Nos encontramos alojados en la zona histórica de la ciudad, en el Gulnara Guest House. Desde aquí vamos caminando hacia el Chorsu Bazari, un mercado impresionante con forma de cúpula gigante.
En su interior hay dos plantas: empezamos por la planta baja donde los puestos están a rebosar de forma ordenada de frutas, verduras, especias, carnes, vísceras, embutidos, queso fresco, encurtidos.
También encontramos una sección de venta del delicioso naan, que
significa simplemente pan. Es famoso por ser de forma redonda y brillante, decorado
a mano y elaborado con harina de trigo. Es el acompañamiento de toda comida o
simplemente se puede tomar sólo o con té.
En la planta de arriba exclusivamente se dedican a la venta de frutos secos y especias. Es un mundo de aromas y color que vale la pena ver al menos una vez.
La gente es amable como en todo el país y nos muestran sus productos, invitándonos a probar. Compramos algunos frutos secos y nos dejan hacer fotos sin problema.
En el exterior hay la sección de restaurantes al aire libre. Es el Ovkat Bazari donde cocinan pinchos de pollo, ternera, caballo y la gente después de las compras se para a tomar algo.
Alrededor de la zona del restaurante
hay decoración de tejidos llamados Ikat,
es el típico tejido a mano con patrones teñidos sobre el mismo textil. Se
utiliza sobre todo para cojines, alfombras, tapices, ropa, incluso para papel
pintado.
Saliendo del recinto hay una zona de antigüedades en otra calle contigua al mercado donde se encuentran los artesanos trabajando la madera, como las cunas típicas, el metal, instrumentos musicales…etc.
Cogemos el metro para visitar en el centro la estatua de Amir Timur, el conquistador y líder militar conocido también como Tamerlán. Es considerado un héroe nacional en su país, Uzbekistán, llamado el emperador de las estepas, tras ser proclamado heredero del Imperio mongol, después de Gengis Khan.
Paseamos por un mercadillo de artesanía, flanqueado por jardines. Podemos ver relojes antiguos, boinas, óleos, abalorios varios y souvenirs.
Seguimos hacia el Parlamento y cercana a la Plaza De la Independencia, se encuentra la estatua de la Madre que llora con la llama eterna, en homenaje a una mujer que perdió a sus cinco hijos en la II Guerra Mundial.
A lo largo de dos corredores escritos en paneles dorados se encuentran los nombres de los soldados que perecieron en la guerra.
Llegamos hasta un gran canal donde paramos a comer un plov, el plato típico de Uzbekistán y que sirven desde una enorme bandeja y un delicioso pollo.
Siguiendo el cauce del rio vemos varios puentes que nos llevan hasta el final del paseo llegando hasta la impoluta Mezquita Blanca. Pero sólo está permitida la entrada a los hombres, por lo tanto espero fuera después de acercarme a la entrada para ver el interior.
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