30 de octubre de 1995

FILIPINAS : LA ISLA DE BORACAY

 

La llegada a la isla de Boracay fue bastante estrepitosa. Después de esperar varias horas para salir del aeropuerto de Manila, no paró de llover y al llegar a Boracay quedamos empapados en la barca que nos llevó al puerto.

Después nos pusimos a buscar alojamiento sin descanso con las mochilas a cuestas y como ya era de noche, pisábamos charcos sin poder ver la playa.

Al final encontramos unas cabañas que parecían tener buen aspecto y dormimos como angelitos.

Después de la tormenta llegó la calma. Boracay es un lugar idílico, lo que más se asemeja al paraíso con sus inmensas aguas azules turquesas, la arena blanca impoluta y se puede caminar descalzo en un recorrido de 7 km limpiando la arena cada día.

La tranquilidad de la isla me hace sentir feliz, alojados en una de las cabañas mejores de la isla, con jardines bien cuidados y palmeras haciendo sombra. Ni siquiera hay asfalto en la isla, sólo arena.



Se come muy bien, hay pescado y marisco delicioso. En muchos restaurantes hacen buffets. En la madrugada los gallos te despiertan para que salgas a ver la salida del sol. Por la tarde, después de dar una largo paseo presencias la puesta de sol, incluso a veces salía el arco iris tras la lluvia que caía de vez en cuando.

Nos recogemos en la cabaña para leer en el porche, tumbados en la hamaca. Nos encanta la amabilidad de los nativos. Todo en su conjunto es la felicidad en la tierra.

Los días pasan volando en la isla y lo más sorprendente es que no hemos hecho nada especial: tomar el sol, nadar, comer, leer, dormir y nos sentimos relajados a pesar de que son nuestros últimos días aquí en la isla.

Por cierto, disfruto de la fotografía, es toda una experiencia para capturar las puestas de sol, son magníficas cada tarde son diferentes, también ha habido algún día nuboso y con lluvia al mediodía.

Entre las 12 y las 15hrs. es imposible tomar el sol pero a veces iba bien que bajara un poco la temperatura y salieran algunas nubes.

Un día nos dimos un atracón en un buffet libre, estaba todo tan rico que no controlamos y nos pusimos de pescado y marisco hasta los topes. Esa noche nos la pasamos con dolor de estómago y vomitando, un empacho en toda regla.

Esta última noche pasada estuvimos sin luz debido a las tormentas de los últimos días, pasamos mucho calor y nos llenaron de picaduras los mosquitos por no poder poner el ventilador.

Tampoco ha parado de hacer viento en este último día, parecía que de un momento a otro nuestra cabaña se desmontaría. Aún y así sigo manteniendo que Boracay es mi paraíso particular. Mañana, como despedida cogeremos un barco que rodea la isla con almuerzo incluido.

...El tiempo no nos ha acompañado en estos últimos días y para poner las cosas peor, parece ser que se acerca un tifón que nos lleva pisando los talones. Se llama Ángela y cada vez está más cercano, tienen previsto que llegue a la capital en pocas horas y aún no sabemos si vamos a poder coger el avión de vuelta.

...Finalmente salimos en barca de forma urgente desde Boracay.  Tuvimos que salir desde el otro lado de la isla porque en el puerto era imposible por el oleaje. El tiempo estaba cada vez peor y lo más increíble es que las aguas turquesas se convirtieron de color marrón y con grandes olas movidas por el viento. Fue de los peores momentos del viaje, muy preocupantes.

Ahora estamos en el aeropuerto de Manila esperando para poder llegar mañana a Frankfurt en Alemania...

Al final tuvimos suerte y pudimos salir de Filipinas con un vuelo anterior al nuestro pues había prisa en desalojar a los pasajeros debido a la aproximación del tifón.

Este avión parece ser que venía con retraso, a pesar de que nos no nos dieron explicación alguna. Tengo que decir que Philippine Airlines ha sido un desastre con retrasos de hasta 5 horas y con falta de información.

Gracias a que pudimos salir de Boracay antes de lo previsto, creo que aún estaríamos colgados en la isla por las fuertes lluvias y viento.

De todas formas, Boracay permanecerá en mi recuerdo como una de las islas más bonitas hasta el momento.


