21 de mayo de 2002

SIRIA : CRACK DES CHEVALIERS Y UN CABALLERO INGLÉS

 

Esta mañana nos levantamos a las 8 para salir hacia el Crack des Chevaliers. Fuimos en un taxi Mercedes Benz del 67 de color amarillo, el interior era muy cómodo, con grandes asientos.



Íbamos Francisco y yo detrás y delante junto al chófer nuestro compañero de viaje Zak. A su a su lado, Omar el conductor. Mientras Omar iba conduciendo nos hacía de guía indicándonos los lugares por donde íbamos pasando. Era un tipo campechano, simpático y con grandes bigotes.



Antes de llegar al Crack des Chevaliers, nos paramos en el pueblo de Mussyaf dónde se ubicaban los restos de un castillo, de la época de los mamelucos de los siglos XVI y XVII. 



Después paramos en la Basílica de San Jorge. Esta peculiar iglesia se divide en tres diferentes épocas, del siglo V, XVI y la época actual de estilo griego- ortodoxo.



En el altar principal se encontraban unos retablos antiquísimos de gran belleza. 



Desde este lugar pudimos apreciar la magnitud de Crack des Chevaliers por su buen estado de conservación, considerando su construcción  del sfiglo XI. 



Las fortalezas se construían para salvaguardarse de ataques de los musulmanes. Toda la zona del este y la provincia de Hama estaban repletas de fortalezas pero la que permanece más intacta es la de Crack des Chevaliers.



Lo mejor de hoy ha sido pasar el día de excursión con nuestro colega Zak, un inglés políglota pues sabe turco, francés y español además del inglés. Así que hemos disfrutado de poder conversar en español cuando normalmente sucede lo contrario.



Ahora se encontraba de viaje por Siria Turquía y el Líbano por unos 3 meses. Estuvo un año viviendo en Turquía enseñando inglés y ha viajado por medio mundo. De España conocía Madrid. De hecho estuvo viviendo allí seis meses y se pasó un año entero viajando por Sudamérica. 



En Barcelona estuvo hace un año y medio. Nos hemos dado los emails por si algún día viene por Barcelona. También nos ofreció su casa donde vive con su madre, según él una mujer muy simpática, así que nunca se sabe. Tiene 29 años y me ha sorprendido su interés por hablar en castellano, además tiene mucho sentido del humor, el típico de los ingleses.



A la vuelta de Hama nos fuimos a cenar al barrio antiguo y vimos las calles iluminadas alrededor del Palacio Assan. Visitamos dos casas de pintores, nos enseñaron sus láminas y me enamoré de una de ellas pero ya estaba vendida.

Volvimos al hotel y nos encontramos de nuevo a Zak con el que estuvimos conversando. Al vernos se vino de donde estaba a la sala anexa a la recepción para estar más tranquilos. Estuvimos intercambiando opiniones sobre los viajes que habíamos hecho. Zak era un buen conversador que llevaba viajando mucho tiempo, coma de vez en cuando se quedaba en algún país a vivir y daba clases de inglés. Siendo tan joven, conocía muchos países y era un muchacho atípico para su edad. Al preguntarle qué música le gustaba, me dijo que el jazz y el grupo Madness, le dije con ironía que se había quedado un poco obsoleto con la música de Madness. que ese grupo me gustaba a mí hacía veinte años. Me dijo que tenía razón pues sus amigos le dicían lo mismo. Reconoció que no sabía apenas de la música actual occidental.

La mayoría de sus amigos eran de fuera de su pais. Es una persona tranquila y me daba la sensación de estar un poco ausente de la vida cotidiana, ya que nunca paraba de viajar. ¡Qué envidia me daba! Era un auténtico gentleman que no iba acorde con su juventud. Incluso me abrió ayer un par de veces la puerta del taxi. Exactamente no sabemos bien de qué vive, se sacó el certificado en Reino Unido para dar las clases de inglés y según dedujo en las conversaciones, ha debido cobrar una herencia o bien sus padres deben estar forrados.

