Desde Agrigento salimos hacia
Sciacca en autobús. Fue un acierto ya que nos esperaba una grata sorpresa y es que esta ciudad pesquera dispone de
varios rincones encantadores.
Siguiendo nuestra intuición fuimos callejeando en dirección al B&B Porta di Mare que se encontraba situado en el casco antiguo.
Sciacca se divide en tres partes, la zona baja donde se encuentra el puerto con sus barcos de pesca especializada en pescado azul siendo los segundos exportadores de toda Italia, pues el primer lugar es para Mazzaro del Valle. La otra parte es la zona intermedia donde nos encontrábamos, el casco antiguo que contiene las puertas de entrada de la ciudad, iglesias y palacios. La tercera es la zona de las murallas donde se ubica el Castello di Luna. Todo se conectaba a través de escalinatas.
Una vez llegados al alojamiento, nos recibió Antonella, que nos invitó a tomar asiento en su terracita para charlar un rato con ella, mientras acababan de preparar la habitación. Antonella era una mujer eficiente, enseguida nos solucionó el tema de la playa para el día siguiente pues no había autobús que nos llevara. Por un módico precio contratamos un taxi ida y vuelta. Subimos a la habitación que tenía vistas al mar y vimos las escalinatas de bajada al puerto.
Dejamos los equipajes y nos fuimos a recorrer la ciudad. Subimos unas escaleras que nos llevó a la arteria principal del casco antiguo: la Plaza del Duomo. En Vía Roma nos encontramos el Colegio de los Jesuítas, donde nos dejaron entrar tomándonos antes la temperatura como precaución del Covid19 y poder ver el Claustro.
Proseguimos la ruta y antes de llegar a Puerta Palermo nos encontramos la Iglesia de San Giuseppe.
Volvimos por el Lungomare y llegamos a la plaza Angelo Scandaliatto donde se podía
ver una bella panorámica del puerto, los barcos y su litoral.
En la plaza se encontraba el convento de San Dominico y su iglesia. Seguimos desde aquí por unas escalinatas que nos llevaban al barrio Clotilde del Cotogno con sus casas-cueva decoradas con azulejos y en las escaleras y muros habían dibujos de casas y árboles.
El Castello di Luna se construyó
en 1380 y cuenta la historia de dos familias enfrentadas, una normanda y otra
catalana, los Luna. A la princesa Margarita Peralda la obligaron a casarse con
el Conde Luna pero ella se enamoró del joven normando Giovani Perollo.
Finalmente Margarita tuvo que casarse con el Conde, no obstante hubo guerra igualmente entre las dos familias, el castillo se incendió y encontraron al Conde muerto en extrañas circunstancias, pero se sospechó del joven Giovanni que se había vengado de él.
Años más tarde tras un terremoto en 1740, el castillo sufrió varios desperfectos y la torre principal y parte de su interior fueron demolidos. Posteriormente se realizaron obras de rehabilitación en el 1980 para hacerlo visitable. En una de sus torres, contiene un pequeño museo de vestimentas de la época y armaduras.
Al atardecer fuimos al puerto para ver la puesta de sol, era una bonita estampa con los barcos pesqueros y las casas al fondo.
Para terminar la velada, fuimos a cenar a un restaurante de cocina local.
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