Desde la estación de tren de
Milazzo enlazamos con un autobús que nos llevaba al puerto. Allí mismo cogimos un hidrofoil hacia las Islas Eolias. La compañía Liberty Lines nos dejaba en tan
sólo cuarenta y cinco minutos en Vulcano, una de las islas que conforman Las
Eolias.
Vulcano se encuentra a 490 metros
s.n.m. y a una distancia de 25 km del norte de Sicilia. En la isla hay 700
habitantes pero al ser fin de semana los barcos venían llenos. A pesar de que
se encontraba bastante poblada, seguía siendo un remanso de paz.
Llegamos al Hospedaje La Giara que se encontraba a cinco minutos andando del puerto y al entrar en la recepción apareció un familiar de la casa que nos dió las llaves de la habitación para dejar las mochilas.
Aprovechamos que estaba nublado
para hacer la excursión al cráter del Vulcano, que se encontraba a menos de una
hora de subida con un acceso bastante fácil. Siempre me han fascinado los
volcanes y en la región de la Garrotxa había visitado El Croscat y Santa
Margarida, los más importantes de Catalunya, además de otros que ya había visto fuera de mi país.
Justo delante del volcán se encontraba una plataforma de madera donde podíamos ver la forma cónica de 500 metros de diámetro.
Nos aproximamos a las fumarolas bordeando su cono montañoso hacia la zona amarillenta desde donde emanaba el azufre. Lo que no podíamos imaginar es que desde aquí pudimos vislumbrar las siete islas que conforman las Islas Eolias y quedamos prendados del paisaje.
Como apretaba el calor, bajamos para darnos un baño en la playa de Aqua Calda, un lugar curioso donde una parte del agua es caliente con burbujas. Justo al lado había la Pozza dei fanghi, una zona de baños de lodo medicinal para la piel.
Al día siguiente nos fuimos a ver
El Valle dei Monstri unas formaciones rocosas de formas monstruosas entre flora variada y junto a la ladera de
Vulcanello, el pequeño volcán adherido a la isla.
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