17 de octubre de 1995

FILIPINAS : LOS ATAÚDES COLGANTES DE SAGADA

 

En Sagada recorrimos la zona de las cuevas y los ataúdes colgantes. La primera que visitamos fue la cueva Matangkib, muy cerca del guest house, a unos 30 minutos caminando.




Los pobladores de la zona, los kankaeney practicaban este tipo de enterramientos desde hace más de 2000 años y los colocaban en posición fetal. Además, los ubicaban en lo alto de las cuevas para protegerlos de los animales y porque creían que seria más fácil así llegar al cielo.

En la Sugon Cave encontramos restos de huesos y cráneos y en la Lumiang Cave, una de las grandes, incluso nos pudimos bañar.




También fuimos a la cascadas Bokong, a 30 minutos caminando hacia el norte donde pudimos refrescarnos de nuevo.

Hay infinidad de cuevas en Sagada. Es una zona montañosa donde puedes hhacer tu propio recorrido por tu cuenta o bien contratando a un guía, encuentres cuevas más espectaculares. Actualmente se sigue la tradición de los entierros aunque mucho menos frecuente.

Estas cuevas están situadas en el Echo Valley. Realmente era como si descubriéramos nosotros las cuevas pues íbamos solos.




Por la tarde fuimos a la exposición de fotografía del estudio de Eduardo Masferrer, un hispano-filipino fallecido recientemente y que realizó diferentes estudios y reportajes sobre la vida indígena en Luzón. 



Su padre fue un militar catalán que emigró a finales del siglo XIX hacia Filipinas, se casó con una filipina y tuvieron seis hijos.

Eduardo se trasladó con su familia para realizar estudios junto a sus hermanos en España y al volver a su país en Filipinas se interesó por la fotografía que aprendió de forma autodidacta.

14 de octubre de 1995

FILIPINAS : LA CEREMONIA DEL ARROZ EN SAGADA

 

Desde Bagio recorrimos el camino que llevaba a Sagada, era un paisaje espectacular. Por el camino realizamos varias paradas y fuimos con un autobús local donde estuvimos sentados como un cuatro con el culo tocando el suelo y las piernas subidas como si no hubiera asiento. En la baca llevaban gallinas, la gente era agradable y te dejaba tranquila.

Mis posaderas después de viajar sin poder estirar las piernas durante 7 horas y por caminos de cabra se estaban empezando a quejar.

Nos alojamos en el Saint Joseph’s Resthouse, un lugar de culto donde admitían viajeros. Había sido un convento donde habían dormido monjes años atrás. En las puertas de cada habitación indicaban el nombre.

En Sagada nos encantó presenciar la ceremonia de las cosechas que la tribu Bontoc había realizado estos días. Y es que esta tribu aún preservan sus costumbres y ritos ancestrales.



Un colega italiano, nos comentó que la fiesta se realizaba en el pueblo de al lado. Era nuestro compañero de celda pues dormíamos en la habitación de al lado. Por la mañana nos dábamos una ducha fría estilo “mandy” con cazos de agua y que recogíamos de un barreño.

Por la tarde asistimos a la fiesta del pueblo caminando por un sendero con magníficas vistas de las montañas. Cuando llegamos, nos encontramos a unos niños sentados que estaban preparados para presenciar el espectáculo. A un lado había un perro atado todo rabioso porque no podía escapar, intuía que de un momento a otro iba a ir directamente a las brasas.

Pude hacer fotos dentro del recinto sagrado a pesar de la angustia que me daba ver matar a un perro pues nosotros, los occidentales lo consideramos como animal doméstico. También había un jabalí que tuvo el mismo triste destino.

Para los Bontoc, en este tipo de ceremonias, los perros son el manjar favorito. Todo lo que rodeaba la matanza era muy llamativo: los hombres iban vestidos con sus taparrabos y gorros típicos de color rojo haciendo un maravilloso contraste con el fondo verde de las montañas.



De repente todos salieron desfilando hacia las montañas para discutir sobre los asuntos del pueblo y tomar decisiones punto. Mientras tanto, en el valle donde nos encontrábamos, las mujeres preparaban el vino de arroz con ginebra que nos dieron a probar. Ellas también iban engalanadas con mandiles y cintas y adornos en sus cabezas. Cuando los hombres bajaron de las montañas coma las mujeres se posicionaron en fila con sus ofrendas para los asistentes de la fiesta y luego empezaron a cantar y bailar al son de la música de viejos instrumentos.