Nos facilitó información sobre Turquía pues conocía lugares que no eran nada turísticos y nos dijo que si alguna vez vamos por allí que le avisemos pues él tiene muchos amigos. Nos comentó que cuando fue a Sudamérica iba al cuidado de que no le robaran, sobre todo en Colombia dónde estuvo 3 meses pasando por lugares conflictivos en las montañas o cruzando la selva boliviana. 

También vivió 3 meses en Brasil en Río de Janeiro. Estuvo disfrutando de la despedida del Milenio con fuegos artificiales en la playa de donde guardaba un fantástico recuerdo, además de poder presenciar los carnavales aunque estos ya no se hacían en la calle pues se desfilaba en el Sambódromo, un estadio de 1 km de largo donde pasaban las comparsas y por la que había que pagar para verlo.

También le encantó la gente chilena. Otra temporada la pasó en Antigua de Guatemala aprendiendo el español y a los dos días de llegar a Madrid le robaron pues lo pillaron borracho y le robaron el reloj que era de oro y que perteneció a su abuelo.

Después visitó Barcelona y en escasa media hora vio 3 atracos de bolsos a señoras en el casco antiguo. Le indicamos que cierto es que últimamente han incrementado los robos debido a la masiva de inmigrantes sin papeles y del turismo. Le pareció increíble que pasara esto pues creía que al venir a España se podía relajar y no fue así precisamente.

Se hicieron más de las 12 de la noche hablando y nos despedimos pues al día siguiente él marchaba de viaje y nosotros volveríamos hacia Damasco, nuestro destino final.


20 de mayo de 2002

SIRIA : LAS NORIAS DE HAMA Y ALREDEDORES

 

Esta mañana llegamos a Hama. Nos alojamos en El Cairo Hotel de habitaciones impolutas, incluía un buen desayuno y de precio módico. Por todo lo que ofrecía bien tenía merecida tiene la fama de ser el mejor hotel de toda Siria por su relación calidad precio.



Lo mejor era poder hacer contactos con otros viajeros y hacer excursiones juntos para que nos saliera más económico.



Hama es una ciudad muy verde por la que se puede pasear viendo las norias gigantes de agua. En el centro mismo de la ciudad las norias no dejaban de rodar y el ruido ensordecedor te acompañaba, las ruedas se movían lentamente y se escuchaba también el movimiento del agua.



Visitamos el centro histórico medieval. Al pasar por una de las calles curiosamente andaban rodando una película o serie para televisión. 



Nos fijamos en el decorado luminoso con colores azules y plateados en la fachada del Museo de Hama. En una entrada de la ciudad rebozaron con cartón piedra adoquines dibujados. En otra zona había un papel pintado.



En uno de los descansos del rodaje preguntamos para hacer alguna foto a uno de los protagonistas que iba a caballo y posó para nosotros. 



Nos acercamos a uno de ellos donde se encontraba la noria más grande de la ciudad, un buen lugar para presenciar este espectáculo pues las norias casi entraban por la ventana. 



Aprovechamos para tomar algo de picar y Francisco pidió un narguilé y té para no perder la costumbre.



Por la tarde hicimos una excursión organizada por el hotel con 4x4 con chófer para visitar el Castillo de Q’lat ab Weardan y las casas cónicas de Adobe de Sarouj. Las ruinas del castillo se mantenían bastante bien conservadas. 



Fue mandado construir por el emperador Justiniano en la época bizantina, antes de las cruzadas. 




No había nadie, nos subimos a la parte más alta desde donde se contemplaba una vista de los campos y una gran cruz bizantina esculpida en el suelo de uno de los patios.




A lo lejos se acercaban dos hermanos que nos estaban vigilando desde hacía rato, intercambiamos palabras y la nena que tendría unos 12 años, con su chador de color verde le acentuaba su piel morena. 



Quizás sea la mejor foto del viaje pues el sol iluminaba su carita perfecta. Llegamos al pueblo con las casas cónicas hechas de adobe. 



Al vernos llegar, los niños de Sarouj se acercaron a saludarnos. Iban vestidos con colores ostentosos y no dejaban de pedirnos bolígrafos y fotos. aproveché para llevarlos donde se encontraban las casas y hacerles allí fotos.



