26 de abril de 2011

AZERBAIYÁN : EL PALACIO DE LOS KANES DE SHAKI

 

Desde Lahiç salimos a las 8:30 h camino de ismaililly. Aquí nos esperaba un taxista para llevarnos a Shaki. Fuimos atravesando bonitos paisajes de montaña.



En el pueblo histórico de Shaki nos alojamos en un caravasar, un edificio de alojamiento para comerciantes en la Ruta de la Seda que lo habían reconvertido en hotel.




Cuando llegamos al caravasar dejamos nuestras mochilas en la habitación que por €40 pudimos disfrutar pero al ser musulmanes no había habitaciones con cama matrimonial. Un empleado nos quiso enseñar las estancias del caravasar.




Dentro de la habitación hacía demasiada calor así que nos fuimos enseguida hacia el centro que se encontraba a 1 km y medio de aquí. Bajamos la calle principal pero no vimos nada particular que nos llamara la atención. 




Como aún no habíamos desayunado nos fuimos a una casa de té y bombones, mermelada y frutos garrapiñados para degustar. Francisco se pidió también un narguile con sabor a limón.



Ya desayunados nos acercamos a la plaza principal y en una panadería compramos pastelillos para el desayuno del día siguiente. El típico es el halva que está buenísimo.




Nos fuimos al mercado donde aún permanecían los tenderetes abiertos. Vendían gorros, samovares, baúles, utensilios diversos de metal, etcétera.



Subimos poco a poco hacia el caravasar dejando lo que habíamos comprado en la habitación y desde allí nos aproximamos al palacio de los Kanes de Shaki.



Es el monumento más destacado y valioso del siglo XVIII en Azerbaiyán y fue construído entre 1752 y 1762 como residencia de verano de Hussein Khan Mushtad, nieto del gran Gadzhi Chelebi.






El Palacio se encontraba situado en medio de una fortaleza amurallada. Había un bonito jardín enfrente con cipreses de cientos de años y bellas flores.




 

La fachada principal estaba decorada con estalagcitas en plateado con ventanales de cristal. En el interior no nos permitieron hacer fotos. 



Su exterior estaba decorado bellamente con flores y a pesar de ser un palacio pequeño con cuatro habitaciones principales, poseía unas vidrieras multicolores.



El señor que nos abrió las puertas nos vigilaba constantemente para que no hiciéramos fotos así que no hubo forma de llevarme un recuerdo de su interior. Los aposentos se encontraban dibujados enmedio de sus murales con cenefas de batallas y escenas de caza.



Cuando salimos del recinto vimos a un buen hombre que llevaba algo en una especie de funda, sentado cerca de donde pasamos y Francisco me comentó que este era el señor que salió fotografiado en el libro de Marc Morte “El Cáucaso, entre leyendas y Kalasnikov”.  Enseguida lo reconocí pues estaba en la misma posición y de repente sacó de la funda un lobo disecado. Ante tal sorpresa le dimos una propina para la fotografía.




25 de abril de 2011

AZERBAIYÁN: LAHIÇ. EL PUEBLO ARTESANO DEL COBRE

 

A las 9:00 h de la mañana nos dirigimos hacia la estación de autobuses para coger una marshrutka y llegar a Lahiç, un pequeño pueblo de montaña para ver de cerca la vida rural.



Pero como no salía ningún transporte negociamos con un taxista de pelo cano que sabía francés, así que nos pusimos en marcha. El camino era de verdes praderas, cada vez más bonito, con vacas y ovejas por la carretera. 



Después de pasar un camino de pista y subir por una estrechísima carretera con precipicio que amenazaba desprendimientos de piedras, nos paramos a contemplar por dónde acabábamos de pasar y era espeluznante. El señor nos dijo que con una sola piedra que nos hubiera caído ya se acababa la historia de nuestra existencia.