Era en honor a la cosecha de arroz para que este año fuera bueno y nos pareció mágico presenciar la fiesta. Bebimos licor de arroz pero otra cosa fue cuando pasaron la bandeja del “perrito caliente” y antes de que llegaran a nosotros con paso apresurado nos marchamos.

6 de octubre de 1995

CAMBOYA : UNA ESCUELA BUDISTA Y UN REENCUENTRO CON AMIGOS EN SIEM RIEP


Una de las experiencias más emocionantes fue cuando visitamos un templo de jóvenes estudiantes budistas. Estaban en su hora de recreo y fumaban.Yo les veía como cualquier joven que deseaba divertirse y jugar a lo prohibido pero de una manera inocente. 


Habían hecho la colada y sus ropas permanecían extendidas al sol, todas de color azafrán ya que nos llamó la atención desde la cima de uno de los templos qué rodeaban a la escuela.



Nos acercamos a ellos y nos recibieron con curiosidad. Francisco fue el que estuvo conversando con sus cuatro palabras que había aprendido en jmer, los jóvenes estudiantes empezaron a alucinar viendo como un extranjero podía leer de un libro su propio idioma.



Algo que muy pocos viajeros se esforzaban en hacer para interactuar con ellos. Ante el entusiasmo de los chicos y el buen rollo que hubo aproveché para hacer unas cuantas fotos y fue un bonito recuerdo para despedirnos de Siem Riep.



Nos habíamos alojado en el Hotel Golden Apsara donde una señora muy amable nos atendió (debería tener unos 50 años) y nos dijo que en este hotel tuvo que alojar a militares de la guerra, que hacía escasos años de eso. No estaba precisamente orgullosa por ello.



Cerca se encontraba la pareja de catalanes que estuvimos con ellos en Bangkok y con los que volamos desde Barcelona. Ellos venían al día siguiente a Siem Riep pero nos pudimos encontrar los 2 días restantes. Nosotros permanecimos 4 días porque era un lugar que creímos valia la pena ver con tiempo.

Además solo pudimos visitar Camboya en una semana pues el visado permitido era de 7 días por lo que dedicamos 3 días en la capital y cuatro en Siem Riep.

Con la pareja quedamos en el Gran Hotel, un lujoso alojamiento que fue en la época colonial el hotel de moda.

Ahora estaba decrépito y al entrar vimos a dos recepcionistas que jugaban una partida de cartas en el suelo. Jugaban agachados por lo que el al vernos entrar enseguida se levantaron y nos indicaron dónde se encontraba el bar pues era lo único que funcionaba.

Nuestros amigos tardaron un poco en venir pues no sabían bien dónde se encontraba ubicado ya que el nombre del hotel se había cambiado con respecto al de la guía Lonely Planet, pero al final contentos por el reencuentro, nos fuimos a cenar con ellos.


4 de octubre de 1995

CAMBOYA : LOS TEMPLOS DE ANGKOR



Hacía 3 días que no escribía en el diario. El motivo era que me he sentido secuestrada por la belleza de los templos de Angkor. Éstos fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1992.




Una de las características del templo de Angkor eran las apsaras. En la mitología hindú, las apsaras son ninfas celestiales danzantes. En Angkor se muestran en relieves muy bien tallados.



Realmente me sentía feliz de encontrarme entre tantos templos divinos. Rodeados de un paisaje frondoso de vegetación, era relajante perderse entre tanta belleza.




Conversamos con gentes humildes y sonrientes a pesar de que en muchas de sus facciones se perciba un amargo pasado.




Los templos son una maravilla majestuosos, de gran belleza con los niños siempre acompañándote para guiarte. Algunos padres incluso me dejaban sus bebés para hacerme una foto con ellos. 





En alguna zona nos acompañaban militares con sus armas, eran nuestros escoltas y no te dejaban ni a sol ni sombra.




No debías salir de la ruta porque aún había campos de minas sin detonar pues la zona estaba plagada de minas, además de haber señalizaciones en alguno de los templos de peligro de derrumbarse en cualquier momento.

Mantuvimos sobretodo contacto con niños. Alguno de ellos me llamaba “Madame”, huella evidente del colonialismo francés.




Otro de los templos que visitamos se encontraba engullido por la selva, era el Ta Prohm. Ahí fuimos un día de lluvia y niebla. Daba la sensación de encontrarnos en medio de un bosque encantado, con una niña que nos acompañaba de la mano con su paraguas. 




Nos llevaba por los mejores caminos ya que se encontraba todo muy resbaladizo y con la hiedra y las piedras era complicado a veces mantener el equilibrio, pero la belleza del templo nos empujaba hacia adelante.

