Nos alojamos en el Malik Dijlah Hotel junto a la Corniche y nos despedimos de Alí deseándole lo mejor para él y su familia.
Dejamos las mochilas en la habitación y nos fuimos a recorrer el centro de Baghdad cogiendo un tuk-tuk que nos llevó hasta el bazar.
Había
bastante tráfico, pero el conductor hizo filigranas y el trayecto se convirtió
en una aventura.
Paseamos primero por las calles del centro que se encontraban restauradas.
Una de las calles principales, había puestos de libros nuevos y de segunda mano, así como
material de oficina y se encontraba muy animada.
La calle Al-Mutanabbi nos llamó la atención que en cada esquina hubiera vigilancia policial. Desde que estuvimos en Israel en el 2017 no habíamos visto tanto despliegue militar. Algunos incluso nos saludaban.
El nombre fue puesto en honor a Al-Mutanabbi (915-965)
poeta del califato abasí y que fue considerado el mayor poeta árabe de todos
los tiempos.
Al final de esta calle peatonal
con sus edificios restaurados, encontramos su escultura asomada al balcón del rio
Tigris. Había un músico tocando y una niña del público allí presente se animó a
bailar y la gente acompañaba con las palmas.
Volviendo preguntamos a unos militares dónde se encontraba el Café-Teteria Shabandar. Se encontraba al final de la calle volviendo, haciendo esquina junto a bazar.
El Shabandar es un
edificio emblemático, con más de cien años de historia y que se encuentra ubicado
en una casa otomana. Tomamos asiento y pedimos dos chais y una shisha.
El dueño, heredero de la familia
Al Khasali, que actualmente regenta el local se encontraba sentado en la
entrada y le saludamos indicando que conocíamos la historia de la tetería. Nos
enseñó entonces la fotografía de su padre que regentó la tetería desde 1963 y las
de su familia.
Es una triste historia sobre lo acontecido en este bello lugar. Debido a un atentado en el 2007, el edificio fue restaurado, pero perdieron la vida más de 100 personas, entre ellos cinco miembros de la familia. El único hijo que quedó vivo heredó el histórico café. Ha sido siempre un lugar de encuentro de intelectuales y en sus paredes hay colgadas infinidad de fotografías de poetas, filósofos, actores y cantantes.
Salimos para ir al bazar donde hay una amplia selección de peletería. Aquí también nos encontramos con los artesanos del cobre.
Aunque el bazar lo vemos bastante destartalado y con mucha
basura. Saliendo por el otro lado del bazar encontramos dos mezquitas.
Al día siguiente pedimos un Karim para que nos llevara al Museo Nacional que se encontraba a unos 4 km de la Corniche.
Entramos pasando una puerta de control y dejamos los bolsos en una
taquilla.
El museo fue inaugurado en 1923 y tiene una superficie de 4700 m2. En el interior se exhiben objetos de hasta hace 9000 años.
Parece ser que los norteamericanos robaron muchas de las piezas
del museo cuando la invasión pero poco a poco se las van devolviendo.
Lo que más nos llamó la atención
fueron las esculturas de Hatra, una caja gigante del Santuario del Imán Musa
Bin Ja’far, construida en teca, así como los leones alados asirios y muchas
figuritas en miniatura excelentemente talladas.
Desde aquí nos fuimos con un taxi
hacia la Mustansiriya Madrasa, nos pedían 25000 dinares por persona, pero al
final sólo pagamos una entrada por los dos, cosa que agradecimos.
Este edificio es del periodo del Califato Abasí. Era la Universidad de los estudios de Teología, Astronomía y también daban clases de literatura, medicina y matemáticas. Contenía una biblioteca de 80.000 libros. Fue inaugurada en 1233 A.C. y cubre una extensión de 4836m2.
El patio contiene
varios iwans (pasadizos), una mezquita, corredores, clases, librería y
habitaciones residenciales para estudiantes.
Antes de volver al hotel quisimos ir a ver el Monumento Al-Shahid o Monumento a los Mártires que se construyó dedicado a los soldados iraquíes que fallecieron en la guerra de Irán-Irak. Como se encontraba cerrado sólo pudimos hacer una fotografía desde el exterior.
Desde aquí nos fuimos hacia el hotel y cenamos frente al Palestina Hotel, el emblemático hotel que formó parte de dar la información y las crónicas de la guerra del Golfo y que malogradamente un reportero español, José Couso que fue asesinado por los americanos mientras se encontraba asomado en la ventana de su habitación.
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