Las casas de adobe tenían forma cónica, de estilo africano más bien. En la actualidad sirven de almacenaje y cobijan a los rebaños pero también viven algunas familias en ellas. 




Nos invitaron a entrar en una de ellas y una buena mujer nos recibió haciéndonos sentar para tomar el té con ella.



A pesar de ser más joven que yo tenía 7 hijos, nos decía que los niños iban a la escuela a un pueblo cercano en autobús. Nos decía que a veces habían tenido problemas con la sequía a pesar de ser zona verde.

La casa era una sala conjunta donde al fondo se veía la cocina, en el centro el comedor y hacia el otro lado unos camastros donde dormían los niños.

Nos ofreció de nuevo té, alargamos un poco más la charla y después agradeciéndole la invitación y deseándole salud para ella y su familia y nos fuimos .


19 de mayo de 2002

SIRIA : LA BASÍLICA DE SAN SIMÓN ESTILITA

 

Nos dijeron en la oficina de Información y Turismo que la excursión a la Basílica de San Simón se podía hacer perfectamente desde Alepo por nuestra cuenta, así que hoy fuimos directo hacia la estación para coger el primer microbús que salía.



El trayecto duró aproximadamente una hora. Una vez en el pueblo de Dat Azzet, negociamos con un vehículo para recorrer los 7 km que faltaban para llegar a nuestro destino. Desde el año 2011, las ruinas de la basílica fueron inscritas en la lista de Patrimonios de la Humanidad. 



Vimos a un pequeño grupo de turistas que viajaba de forma organizada en un tour, eran franceses. También nos topamos con un señor inglés que nos paró para que le hiciéramos una foto. Se llamaba Anthony, era de Luton, a unos 50 km de Londres.



La vista que rodeaba la basílica era preciosa, me recordó a los campos de olivares de Andalucía, incluso el paisaje era más verde. 



El lugar donde se encontraba era único y el interior tenía forma octagonal en su parte central, donde se ubicaba la famosa columna del estilita San Simeón, un eremita que permaneció casi 30 años subido a la columna.



Allí pasaba su vida, la gente del pueblo venía a venerarlo ya que según cuentan, tenía poderes curativos y lo trataban como a un Santo.



Alrededor de la columna había varios arcos con dibujos de la cruz bizantina y hojas de parra. 



Nos quedamos unas dos horas en este lugar pues me parecía fascinante y lleno de misticismo a pesar del paso de los años.



Saliendo del recinto nos encaminamos para hacer los 7 km a pie pues el paisaje era tan lindo que apetecía saborearlo a cada paso. 




Eran verdes praderas y la gente, al vernos pasar nos saludaba y se ofrecía para llevarte. A medio camino, llegando al pueblo de Halab, un señor nos saludó desde lejos y nos invitó a tomar un té.



También se encontraba el inglés, Anthony. Nuestro anfitrión nos trajo una bandeja con tazas de té recién hecho por su segunda mujer, una belleza de carácter sumiso y dispuesta en todo momento. 



Al comentarle que me gustaría hacer una foto de recuerdo, Baraket, se levantó y dirigió a su mujer una mirada por lo que ella desapareció y nuestro anfitrión se fue a poner sus mejores galas.



A la espera de que salieran los dos engalanados, apareció el sólo diciendo que su mujer se quedaba en la cocina haciendo “chai” sin más. No me gustó ese detalle. Posó el sólo para la cámara y luego quiso hacerse la foto conmigo. Llevaba su chilaba oscura y un turbante blanco que contrastaba con su tez morena.



Al despedimos y darle las gracias por el té, nos dió su dirección para que le mandáramos la foto de recuerdo y proseguimos el camino diciéndole adiós con la mano.



El sol volvió a ocultarse y lo agradable era poder pasear por este cálido paisaje, muy parecido al Mediterráneo. Seguimos nuestro camino y los conductores insistían en llevarnos al pueblo para conectar con el bus hacia Alepo. No les cabía en la cabeza que queríamos ir andando, incluso hasta un conductor de un tractor se ofreció a llevarnos.



