22 de octubre de 1998

GUATEMALA : EN EL MERCADO DE CHICHICASTENANGO

 

La llegada a Chichicastenango fue bastante agobiante pues al salir del autobús en el que viajábamos iba lleno hasta los topes y nosotros que nos encontrábamos en medio tuvimos que ir sorteando como pudimos a la gente para poder salir.



El autobús iba a tope y nuestras mochilas llevaban más de 5 minutos fuera. La gente aquí es muy pequeñita y lo van llenando hasta que no cabe un alfiler. Había casi 80 personas dentro del autobús.




Chichicastenango es uno de los municipios más importantes del departamento debido a ser un lugar de relevancia cultural, histórica y turística ya que fue en este lugar donde se encontró el Popol Vuh, libro religioso maya quiché que narra el origen de la humanidad de acuerdo a esas culturas y donde relata la creación del mundo, la historia de los dioses y los orígenes del pueblo quiché.



Antes de llegar a la Posada del Arco, vimos una pequeña fiesta de barrio con hombres llevando grandes cabezas de animales.



La posada nos encantó, solo había cuatro habitaciones, era una gran casa particular con huerto. La dueña Emilda, se nos presentó y nos dio a elegir habitación ya que aún no había llegado nadie. Escogimos una que daba a las montañas de Quiché y al jardín con árboles frutales. Nos indicó que podíamos coger la fruta que quisiéramos. Era un lugar muy tranquilo donde pudimos relajarnos después del duro trayecto.



Por la tarde nos ayudaban a encender la chimenea trayendo la leña. Nos parecía muy romántico y por la noche se agradecía ese calor ya que al encontrarnos a 2000 mts. se notaba el frío de la noche. Don Pedro Macario y su señora no tenían hijos.



La señora Emilda nos comentaba que la gente aquí lo suele pasar bastante mal sobre todo los niños que ni van al colegio. 



Ellos no tenían hijos pero se ocupaban de un chico para pagarle los estudios y tenían a un joven de 12 años que les trabajaba en la obra y le dejaban coger toda la fruta de los árboles. Estaba en edad de puro crecimiento y a veces no sabía de dónde sacaba las fuerzas. Lo tenía trabajando de 8 a 5 de lunes a domingo, una explotación.



Al salir de la casa la calle seguía con el festejo. Nos dijeron que en Chichi siempre andaban celebrando algo. 




Nos gustaba el colorido de los vestidos mayas y las mujeres todas ellas, con rasgos indígenas y niños cargados a las espaldas con grandes pañuelos.




Cerca de la iglesia de Santo Tomás presenciamos un entierro de uno de los cofrades, era una procesión en toda regla por lo que aproveché a fotografiar el momento tan solemne. 



Las escaleras que llevaban a la iglesia de Santo Tomás tenían forma de pirámide. 



En el interior y exterior de la iglesia olía a incienso y se encontraba rebozado de flores. Se sentía el misticismo en este lugar.



Fuimos a caminar hacia el cerro de Del Pastor Psscual Abaj, un dios maya con forma de ídolo de piedra. Se situaba en un altar de piedra en la cima de una colina, a 1,5km de Chichicastenango.



La piedra tenía forma de cara parecida un poco a las de la isla de Pascua. El camino era bonito pero un poco peligroso dicen ya que en el propio bosque había militares vigilando por la zona. Una vez llegamos arriba nos encontramos un ambiente un poco desolador.





Al día siguiente visitamos el mercado de Chichi, había un montón de tenderetes donde vendían frutas, verdura, instrumentos musicales, utensilios de cocina, todo tipo de textiles de vivos colores y máscaras para los turistas. 



Paseamos por sus callejuelas alargadas que te invitaban a perderte. Era uno de los mercados más grandes de América Central.




También había una sección donde cocinaban platos para la gente que trabajaba en el mercado y los que hacían un pequeño descanso para desayunar o comer.




Dimos unas vueltas por las cocinas y hablamos con la gente. Nos pareció un mercado muy singular.


17 de octubre de 1998

GUATEMALA : LOS PUEBLOS DEL LAGO ATITLÁN

 

El lago Atitlán es un lago de origen volcánico que se encuentra rodeado por tres volcanes: Tolimán, Atitlán y San Pedro. 



Los tres eran visibles desde varios puntos del lago creando una bella imagen.



Llegamos a Panajachel en barca y la neblina invadía todo el lago. El lugar era encantador a pesar de no parar de llover. Nos alojamos en la Posada del Viajero, un lugar barato y curioso ya que dormíamos en la azotea.



Además, disponíamos de una terraza y todo el mundo venía a nuestra habitación a curiosear y se iba cuando veían la zona privada. 





Aprovechamos esa mañana para visitar su mercado local. El resto del día lo dedicamos para leer y escribir pues no paró de llover en toda la tarde.



Decidimos al día siguiente visitar los pueblos que había al otro lado del lago. 



Desayunamos escuchando música de los mayas con la lluvia de fondo y me pareció un momento romántico. Un señor se nos acercó para vendernos aguacates y le compramos dos. El pobre iba protegido con trozos de plástico por la lluvia.