21 de octubre de 1995

FILIPINAS : EL ENCANTO DE PUERTO GALERA

 

Cogimos un barco que iba hacia Puerto Galera en Isla de Mindoro. En la embarcación venían varias parejas de occidentales, algunas de Taiwán y el resto eran hombres de negocios americanosy europeos con sus “chicas de compañía”. 

Después de unos dias trabajando les gustaba estar acompañados de jóvenes filipinas, algunas muy jovencitas. Esos hombres de negocios, antes de volver a sus casas aprovechaban para echar una cana al aire. 

No todas las filipinas parecían contentas, algunas iban con cara de pena y otras simplemente, las más profesionales, se les veía con buena predisposición.No me gustaba nada lo que estaba viendo.

Esos hombres que en su vida cotidiana podian ser ideales, a la que se alejaban de sus casas llevaban una doble vida.

Mientras estaban con sus chicas de compañía llamaban seguramente a sus esposas diciendo que les echaban de menos y que ya quedaba menos para regresar a casa.

Utilizaban su vida laboral para escabullirse de sus vidas privadas.



Puerto Galera tenía mucho encanto. Estábamos en la Small Beach Laguna alojados en unas cabañas con vistas espléndidas al mar, junto a la bahía con palmeras, disfrutando de unos días de descanso después de visitar las montañas en la isla de luzón.

Hicimos buceo y cogimos una barca para recorrer un poco la zona aunque sí es cierto que al cabo de dos días el clima no acompañaba y nos anularon una excursión al Apo Reef debido al mal tiempo. Dicen que era una de las zonas más bonitas de coral.

Tampoco pudimos ir en barco desde Roxas a la isla de Boracay pues los anularon todos. Así que volveremos a Manila para desde allí coger un avión.

Para poder ir a ver la tribu de los Mangyan, nos decían que quedaba muy lejos y el camino era prácticamente intransitable y que tardaríamos dos días en ir y otros dos en volver.

La Lonely Planet nos ha dejado colgados,  es quizás la guía más incompleta que hayamos comprado de todas para viajar, casi nada coincidía así que vamos un poco a ciegas y además nuestro fallo ha sido venir en octubre, no es la mejor época para viajar a Filipinas.

Mañana nos volvemos hacia Manila.

18 de octubre de 1995

FILIPINAS : TREKKING A BATAD

 

Desde Banaue cogimos un jeepney en dirección a Cambulo y nos dejó a mitad de camino para realizar el trekking de 8km a Batad.



Por el camino pudimos comprar agua e incluso hicimos alguna fotografía a más de una persona que subía por la montaña. Mayoritariamente eran de la etnia ifugao. Cuando te veían te saludaban ofreciéndote agua o se colocaban en un lugar estratégico del camino para que les hiciéramos fotos y sacarse alguna que otra moneda.



El señor iba ataviado con plumas decoradas en su cabeza y nos decia que los colmillos de jabalí que llevaba en los brazos habían pertenecido a su padre.

Observé que los dedos gordos del pie estaban muy deformados y desarrollados, acostumbrado a andar descalzo por la selva.



Cuando casi llegamos después de varias horas de trekking por la selva semitropical, nos dimos cuenta que había valido la pena el esfuerzo.

Batad nos pareció irreal de tan bonito que era, parecía un cuadro naif. Desde la cima de la montaña nos pareció un pueblo precioso situado en el valle. 




Había que llegar hasta el valle y comenzamos a bajar. Apreciamos lo lejano que estábamos del mundo occidental. Había unos escalones tan altos como cuando subes las pirámides porque llegamos exhaustos, sedientos y con ganas de estirar las piernas que nos temblaban por la caminata.



Las montañas daban fe de ser una obra maestra del ser humano, dignas de ver y trabajadas durante más de 2000 años por los Ifugao. Cuando te encuentras aquí contemplando el paisaje no puedes asumir tanta belleza pero sé que se quedará grabado en nuestra memoria para siempre.



Las casas eran las típicas “nippa huts” cabañas de estilo tradicional y las decoraban con mazorcas. Nos alojamos en una casa típica y preguntamos por un catalán que vivía en Batad desde hacia años, nos dijeron que estaba fuera de viaje, hubiera sido genial conocerle. En el pueblo había una pequeña iglesia.

