El paisaje
desértico nos acompañaba en la ruta de camino hacia Old Dongola. Veíamos
algunas acacias y arbustos que decoraban el
paisaje.
De tanto en tanto pasábamos por algún chiringuito de carretera donde los camioneros paraban a comer. Los camellos campaban a sus anchas y también habían rebaños de cabras. A medida que avanzábamos por la carretera en línea recta, el plano desierto iba convirtiéndose en suaves dunas con algún que otro arbusto.
Rhazid tuvo que desinflar un poco las ruedas del 4x4 pues estaban demasiado hinchadas, menos mal que iba preparado y trajo una rueda de recambio por si los pinchazos porque apenas se encontraban talleres por el camino ni hacia donde nos dirigíamos. Paramos en varios peajes donde nuestro conductor iba entregando papeles de permisos y dinero. En algún que otro tramo de la carretera, las dunas ocupaban parte de ella.
Paramos a comer en un chiringuito donde degustamos alubias negras, falafel, pollo en salsa y ensalada con agua y té. Y es que el Nilo ofrece una rica variedad de frutas y verduras y hace que la gastronomía en Sudán sea muy variada. La gente nos observaba con curiosidad.
La ciudad antigua de Old Dongola es la capital del reinado de Makuria, de religión cristiana y en sus ruinas pudimos apreciar un asentamiento del siglo XIV con unos pilares de granito de la antigua catedral y el castillo ubicado en un promontorio con vistas al Nilo.
Desde el Castillo pudimos ver a lo lejos el Cementerio del Hombre Sufí después de que el Islam se convirtiera en la religión de Nubia. Nos aproximamos con el 4x4 para poder disfrutarlo de cerca.
Los Qubbas son grandes cúpulas funerarias de origen islámico que datan del siglo XVII, hay más de 10 esparcidas en medio del desierto.
Alrededor de cada una de ellas hay tumbas con piedras redondas
que sobresalen del suelo. En el interior de las qubbas habían unos cuantos murciélagos.
Antes de llegar a Karima, rodeamos la carretera por
obras y el 4x4 se hundió, por lo que tuvimos que ser rescatados por otros que hacían la misma ruta pues con nuestra ayuda no era suficiente.
Mientras sacaban el coche de la arena pudimos ver la puesta de sol.
Llegamos casi de noche, nos alojamos en una casa de campo básica,
había varias habitaciones y pudimos elegir a nuestro gusto. Luego salimos a
cenar algo en la estación de autobuses de Karima pues no había otra cosa encontrándonos
en pleno desierto.
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