Nuestro tren llegaba a las 6:30 de la mañana a Lào Cai. Descansamos en las rígidas literas pero en nuestro cuerpo aún quedaban los efectos del jet-lag.
Una vez fuera nos esperaba un señor con un letrero indicando mi nombre. Era el conductor del minibús que nos llevaba al Cat Cat View Hotel, un alojamiento con vistas espectaculares a las montañas de Sapa. Desde Lào Cai a Cat Cat había una hora de trayecto.
Una vez instalados, descansamos un rato en la cómoda cama que disponía de edredón eléctrico y enseguida entramos en calor durmiendo casi 6 horas seguidas.
Hacia el mediodía nos fuimos a comer algo y visitar el pueblo. Había que pagar un permiso para entrar en la reserva de montaña dónde se encuentran los campos de arroz escalonados.
Era una bajada al valle donde se disfrutaba del paisaje en medio de naturaleza salvaje. Aquí es donde vivía el poblado de los Hmong Negros.
Pasamos un segundo control donde nos pidieron los tickets y continuamos bajando, esta vez por unos escalones de piedra donde ya empezamos a ver a sus habitantes.
Los Hmong Negros son un subgrupo específico del pueblo Hmong, llamados así por su vestimenta tradicional teñida de azul índigo profundo que parece negra.
Tradicionalmente construyen casas sobre pilotes o de madera en zonas montañosas. Practican la agricultura de montaña, con maíz, y otros cultivos, crían cerdos, mulas y gallinas.
Los Hmong Negro realizaban los quehaceres cotidianos y los críos jugaban subiendo y bajando los escalones como si nada. El paisaje cada vez se volvía más hermoso. Nos encontramos en la Reserva de Hoang Lien.
Gallinas y cerdos campaban a sus anchas. Vimos la ropa colgada de los Hmong y a niños jugando a las cartas. Las mujeres y niñas se dedicaban a vender la artesanía local.
Una de ellas nos enseñaba la mercancía y le compramos un pequeño instrumento guardado en una especie de canutillo helado. Se dejaban hacer fotos sin atreverse a pedirte dinero.
Cerca se encontraban unas cascadas caminando por un sendero y de ahi nos fuimos volviendo antes de que oscureciera para ver el camino de vuelta. Apenas había alumbrado a pesar de ver una gran torre del poste de la luz.
Al llegar al hotel descansamos un rato y al ser el cumpleaños de Francesc elegimos un buen restaurante. Cenamos un menú vietnamita que constaba de un plato combinado de rollos de primavera diminutos de verdura acompañados de pollo a la miel con verduras de papaya, zanahoria, tomate y arroz hervido.
Lo celebramos con un vino chileno, un merlot. Después nos fuimos a buscar el pub más marchoso de la ciudad para tomar una copa. Era el Hmong Sisters, había buena música y un ambiente local, ideal para conocer gente. Nos pusieron dos cócteles para disfrutar de la velada.

















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