Al día siguiente marchamos para hacer el camino de vuelta. Tan sólo pasamos una noche y nos hubiéramos quedado más tiempo pero nuestro viaje debía continuar.



Volvimos por el mismo camino y esperamos a que nuestro conductor viniera a recogernos como habíamos quedado el día anterior pero este no apareció así que intentamos hacer autostop. Al ver que no pasaba ninguna furgoneta o coche intentamos acercarnos a alguna pequeña aldea donde hubiera alguien que nos llevara.

Cogimos la primera furgoneta que vimos pasar pues no había ni transporte público por estos caminos así que pagamos a un señor más de lo de lo que costaba normalmente.

Por el camino iba recogiendo a gente y les decía que subieran que nosotros ya habíamos pagado por ellos. Lo decía con una sonrisa socarrona así que callamos porque ya habíamos pagado. Lo único que queríamos era llegar a Banaué.


17 de octubre de 1995

FILIPINAS : LAS TERRAZAS DE ARROZ DE BANAUÉ

El camino a Banaué fue muy interesante pues pudimos ver por el camino montañas en forma de terrazas de arroz a una altura de 2500 mts. y nos parecieron increíbles.



En la provincia de Ifugao es donde se encuentran estas terrazas de arroz. Las más importantes son las de Banaue, Batad y Bangaan.

Estos bancales fueron incluídos como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco desde el año 1995.

La tribu indígena de los ifugao pertenecen especificamente al norte la isla de Luzón.



Su forma de vida gira entorno a la cultura del arroz y son los escultores de estas montañas que también les han servido para subsistir a lo largo de los años. Hay una serie de manantiales que canalizan el agua de las selvas subtropicales, creando un sistema de riego perfecto.



El término Ifugao se refiere a “hombre de la colina” o “gente de la tierra”. La etnia de los Ifugao, ha sobrevivido en esta zona montañosa durante maa de 2000 años realizando este trabajo casi de ingeniería. Tallan las laderas de la montaña para crear terrazas de arroz que facilitan el alimento a las zonas más remotas.

Vinimos con un surcoreano que conocimos en Sagada. Él era de Seúl, muy simpático y nos comentaba que los surcoreanos eran bastante parecidos a los españoles: abiertos y con sentido del humor. Estaba en el último año de teología, era hombre con buen sentido del humor y muy respetuoso a la vez.

Nos tomamos algo para celebrar la llegada a Banaué. En el alojamiento había una especie de mirador desde donde veíamos las terrazas y no nos cansábamos de ver lo hermosas que eran mientras tomábamos unas cervezas.

Habia también miradores en la carretera y algunos miembros de los Ifugao accedieron a fotografiarse.



Dormimos en una cabaña típica frente a las montañas del mismo material que estaban hechas las cabañas tribales para irnos ambientando. 

Como se encontraba a unos metros del suelo había que subir por una escalera de madera así que cada vez que íbamos al lavabo teníamos que subir y bajar y a media noche con unas cervezas de más podía ser peligroso. 

Al día siguiente nos esperaba un día de trekking hacia Batad y nos acostamos temprano.


16 de octubre de 1995

FILIPINAS : LOS ATAÚDES COLGANTES DE SAGADA

 

En Sagada recorrimos la zona de las cuevas y los ataúdes colgantes. La primera que visitamos fue la cueva Matangkib, muy cerca del guest house, a unos 30 minutos caminando.




Los pobladores de la zona, los kankaeney practicaban este tipo de enterramientos desde hace más de 2000 años y los colocaban en posición fetal. Además, los ubicaban en lo alto de las cuevas para protegerlos de los animales y porque creían que seria más fácil así llegar al cielo.

En la Sugon Cave encontramos restos de huesos y cráneos y en la Lumiang Cave, una de las grandes, incluso nos pudimos bañar.




También fuimos a la cascadas Bokong, a 30 minutos caminando hacia el norte donde pudimos refrescarnos de nuevo.

Hay infinidad de cuevas en Sagada. Es una zona montañosa donde puedes hacer tu propio recorrido por tu cuenta o bien contratando a un guía, encuentres cuevas más espectaculares. Actualmente se sigue la tradición de los entierros aunque mucho menos frecuente.

