. 

En una de sus salas hay un diorama sobre la 2ª Guerra Mundial. En otra de ellas hay una exposición de relojes e incluso podemos ver otra de las salas repleta de muebles clásicos que curiosamente se encuentran a la venta.

Saliendo del museo pasamos por una zona de cafés y después de una pausa nos dirigimos al mercado de la ciudad, que se encuentra en pleno apogeo. 

Me llama la atención el hangar donde venden queso fresco, todo limpio y bien organizado. Ver a las mujeres sonrientes con sus pañuelos y cofias blancas ofreciendo queso fresco y miel, destacando sobre los puestos pintados de color azul, me llena de emoción y les pido permiso para poderles fotografiar.



Enfrente se encuentran los viveros de pescado y la zona de verduras y frutas. Aquí las cerezas y las fresas son baratas y buenísimas. También venden pétalos de rosas (estamos en el país de las flores) para confeccionar mermeladas, tartas y productos cosméticos. 


Saliendo del mercado, seguimos viendo puestos de frutas y verduras, además de ropa y utensilios para cocina y otros menesteres.


Después del paseo hacemos un descanso en el hotel. Nos encontramos en una habitación cómoda con un pequeño balcón que da a una calle tranquila y ya al anochecer nos vamos a cenar al restaurante más típico de la ciudad, el Taifas, que tiene un diseño folklórico pero elegante.


Un hombre nos recibe en la entrada con un vasito de vino blanco y nueces. Enseguida nos ofrecen asiento y tomamos unas verduras asadas y albóndigas al estilo tradicional, acompañado de un tinto Codru de las bodegas Cricova. 


En el local se encuentran músicos amenizando la velada con música del país y brindamos por ellos.

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