Bien temprano salimos en autobús hacia las Misiones Jesuíticas que se encuentran a tan sólo una hora de trayecto desde Encarnación. Al llegar, nos deja el autobús a unos 700 metros de las ruinas, un poco más allá de Trinidad. Caminamos viendo un decorado con flores y piedras por una bonita calle que señaliza la entrada.
La forma en cómo se construyó ladrillo a ladrillo en aquella época con tantos metros de altura y los escasos medios es lo que me tiene alucinada. Es un bello contraste donde se mezclan el azul del cielo, el césped, la tierra y la construcción rojiza de los ladrillos.
Las Misiones Jesuíticas de la Santísima Trinidad de Paraná y Jesús de Tavarangue fueron construidas a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Son parte del Patrimonio de la Humanidad desde 1993.
Salimos hacia una parada de taxis que hay junto a la carretera para que nos lleve a las Misiones de Tavarangue, que se encuentran a unos 12km de Trinidad. El taxi es el medio que optamos.
El conjunto urbano de Jesús contiene un templo que quedó inacabado, la Plaza Mayor, el colegio junto a la iglesia, casas de protección para huérfanos y viudas. También contaban con una huerta para los sacerdotes y el cementerio, lugar sagrado para el indígena. Aquí los muros tienen arcos de forma morisca.
Las misiones en concreto se construyeron con piedra itaki (piedra blanda o arenisca) que se fueron encontrando en la carretera vecina y con mortero de cal en el cierre de la bóveda.
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