Estas cuevas están situadas en el Echo Valley. Realmente era como si descubriéramos nosotros las cuevas pues íbamos solos.




Por la tarde fuimos a la exposición de fotografía del estudio de Eduardo Masferrer, un hispano-filipino fallecido recientemente y que realizó diferentes estudios y reportajes sobre la vida indígena en Luzón. 



Su padre fue un militar catalán que emigró a finales del siglo XIX hacia Filipinas, se casó con una filipina y tuvieron seis hijos.

Eduardo se trasladó con su familia para realizar estudios junto a sus hermanos en España y al volver a su país en Filipinas se interesó por la fotografía que aprendió de forma autodidacta.

14 de octubre de 1995

FILIPINAS : LA CEREMONIA DEL ARROZ EN SAGADA

 

Desde Bagio recorrimos el camino que llevaba a Sagada, era un paisaje espectacular. Por el camino realizamos varias paradas y fuimos con un autobús local donde estuvimos sentados como un cuatro con el culo tocando el suelo y las piernas subidas como si no hubiera asiento. En la baca llevaban gallinas, la gente era agradable y te dejaba tranquila.

Mis posaderas después de viajar sin poder estirar las piernas durante 7 horas y por caminos de cabra se estaban empezando a quejar.

Nos alojamos en el Saint Joseph’s Resthouse, un lugar de culto donde admitían viajeros. Había sido un convento donde habían dormido monjes años atrás. En las puertas de cada habitación indicaban el nombre.

En Sagada nos encantó presenciar la ceremonia de las cosechas que la tribu Bontoc había realizado estos días. Y es que esta tribu aún preservan sus costumbres y ritos ancestrales.



Un colega italiano, nos comentó que la fiesta se realizaba en un pueblo cercano. Era nuestro compañero de celda pues dormíamos en la habitación de al lado. Por la mañana nos dábamos una ducha fría estilo “mandy” con cazos de agua y que recogíamos de un barreño.

Por la tarde asistimos a la fiesta del pueblo caminando por un sendero con magníficas vistas de las montañas. Cuando llegamos, nos encontramos a unos niños sentados que estaban preparados para presenciar el espectáculo. A un lado había un perro atado todo rabioso porque no podía escapar, intuía que de un momento a otro iba a ir directamente a las brasas.

Pude hacer fotos dentro del recinto sagrado a pesar de la angustia que me daba ver matar a un perro pues nosotros, los occidentales lo consideramos como animal doméstico. También había un jabalí que tuvo el mismo triste destino.

Para los Bontoc, en este tipo de ceremonias, los perros son el manjar favorito. Todo lo que rodeaba la matanza era muy llamativo: los hombres iban vestidos con sus taparrabos y gorros típicos de color rojo haciendo un maravilloso contraste con el fondo verde de las montañas.



De repente todos salieron desfilando hacia las montañas para discutir sobre los asuntos del pueblo y tomar decisiones punto. Mientras tanto, en el valle donde nos encontrábamos, las mujeres preparaban el vino de arroz con ginebra que nos dieron a probar. 

Ellas también iban engalanadas con mandiles, cintas y adornos en sus cabezas. Cuando los hombres bajaron de las montañas coma las mujeres se posicionaron en fila con sus ofrendas para los asistentes de la fiesta y luego empezaron a cantar y bailar al son de la música de viejos instrumentos.

Era en honor a la cosecha de arroz para que este año fuera bueno y nos pareció mágico presenciar la fiesta. Bebimos licor de arroz pero otra cosa fue cuando pasaron la bandeja del “perrito caliente” y antes de que llegaran a nosotros con paso apresurado nos marchamos.

6 de octubre de 1995

CAMBOYA : UNA ESCUELA BUDISTA Y UN REENCUENTRO CON AMIGOS EN SIEM RIEP


Una de las experiencias más emocionantes fue cuando visitamos un templo de jóvenes estudiantes budistas. Estaban en su hora de recreo y fumaban.Yo les veía como cualquier joven que deseaba divertirse y jugar a lo prohibido pero de una manera inocente. 


