19 de octubre de 2019

UZBEKISTÁN : EL DESASTRE ECOLÓGICO DEL MAR DE ARAL

 

El trayecto que nos llevaba a Nukus se adentraba en la República Autónoma de Karakalpakia, región  dentro del mismo Uzbekistán. Es la zona más pobre del país debido a la destrucción del Mar de Aral. Una vez más el ser humano causó uno de los mayores destrozos ecológicos. El tren hacía algunas paradas y a través de la ventanilla las mujeres nos ofrecían  manzanas: “alma”, “alma” decían. Otros vendedores gritaban ofreciendo pescado seco. Uno de ellos nos preguntó de dónde  éramos. 



Fue allá por los años 60 cuando los rusos decidieron cambiar el curso del río (que acababa en el Mar de Aral) para regar los campos de algodón que se habían empeñado en plantar. El mar interior fue secándose y Nukus  (un pueblo fructífero de pescadores con fábricas de pescado enlatado donde daban trabajo a la mayoría de sus habitantes) fue empobreciéndose hasta dejar a dos terceras partes en el paro, por lo que tuvieron que emigrar.


¿Pero qué hago yo en esta zona de secano con tierra tan áspera, donde sólo sobrevive el algodón y no hay casi nada turístico que ver? Creo que el viajero ha de poner la mirada atenta en el país que visita. No sólo basta con maravillarse de los monumentos o paisajes que uno puede apreciar, sino que ha de ir más allá y observar e  interesarse por lo ocurrido a sus gentes y a la naturaleza.



El documental que hace años realizó Isabel  Coixet sobre El Mar de Aral me hizo reflexionar y siempre tuve la certeza  que tarde o temprano vendría para interesarme sobre lo ocurrido en esta zona remota del planeta.



Llegamos a Nukus ya oscureciendo y nos alojamos en el Hotel Jipek Jolie Inn que traducido significa “Ruta de la Seda”, aunque ahora podría llamarse “Ruta de los Campos de Algodón”. Cenamos “borch” una sopa de remolacha y de plato principal compartido “damlamá”  un estofado de verduras con ternera.  


Al día siguiente, salimos con un taxista para dirigirnos hacia Muynak, a 200 km de la capital pero de carretera asfaltada. Vimos burros pasar  cargados hasta los topes, carretas que iban de un lado a otro y gente trabajando en la recolecta del algodón. Todo transcurría dentro de un paisaje otoñal de hojas amarillas y con bastante vegetación debido a la cercanía del Amu Daria, que cada vez es más escaso de agua debido a los canales de irrigación.



Llegando a Muynak, vimos lagunas artificiales de agua donde se ha intentado que la gente vuelva a pescar introduciendo especies a pesar de las escasas posibilidades.



Visitamos el Museo Histórico del Mar de Aral donde había videos, mapas y murales donde explican tal desastre ecológico. 




A día de hoy, lo que queda del Mar de Aral se encuentra a 150km del puerto de Muynak.



Sólo pudimos ver al salir del museo  un cementerio de barcos anclados en el vasto desierto porque si uno desea desplazarse 150 km más para ver  el pequeño charco que quedó del Mar de Aral, hay que hacer noche en tiendas de campaña.



1 comentario:

  1. Es realmente muy apropiado conocer este tipo de lugares olvidados, a los que cuesta un poco más encontrar su encanto ( por las distancia y por escasa información), que indudablemente lo tienen.

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