17 de octubre de 1998

GUATEMALA : LOS PUEBLOS DEL LAGO ATITLÁN

 

El lago Atitlán es un lago de origen volcánico que se encuentra rodeado por tres volcanes: Tolimán, Atitlán y San Pedro. 



Los tres eran visibles desde varios puntos del lago creando una bella imagen.



Llegamos a Panajachel en barca y la neblina invadía todo el lago. El lugar era encantador a pesar de no parar de llover. Nos alojamos en la Posada del Viajero, un lugar barato y curioso ya que dormíamos en la azotea.



Además, disponíamos de una terraza y todo el mundo venía a nuestra habitación a curiosear y se iba cuando veían la zona privada. 





Aprovechamos esa mañana para visitar su mercado local. El resto del día lo dedicamos para leer y escribir pues no paró de llover en toda la tarde.



Decidimos al día siguiente visitar los pueblos que había al otro lado del lago. 



Desayunamos escuchando música de los mayas con la lluvia de fondo y me pareció un momento romántico. Un señor se nos acercó para vendernos aguacates y le compramos dos. El pobre iba protegido con trozos de plástico por la lluvia.




La calle que bajaba hacia el embarcadero del lago Atitlán era bonita a pesar de que en la guía de viaje constaba como uno de los lugares más impersonales de Guatemala.



Y es quizás debido a que aquí no dejaban en paz a los turistas o viajeros. 



No se podía comprar a cada niño que te encontrabas ni dar dinero a todo el mundo que te lo pedía, así que era cuestión de no ablandarse con la situación tan miserable del país.



Los niños aquí trabajan todo el día ayudando a sus papás en los tenderetes que hay en la calle principal, trabajan hasta las 22:00 hrs. Una vida dura para un niño de 8 años o incluso menor.



Salimos con barca de Panajachel y el cielo estaba tan cubierto de niebla que apenas se veían los volcanes. Fue toda una aventura navegar sobre la niebla. Parecía que estuviéramos rodando una película de misterio porque apenas se veía nada, sólo la barca y el agua cercana.



Visitamos San Pedro de la Laguna, un pequeño pueblo a pie de uno de los volcanes que no tenía gran cosa especial a excepción de una fiesta que estaban organizando para los niños de un colegio de primaria. Estuvimos presenciando los bailes.



Santiago de Atitlán lo visitamos acompañados de una niña de 6 años llamada Chonita. Nos llevó a la casa de Maximón. Es una deidad ancestral, considerada una mezcla entre santo y diablo, que juega un papel significativo en la religiosidad popular y el sincretismo religioso del país. 



Era representado por un muñeco de cartón piedra venerado y sacado a hombros en la Semana Santa. El resto del año permanece sentado en las casa del pueblo y todo el mundo va a verle para rezarle. Había una manada de turistas y cuatro locales haciendo ne ritual pero me pareció más bien una turistada. 




Además, estaba todo lleno de latas tiradas por el suelo y nos fuimos a ver el resto del pueblo con nuestra amiguita y nos enseñó también la iglesia. Nos dejamos llevar por ella. Vendía pitos en forma de pato y le compramos uno. 



Le hicimos una fotografía como recuerdo y posó para nosotros, le pagamos tres quetzales por el pito y se fue tan contenta. Al preguntarle si no iba al colegio y nos dijo que no que sus papás no tenían dinero que ella ayudaba a sus papás vendiendo, la dura realidad.



El último pueblo que visitamos fue San Antonio de Palopó con una bella vista sobre el lago con el volcán de fondo.



Volviendo por la tarde hacia Panajachel, lucía el sol y pudimos ver la bella vista de los volcanes sobre el lago.



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