Sin
ser aficionada a las ferias ni parques de atracciones si tenía ganas de visitar
el Tívoli Gardens. Es un lugar que me transporta en el tiempo, quizás por
tener ese aire decadente del siglo XIX y porque es además uno de los
parques más antiguos del mundo.
Su
carrusel, la montaña rusa de madera, la alfombra voladora, la noria, son tan
obsoletos que tiene su encanto.
Este parque me recuerda un poco al Prater de Viena que por cierto visité hace bastantes años con mi pareja, montamos en la famosa noria de madera, la misma donde se rodó una secuencia de
la genial película El tercer hombre de Carol Reed.
Pero
también hay nuevas atracciones como las atalayas y torres con descensos de más
de 70km por hora...
y otras muchas atracciones para niños, así como puestos de
chuches, algodón de azúcar, tiro al pato…etc.
Hay
carteles que indican que este año celebran el 175 aniversario pues se inauguró
el 15 de agosto de 1843.
Su arquitecto Knud Arne Petersen fue ampliando durante
varios años el recinto pero en realidad fue George Carstensen, un oficial de la
armada, el que convenció al monarca
Christian VIII para comprar los terrenos y poder construir los jardines y el
parque.
Hay
lagos artificiales con barcas que se pueden alquilar de forma individual
Me encanta ver las pagodas chinas y su teatro Peacock con un gran escenario del mismo estilo, los estanques...
También veo un gran palacio oriental que es restaurante y otros bares tipo fast-food (esto ya me gusta menos) pero que aprovecho para cenar un fish and chips sentada al aire libre.
Después
de más de tres horas paseando y disfrutando de esta reliquia, me dirijo hacia
el Downtown Hostel (donde estoy alojada en una habitación compartida) y para
tomarme una bebida caliente en su pub y disfrutar del ambiente mientras escribo
y pongo en orden mis fotos…
Me parece un lugar mágico con esas atracciones tan antiguas. Gracias por devolvernos a la niñez
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