Vimos a las mujeres trabajando en el campo que nos decían adiós con una leve sonrisa, también los niños que salían de la escuela y hasta el pastor con sus ovejas.

A 1 km antes de llegar al pueblo nuestro compañero de viaje Anthony, se bajó de un vehículo y en poco tiempo nos alcanzó. Era un hombre de unos 58 años, cabeza rapada y un tatuaje en el brazo. Trabajaba en la construcción y viajaba un par de veces al año, además, alguna vez viajaba con su hijo.

Nos explicó que en Navidad se volverá a ir a Laos o Camboya y Tailandia otras 3 semanas. Nos preguntaba si habíamos hecho viajes a Sudamérica y que le daba un poco de reparo porque según había oído era un poco peligroso. 

Le sugerimos que para empezar fuera a Guatemala, un país interesante con variedad en paisajes como volcanes, bosques tropicales, lagos, ruinas de la cultura maya y sus habitantes de vestimentas coloridas. Parece ser que le convencimos y se planteó ir al año siguiente. El año anterior estuvo en Nepal y nos lo recomendó, habrá que estudiarlo…


18 de mayo de 2002

SIRIA, EL RITUAL DEL HAMMAM EN ALEPO

 

Un guía turístico nos paró para hablar con él en el bazar. Su nombre aparecía en la guía Lonely Planet Le preguntamos para ir al hammam ya que era un poco complicado para reservar los dos en la en la misma hora. Nos comentó que si lo reservábamos de un día para otro no habría problema. Así que nos fuimos directamente al hammam más lujoso de la ciudad que se encontraba junto a la Ciudadela.

En el hammam nos dieron hora para el día siguiente pues para las mujeres no habían todos los días. Y es que mi mejor experiencia en esta ciudad ha sido sin duda el hammam, era la primera vez que lo visitaba.

Se entraba por una sala principal donde una se cambia en unas cabinas tapadas con cortinas y donde había un armario antiguo para guardar la ropa y enseres personales y llave para cerrarlo.

La sala central era mixta y podías guardar cosas de objetos de valor bajo llave. Te daban un número que lo tenías que llevar contigo.

Francisco salió preparado con la toalla de algodón a rayas enrollada en su cuerpo, se había esperado un momento y le hicieron bajar al recinto central donde le tenían preparado el calzado para entrar en los baños. Eran unos zuecos de madera terminados en punta con tacón, todo muy oriental. Al verlo salir con sus zuecos me recordaba a las geishas que solían andar a pasos cortos.



Me quedé esperando en la gran sala y entré junto con dos mujeres que hhabían reservado a la misma hora. Eran dos francesas muy exóticas, una de ellas de piel morena con cabello estilo afro y la segunda bastante alta con cabellos blancos rizados, ojos azules y piel clara. Nos saludamos y entretanto, nuestra masajista se encontraba preparando los 3 pares de zuecos, los 3 jabones y las 3 manoplas de esparto con la que nos iba a enjabonar y lavar.

Yo ya tenía mi toalla colocada con ganas de entrar y pasados unos pocos minutos nos llevaron al interior.

Al pasar hacia los baños me encontré con un masajista frotando violentamente la espalda a un hombre tirado en el suelo que al girar su cabeza no era ni más ni menos que mi pareja. Al escuchar el sonido de unos zuecos que se aproximaban de forma escandalosa, vio que era yo quien los llevaba y mis otras compañeras y yo sonreímos al pasar.

Una vez situadas en nuestra sala para mujeres, nos dijeron que nos metiéramos en los baños de vapor un buen rato, nos sentamos en las piedras calientes a sudar y nos fuimos echando agua con unos cuencos de aluminio alternando con agua caliente y fría.

En medio de la niebla nos estiramos y nos relajamos. Al cabo de un rato la masajista nos llamó una a una para empezar con el ritual. Cuando me tocó el turno me senté frente a ella y empezó a enjabonarme: primero el pelo moviéndome la cabeza de un lado a otro como si fuera un muñeco de goma.