Habían hecho la colada y sus ropas permanecían extendidas al sol, todas de color azafrán ya que nos llamó la atención desde la cima de uno de los templos qué rodeaban a la escuela.



Nos acercamos a ellos y nos recibieron con curiosidad. Francisco fue el que estuvo conversando con sus cuatro palabras que había aprendido en jemer, los jóvenes estudiantes empezaron a alucinar viendo como un extranjero podía leer de un libro su propio idioma.



Algo que muy pocos viajeros se esforzaban en hacer para interactuar con ellos. Ante el entusiasmo de los chicos y el buen rollo que hubo aproveché para hacer unas cuantas fotos y fue un bonito recuerdo para despedirnos de Siem Riep.



Nos habíamos alojado en el Hotel Golden Apsara donde una señora muy amable nos atendió (debería tener unos 50 años) y nos dijo que en este hotel tuvo que alojar a militares de la guerra, que hacía escasos años de eso. No estaba precisamente orgullosa por ello.



Cerca se encontraba la pareja de catalanes que estuvimos con ellos en Bangkok y con los que volamos desde Barcelona. Ellos venían al día siguiente a Siem Riep pero nos pudimos encontrar los 2 días restantes. Nosotros permanecimos 4 días porque era un lugar que creímos valia la pena ver con tiempo.

Además solo pudimos visitar Camboya en una semana pues el visado permitido era de 7 días por lo que dedicamos 3 días en la capital y cuatro en Siem Riep.

Con la pareja quedamos en el Gran Hotel, un lujoso alojamiento que fue en la época colonial el hotel de moda.

Ahora estaba decrépito y al entrar vimos a dos recepcionistas que jugaban una partida de cartas en el suelo. Jugaban agachados por lo que el al vernos entrar enseguida se levantaron y nos indicaron dónde se encontraba el bar pues era lo único que funcionaba.

Nuestros amigos tardaron un poco en venir pues no sabían bien dónde se encontraba ubicado ya que el nombre del hotel se había cambiado con respecto al de la guía Lonely Planet, pero al final contentos por el reencuentro, nos fuimos a cenar con ellos.


4 de octubre de 1995

CAMBOYA : LOS TEMPLOS DE ANGKOR



Hacía 3 días que no escribía en el diario. El motivo era que me he sentido secuestrada por la belleza de los templos de Angkor. Éstos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992.




Una de las características del templo de Angkor eran las apsaras. En la mitología hindú, las apsaras son ninfas celestiales danzantes. En Angkor se muestran en relieves muy bien tallados.



Realmente me sentía feliz de encontrarme entre tantos templos divinos. Rodeados de un paisaje frondoso de vegetación, era relajante perderse entre tanta belleza.




Conversamos con gentes humildes y sonrientes a pesar de que en muchas de sus facciones se perciba un amargo pasado.




Los templos son una maravilla majestuosos, de gran belleza con los niños siempre acompañándote para guiarte. Algunos padres incluso me dejaban sus bebés para hacerme una foto con ellos. 





En alguna zona nos acompañaban militares con sus armas, eran nuestros escoltas y no te dejaban ni a sol ni sombra.




No debías salir de la ruta porque aún había campos de minas sin detonar pues la zona estaba plagada de minas, además de haber señalizaciones en alguno de los templos de peligro de derrumbarse en cualquier momento.

Mantuvimos sobretodo contacto con niños. Alguno de ellos me llamaba “Madame”, huella evidente del colonialismo francés.




Otro de los templos que visitamos se encontraba engullido por la selva, era el Ta Prohm. Ahí fuimos un día de lluvia y niebla. Daba la sensación de encontrarnos en medio de un bosque encantado, con una niña que nos acompañaba de la mano con su paraguas. 




Nos llevaba por los mejores caminos ya que se encontraba todo muy resbaladizo y con la hiedra y las piedras era complicado a veces mantener el equilibrio, pero la belleza del templo nos empujaba hacia adelante.

Cada recoveco era como un pequeño cobijo y nos parábamos para alzar la vista y ver los árboles que se engullían el templo que se encontraba entre las ramas de los árboles como una serpiente que engulle a su presa.




Otros templos los estaban restaurando, la mayoría de las obras son financiadas por japoneses y franceses.




