Cuando salimos de Arusha, nos
despedimos de Hamza, el joven que regenta el Themi Valley Hotel y con el que
tuvimos muy buena conexión durante nuestra estancia.
Contratamos un 4x4 con chófer para visitar los Parques Nacionales del Lago Tarangire, Serengeti, Ngorongoro y Lago Manyara. Acompañados de nuestro conductor Mandela, hemos podido presenciar los “Big 5”.
Dejamos atrás el Monte Meru y entramos en una carretera de llanuras con escaso tráfico una vez sales de la gran ciudad. Junto a la carretera vimos a los masais caminando, acampañados de burros cargados de bidones de agua, o pastoreando con las cabras. Algunas mujeres caminaban junto a sus hijos cargando en la cabeza grandes bultos.
Los masais son seminómadas que viven
en poblados en los valles de Kenia y Tanzania. Veíamos a lo lejos las cabañas de
adobe que mezclan con excremento de vaca, ramas y paja. A medida que
avanzábamos, el paisaje se tornaba cada vez más bello.
Llegamos al primer Parque de Tarangire después de hacer una cola de media hora para la entrada. Aprovechamos para estirar las piernas y como había junto a nosotros un autobús escolar que visitaba también el parque, nos hicimos una foto con los colegiales que enseguida accedieron al vernos.
Comenzamos a ver en medio del paisaje de la sabana baobabs, impalas, cebras, jirafas y elefantes, también elands, babuinos fagoceros y ñúes.
Vimos a los elefantes
comiendo junto a las acacias y en el Río
Tarangire, excavaban en la tierra para extraer agua para beber. "A partir
de noviembre es cuando empiezan las lluvias" nos decía Mandela.
Paramos en medio del parque para hacer el lunch en Matete compartiendo asientos con una familia local que llevaban un perolo gigante para toda la familia.
El padre de familia, después de lavarse las manos, iba sirviendo a toda la familia. Había pollo, banana y ensalada y comían con las manos. Y nosotros con nuestro lunch que contenía sandwich, huevo, galletas, fruta y zumo.
Por la tarde vimos a una leona bajo unos matorrales que hacía la siesta, cebras, mangostas, gacelas y más elefantes con sus pequeños bañándose en otra zona del río más caudalosa y a otros purgándose con tierra que lanzaban por encima de sus cabezas.
Finalmente llegamos al Roika Tented Lodge en medio de la naturaleza. Para llegar al restaurante teníamos primero que tocar un pito que iba incorporado en las llaves de la habitación para avisar a los vigilantes masai que nos acompañaron con linternas porque podía aparecer cualquier animal salvaje.
Como era el cumpleaños de Francisco cenamos ensalada de pepino y tomate, sopa de calabaza con jengibre y pimienta negra y tilapia con arroz de coco y verduras con salsa tártara y de postre sandía. Nos sentó de maravilla.
Volvimos a la habitación y sentados en la terraza pudimos ver fagoceros, kudús comiendo y mangostas. El ruido que emitían los animales en la noche era evocador, nos sentíamos agradecidos del día que habíamos vivido.
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