La calle que bajaba hacia el embarcadero del lago Atitlán era bonita a pesar de que en la guía de viaje constaba como uno de los lugares más impersonales de Guatemala.



Y es quizás debido a que aquí no dejaban en paz a los turistas o viajeros. 



No se podía comprar a cada niño que te encontrabas ni dar dinero a todo el mundo que te lo pedía, así que era cuestión de no ablandarse con la situación tan miserable del país.



Los niños aquí trabajan todo el día ayudando a sus papás en los tenderetes que hay en la calle principal, trabajan hasta las 22:00 hrs. Una vida dura para un niño de 8 años o incluso menor.



Salimos con barca de Panajachel y el cielo estaba tan cubierto de niebla que apenas se veían los volcanes. Fue toda una aventura navegar sobre la niebla. Parecía que estuviéramos rodando una película de misterio porque apenas se veía nada, sólo la barca y el agua cercana.



Visitamos San Pedro de la Laguna, un pequeño pueblo a pie de uno de los volcanes que no tenía gran cosa especial a excepción de una fiesta que estaban organizando para los niños de un colegio de primaria. Estuvimos presenciando los bailes.



Santiago de Atitlán lo visitamos acompañados de una niña de 6 años llamada Chonita. Nos llevó a la casa de Maximón. Es una deidad ancestral, considerada una mezcla entre santo y diablo, que juega un papel significativo en la religiosidad popular y el sincretismo religioso del país. 



Era representado por un muñeco de cartón piedra venerado y sacado a hombros en la Semana Santa. El resto del año permanece sentado en las casa del pueblo y todo el mundo va a verle para rezarle. Había una manada de turistas y cuatro locales haciendo ne ritual pero me pareció más bien una turistada. 




Además, estaba todo lleno de latas tiradas por el suelo y nos fuimos a ver el resto del pueblo con nuestra amiguita y nos enseñó también la iglesia. Nos dejamos llevar por ella. Vendía pitos en forma de pato y le compramos uno. 



Le hicimos una fotografía como recuerdo y posó para nosotros, le pagamos tres quetzales por el pito y se fue tan contenta. Al preguntarle si no iba al colegio y nos dijo que no que sus papás no tenían dinero que ella ayudaba a sus papás vendiendo, la dura realidad.



El último pueblo que visitamos fue San Antonio de Palopó con una bella vista sobre el lago con el volcán de fondo.



Volviendo por la tarde hacia Panajachel, lucía el sol y pudimos ver la bella vista de los volcanes sobre el lago.



16 de octubre de 1998

GUATEMALA : EN LA BELLA ANTIGUA

 

Nuestro viaje comenzó en Guatemala, la capital parando a dormir la noche que llegamos y desplazándonos al día siguiente hacia la Antigua Guatemala para celebrar el aniversario de Francisco.



Cumplía 38 años y qué mejor que encontrarse en un lugar tan hermoso como esta linda ciudad, entre volcanes.



Había un ambiente tranquilo, muchos restaurantes y centros culturales, era una ciudad muy viva. Estuvimos estos tres días apreciando la arquitectura de la época colonial española y de las actividades culturales.




Al día siguiente visitamos la casa Kjom donde había una exposición de instrumentos y de las culturas olmeca pasando por la maya y azteca. Vimos diapositivas del altiplano con música de fondo de cada instrumento que enseñaba. 




Nos acercamos a la Universidad, una de las más importantes de toda Centroamérica en su época colonial. Un guía nos explicó historias curiosas acerca de ella, pero lo que más nos gustó fue poder entrar en la escuela de restauración y ver cómo trabajaban minuciosamente las obras, desde cuadros hasta grandes esculturas... etc.




Ubicada en medio de varios volcanes, Antigua se alza a 1500 metros s.n.m. y mantiene un microclima durante todo el año de 25º C. Es una ciudad donde no nos importaría vivir unos meses.



Visitamos los monumentos más emblemáticos como el Arco de Santa Catalina, pintado de amarillo, donde paramos para hacernos una foto.



Cabe destacar que Antigua forma parte de la lista de Patrimonios de la Humanidad desde el 1979 por sus impresionantes edificios.



Las iglesias de la Merced y la de San Francisco, ambas de estilo barroco español son un vivo reflejo de las construcciones de la época.



También nos encantó el Convento de las Capuchinas. Aunque se encontraba en ruinas debido a un terremoto del siglo XVIII, quedando en abandono, tenía un encanto especial y te podías hacer una idea de la vida que llevaban las monjas.



También vimos la Plaza Mayor y la Catedral de San José. Otro de los conventos que merece la pena aunque su estado sea ruinoso por los terremotos es el Convento de Santa Clara. Aquí si que uno camina entre piedras imaginando su historia.





Fuimos a visitar el Mercado Central donde se podía degustar la gastronomía local y ver la artesanía que las comunidades indígenas realizan.



Ahora estoy escribiendo desde el Rainbow, un bar donde hay buena música reggae y comida vegetariana que es deliciosa.



Afuera llueve y la neblina no deja ver los volcanes que tenemos alrededor. Pero no importa, nos encanta Antigua, es una de las ciudades más bonitas de las que hemos visitado hasta ahora en nuestra década viajera. Mañana saldremos hacia Panajachel.