Cada recoveco era como un pequeño cobijo y nos parábamos para alzar la vista y ver los árboles que se engullían el templo que se encontraba entre las ramas de los árboles como una serpiente que engulle a su presa.




Otros templos los estaban restaurando, la mayoría de las obras son financiadas por japoneses y franceses.




Aparte del Angkor Wat, Angkor Tomb y el Ta Prohm, visitamos los templos de Tep Pranam, el Bayón Temple, las terrazas de elefantes y Leper King, el Royal Enclosure y Phi Meanakas, Baksei Chamkrong, Ta Keo, Ta Nei, Banteay Kdel, The Rolous Group, Preah Khan, Preah Neak Pean y Pre Rup.

CAMBOYA : LLEGADA A PHNOM PENH

 

Esa tarde cogimos un vuelo de Bangkok y llegamos a Khnom Penh, la capital de Camboya. Desde el avión se divisaba toda la ciudad y el aparato en el que volábamos no dejaba de dar tumbos, era un avión tipo fokker y no parecía tener demasiada estabilidad.



Nos alojamos en el Renakse Hotel, un edificio histórico de la época colonial, en el centro de la ciudad.  

Nos fuimos a pasear por la avenida que daba al río Mekong. Era un lugar donde la gente solía permanecer sentada sumida en sus pensamientos o simplemente paseaba.

El Mekong es uno de los ríos más largos de Asia, tiene una extensión de 4350 km de largo y recorre seis países: China, Birmania, Laos, Tailandia, Vietnam y Camboya.

Después del paseo, fuimos a un restaurante junto al río y comimos una sopa de pato con con lemongrass, servida en un gran plato. Estaba deliciosa.

Después montamos en un songtaw (vehículo de 3 ruedas, una bicicleta donde vas sentado delante con una especie de caparazón y detrás va al conductor pedaleando), habíamos elegido un hotel de la guía Lonely Planet y que ya no existía pues estaba en ruinas así como toda la ciudad, que permanecía destrozada todavía a causa de la guerra por haber sufrido un genocidio.

El punto fuerte fue por la noche al coger otro songtaw para dar un paseo nocturno por la ciudad. Camino del Palacio Nacional, la policía nos paró para decirnos que debíamos pagar 100 dólares por ir en aquel vehículo porque para un turista estaba prohibido. 

Fue en ese momento cuando pararon una Francisco pues yo iba detrás y me acerqué con mi conductor dirigiéndome a los policías preguntando qué ocurría. Llegué justo a tiempo porque el poli corrupto ya había sacado la porra de forma amenazante para soltar un cachiporrazo.

Al final no ocurrió nada, todo se quedó en  un susto. Era uno de los tantos sobornos que hacía la policía en un país donde aún no existía un gobierno propio pues en ese momento eran las Naciones Unidas quien controlaba el país.

Los conductores del songtaw nos dijeron que tranquilos pero luego teníamos que volver al hotel.

Seguimos nuestro paseo acercándonos a la gran plaza con su Royal Palace bellamente iluminado y con las estrellas de testigos.

Ese momento fue mágico, sin gente en la calle y me hizo pensar lo lejos que me encontraba de casa. Volvimos por calles apenas iluminadas y me entró de nuevo el miedo pensando que nos volverían a parar.

Al llegar nos acostamos pero esa noche me costó dormir pensando en el maldito policía.



El día siguiente lo dedicamos a visitar el Royal Palace y el Museo Nacional.

Lo más impactante fue ir al Tuol Sleng Museum (Museo del genocidio). Fue interesante pero aterrador ver a hombres de la guerra civil plasmado en fotografías, las habitaciones de tortura y se te ponía la piel de gallina.

El recinto anteriormente era un colegio y pasó a ser un campo de concentración. Era espeluznante ver las habitaciones con las mujeres, niños y hombres fotografiados antes y después de las torturas y los utensilios que utilizaron para ello. Esto nos bastó para percibir el sufrimiento de un pueblo y las secuelas que actualmente siguen sufriendo.



En la calle podías ver familias enteras destrozadas y supervivientes de un genocidio que iban en sillas de ruedas con sus extremidades mutiladas por los bombardeos. Los mutilados se acercaban a pedirte dinero porque apenas subsisten con lo que tienen.

Algunos ancianos permanecían sentados mirando al horizonte con las miradas perdidas. Otros se encontraban llorando quizás recordando sus familiares perdidos.

Intentamos cambiar de aires y nos fuimos al dia siguiente con un vuelo hacia Siam Reap.