El autobús nos dejó en medio de
la carretera de la Panamericana y desde
allí tomamos un taxi para llegar al hotel Makroz en Lacatunga, muy próximo al
centro histórico de la ciudad.
En la plaza principal se alzaba la hermosa Catedral blanca que se construyó en la época colonial y que en 1768 resultó destruída por un terremoto.
Cerca se encontraba el edificio de la Gobernación de Cotopaxi y entramos en el edificio del Ayuntamiento para ver su patio central en forma de claustro y los dos frescos que nos llevaban a la segunda planta.
Saliendo fuimos a ver una casa histórica de 300 años ubicado en el Parque Vicente León y propiedad de los señores Luis Eduardo Tovar y su esposa Rosita Almeida Naranjo. Allá por el año1692 la dueña vendió la primera y segunda planta que colindaban a un templo jesuita.
Paseamos por una serie de porticones que daban a la gran plaza, el Pasaje Catedral le llamaban, con tenderetes de chuches, helados peculiares, comida y puestos de limpiabotas.
Visitamos la casa-museo de los Marqueses de Miraflores donde había una exposición de la fiesta de la Mamá Negra que se celebra cada 24 de septiembre desde el año 1964. Los negros que la acompañan van con vestimenta vistosa y colorida y ésta recorre a caballo de su hija María Mercedes, compartiendo sopleta junto a los palafreneros y” sus negritos”.
En el museo había una colección de arte sacro y dos patios interiores donde hablamos con la señorita que vigilaba la sala. Estaba orgullosa del legado español y nos decía que una vez tuvo un novio catalán con el que estuvo a punto de irse a vivir a España pero que al final no pudo ser.
Vimos en el mercado un gran mural representando a la "Madre Negra" y su hija Mercedes. En la fiesta van con máscaras y elementos decorativos de gran cromatismo. El personaje en cuestión, una mujer negra robusta, podría representar a los esclavos cautivos en el mundo que fueron liberados por los Mercedarios por iniciativa de San Pedro Nolasco. En ese día de gran festividad, la ciudad de Latacumba se llena de vida con el desfile de los personajes y el colorido de los trajes.
El mercado se encontraba ya cerrando y ya era hora para ir cenar por lo que nos fuimos a un restaurante mexicano que nos transportó a ese lindo país con su decoración y gastronomía.
Al día siguiente fuimos con un taxista que contratamos para ir a la Laguna de Quilotoa. Pasamos a través de bellos paisajes a una altitud de unos 3000 mts. A esta zona le llamabann El Páramo porque conviven un conjunto de pueblos denominados Comunidades de los Kichwa.
Segundo, nuestro chófer nos paró en el Cañón de Tuachi, un desfiladero donde hace unos 800 años el volcán Quilotoa erupcionó y arrastró toda la lava hacia el valle y al no encontrar salida desmontó el suelo creando una fisura enorme.
La comunidad Kichwa te cobra 1usd por la vista, lo cual no me parece mal. Cuando llegamos a la Comunidad de Quilotoa a una altura de 3900 mts s.n.m., pagamos 2 usd para entrar y dejamos el vehículo aparcado.
Nos fuimos hacia el mirador de inmediato para ver el impresionante cráter que se encontraba a 3500 mts de altitud. La laguna era de un azul intenso y el agua que contenía era de lluvia. Tenía unos 250 mts. de fondo pero con el tiempo el agua se fue evaporando aunque debido a la lluvia se ha ido manteniendo.
Emprendimos la bajada casi en picado de los 400 mts. y por camino de cabras. Poco a poco llegamos zigzagueando. Una andina con su traje típico y su alpaca engalanada se encontraba allí, lugar idóneo para poder hacernos una foto y colaborar con la comunidad kichwa.
Una vez abajo nos pareció un lugar bello para quedarse un buen rato aunque no impresionara tanto. Había alguna mesa de picnic y asientos contemplar el paisaje.
Cuando emprendimos la subida empezaba a lloviznar y pedimos unas mulas pues eran fuertes y resistentes para que nos llevaran de vuelta pues según los expertos, la subida era más difícil que la del Chimborazo.
Cuando llegamos arriba, nos fuimos a comer a uno de los restaurantes del poblado donde ofrecían un menú típico de locro que era una sopa hecha con dos tipos de patata, acompañado de maíz tostado, aguacate y queso salado. Delicioso.
Fue una bonita jornada la que pasamos junto a la naturaleza con gentes humildes y hospitalarias, como suele acontecer por estos lares.
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