Una vez en la entrada del pueblo fuimos a la casa de hospedaje “El jardín del paraíso”. Nos acompañó un hombre joven con su burro y nos despedimos del taxista dándole el dinero y las gracias.



Dos mujeres que vivían en la casa nos recibieron amablemente aunque no sabían inglés. Llevaban lindos pañuelos en la cabeza. Llamaron por teléfono al marido y nos dijeron que vendría enseguida.



Nos enseñaron las habitaciones que se encontraban en la parte de arriba de la casa de madera. Había un porche con mesa y sillas, grandes ventanales donde podíamos contemplar una vista de las montañas y del jardín.




En el pueblo no había agua corriente pero en esta casa no era necesario pues podían calentar el agua con un termo ya que había que asearse fuera en el patio donde también se encontraba el lavabo. 



Dejamos nuestras mochilas en la habitación elegida y al poco rato nos trajeron té y bombones rusos.



Lo curioso de Lahiç es que la gente habla una mezcla de farsi y azerí. Nos acercamos al cementerio que se encontraba justo al lado de la casa, en un pequeño montículo.




Las lápidas mostraban las fotografías de los fallecidos, (algunas en tamaño natural). Dos niñas de 6 y 7 años correteaban entre las lápidas. Subimos a lo alto de la colina y desde aquí pudimos divisar todo el pueblo, pero los tejados de uralita desmejoraban las casas de piedra.



Optamos por ir a ver el pueblo, en la plaza principal es donde se reúnen los viejos del pueblo y donde llegan las marshruskas para ir a ismaillily.




Atravesamos la calle principal empedrada donde se encontraban las tiendas en souvenirs y los artesanos del cobre trabajando. 





 


La gente nos saludaba al pasar, era un lugar tranquilo donde el tiempo parecía haberse detenido. 



Los habitantes se dejaban fotografiar en sus quehaceres cotidianos, incluso en la peluquería del pueblo.



Las mujeres iban ataviadas con pañuelos estampados de colores tapando parcialmente sus cabellos.



Vimos vacas, cabras y corderos en medio de las calles. Los burros y caballos estaban parados comiendo su forraje y en la calle principal habían fuentes de piedra de la que se podía beber.



Nos acercamos al edificio de Información y Turismo donde también se ubicaba el Museo Regional. Un señor nos invitó a té hacíéndonos subir a la oficina del ayuntamiento que estaba en la segunda planta. 



Nos dio chocolates y aunque no nos entendíamos en ruso ni azerí, estuvimos con él conversando el idioma del “body language” durante un buen rato: sobre sus hijos, sus edades, el presidente que gobierna el país...etc.



Al cabo de un rato nos marchamos dándole las gracias y visitamos el Museo Regional. La señora que vigilaba la sala nos enseñó instrumentos y unas fotos de los héroes que murieron en la guerra del Nagorno Karabagh. Salimos de allí dando un pequeño donativo.




Vimos una pequeña mezquita y un señor nos saludó, iba ataviado con un gorro típico y nos dijo que se quería hacer una foto con Francisco.



Llamaban la atención las mujeres que iban ataviadas con pañuelos de vivos colores. 



Volvimos satisfechos hacia la casa de hospedaje. Eran las 18:00 h de la tarde y en cuanto llegamos nos saludó el dueño de la casa. Era periodista, hablaba inglés correcto y nos dijo el precio de la habitación que es el mismo que indicaba la Lonely Planet.




Nos preparó el hammam antes de cenar. Nos enseñó la sala donde se dejaba la ropa y entramos. Aunque era un poco cochambroso, fué una delicia relajarnos, sentir el calor y apartar los pensamientos dejando la mente en blanco.



Después de un buen baño, cenamos una sopa vegetal, encurtidos de pimiento rojo, arroz pilaf y carne de cordero en trocitos con castañas. De postre bombones con té y nos acostamos pronto. Al día sigiente vendría la marshrutka a las 8:15 h para salir hacia ismailly.