Aparte del Angkor Wat, Angkor Tomb y el Ta Prohm, visitamos los templos de Tep Pranam, el Bayón Temple, las terrazas de elefantes y Leper King, el Royal Enclosure y Phi Meanakas, Baksei Chamkrong, Ta Keo, Ta Nei, Banteay Kdel, The Rolous Group, Preah Khan, Preah Neak Pean y Pre Rup.

CAMBOYA : LLEGADA A PHNOM PENH

 

Esa tarde cogimos un vuelo de Bangkok y llegamos a Khnom Penh, la capital de Camboya. Desde el avión se divisaba toda la ciudad y el aparato en el que volábamos no dejaba de dar tumbos, era un avión tipo fokker y no parecía tener demasiada estabilidad.



Nos alojamos en el Renakse Hotel, un edificio histórico de la época colonial, en el centro de la ciudad.  

Nos fuimos a pasear por la avenida que daba al río Mekong. Era un lugar donde la gente solía permanecer sentada sumida en sus pensamientos o simplemente paseaba.

El Mekong es uno de los ríos más largos de Asia, tiene una extensión de 4350 km de largo y recorre seis países: China, Birmania, Laos, Tailandia, Vietnam y Camboya.

Después del paseo, fuimos a un restaurante junto al río y comimos una sopa de pato con con lemongrass, servida en un gran plato. Estaba deliciosa.

Después montamos en un songtaw (vehículo de 3 ruedas, una bicicleta donde vas sentado delante con una especie de caparazón y detrás va al conductor pedaleando), habíamos elegido un hotel de la guía Lonely Planet y que ya no existía pues estaba en ruinas así como toda la ciudad, que permanecía destrozada todavía a causa de la guerra por haber sufrido un genocidio.

El punto fuerte fue por la noche al coger otro songtaw para dar un paseo nocturno por la ciudad. Camino del Palacio Nacional, la policía nos paró para decirnos que debíamos pagar 100 dólares por ir en aquel vehículo porque para un turista estaba prohibido. 

Fue en ese momento cuando pararon una Francisco pues yo iba detrás y me acerqué con mi conductor dirigiéndome a los policías preguntando qué ocurría. Llegué justo a tiempo porque el poli corrupto ya había sacado la porra de forma amenazante para soltar un cachiporrazo.

Al final no ocurrió nada, todo se quedó en  un susto. Era uno de los tantos sobornos que hacía la policía en un país donde aún no existía un gobierno propio pues en ese momento eran las Naciones Unidas quien controlaba el país.

Los conductores del songtaw nos dijeron que tranquilos pero luego teníamos que volver al hotel.

Seguimos nuestro paseo acercándonos a la gran plaza con su Royal Palace bellamente iluminado y con las estrellas de testigos.

Ese momento fue mágico, sin gente en la calle y me hizo pensar lo lejos que me encontraba de casa. Volvimos por calles apenas iluminadas y me entró de nuevo el miedo pensando que nos volverían a parar.

Al llegar nos acostamos pero esa noche me costó dormir pensando en el maldito policía.



El día siguiente lo dedicamos a visitar el Royal Palace y el Museo Nacional.

Lo más impactante fue ir al Tuol Sleng Museum (Museo del genocidio). Fue interesante pero aterrador ver a hombres de la guerra civil plasmado en fotografías, las habitaciones de tortura y se te ponía la piel de gallina.

El recinto anteriormente era un colegio y pasó a ser un campo de concentración. Era espeluznante ver las habitaciones con las mujeres, niños y hombres fotografiados antes y después de las torturas y los utensilios que utilizaron para ello. Esto nos bastó para percibir el sufrimiento de un pueblo y las secuelas que actualmente siguen sufriendo.



En la calle podías ver familias enteras destrozadas y supervivientes de un genocidio que iban en sillas de ruedas con sus extremidades mutiladas por los bombardeos. Los mutilados se acercaban a pedirte dinero porque apenas subsisten con lo que tienen.

Algunos ancianos permanecían sentados mirando al horizonte con las miradas perdidas. Otros se encontraban llorando quizás recordando sus familiares perdidos.

Intentamos cambiar de aires y nos fuimos al dia siguiente con un vuelo hacia Siam Reap.