Me enjuagaba con agua caliente. De nuevo otra enjabonada y me lavaba esta vez el cuerpo: primero los brazos y las manos. Utilizaba una especie de estropajo de sisal para sacarme las pieles muertas y con el jabón continuaba el masaje, esta vez con un estropajo más suave y me hizo poner boca abajo.

Estaba completamente en sus manos y me dejé hacer. Era una deliciosa sensación, mi cuerpo se relajaba y a medida que iba avanzando no quería que acabara. Me hizo poner esta vez boca arriba y empezó por los pies haciéndo crujir los huesos, las piernas, las nalgas, el bajo vientre (sentía cosquillas y me hizo reir), el estómago, los senos, el cuello y volvió a enjuagarme una y otra vez con agua caliente.

Acabó el masaje poniéndome sentada frente a ella haciendo crujir los huesos de las manos y los brazos. Tocó puntos de acupuntura, unas veces más fuertes que otras y mi cuerpo recobró vida.

Se despidió dándome tres besos en las mejillas y volví hacia mis compañeras indicándoles que ya podían salir.

Me quedé en la sala recostada y concentrándome en los rayos de luz que asomaban por los pequeños orificios de la claraboya. Era una sensación única y me sentía como una reina.

Más tarde volvieron mis compañeras. Se llamaban Jamelle y Sabine. Empezamos a jugar con los cuencos tirándonos agua unas a otras como niñas. Parecía un festín de purificación.



Antes de salir nos cambiaron de nuevo las toallas por otras más mullidas de rizo. Una me la enrollé en el cabello y la otra para el cuerpo. Se despidió nuestra masajista de nuevo con 3 besos a cada una y salimos de nuevo a la sala central. Me sentía flotar y ausente de lo que me rodeaba y a lo lejos ví a Francisco que me esperaba sentado.

Nos tomamos un té a la naranja y nos relajamos en el salón mixto entre cojines. Parecía una odalisca con mofletes de Heidi. Dos horas de auténtico placer. Una señora del hammam me puso unas gotas de perfume de flores exóticas.

Nos cambiamos, me peiné y sequé los cabellos. El hammam es una experiencia que todo viajero debería experimentar o probar al menos una vez en la vida. Nos despedimos dando las gracias y nos fuimos.


17 de mayo de 2002

SIRIA: LLEGADA A ALEPO Y EL BARÓN HOTEL

 

El viaje en autobús desde Deir-er-Zur duró casi siete horas y se hizo un poco pesado por la calor que pasamos. Aunque recorrimos la cuenca del Eúfrates y el paisaje era evocador, casi todos llevaban las cortinas corridas para que no les diera el sol. Cada dos o tres horas el conductor paraba para que los pasajeros rezaran sacando las alfombrillas afuera. La entrada a la ciudad de Alepo fue también caótica pues había mucho tráfico.



Optamos por preguntar el precio de una habitación en el Barón Hotel. Era un emblemático edificio con cierto “charme”. Aquí se habían alojado Agatha Cristhie, Lawrence de Arabia, Attaturk y muchos otros personajes famosos.



Según la guía Lonely Planet valía la pena pero el estado deplorable en el que se encontraban las camas de las habitaciones, nos echó para atrás. Parecían barcas y el sistema eléctrico dejaba que desear. 



El botones al intentar encender las luces saltaron los plomos y salían chispas. El joven asustado salió con la mano negra así que nos fuimos despavoridos de allí. Aún y así, el restaurante y el bar no perdían el encanto de la gloriosa época.



Una vez alojados en Alepo en un hotel más salubre, nos fuimos a visitar la parte de la ciudad antigua. Hacía un día estupendo y lo aprovechamos para visitar la Ciudadela, Patrimonio de la Humanidad y que se encotraba justo al lado de un bonito hamman. 



La muralla que rodeaba a la Ciudadela era impresionante pero el interior también se encontraba en obras aunque pudimos ver muchos detalles de gran belleza, aún y así presentaba un aspecto desolador.  



Nos dirigimos hacia la parte más alta donde se encontraba el mirador con vistas a la ciudad y pedimos en el bar dos tés. Llevamos el ritmo lento en el cuerpo, no teníamos prisa y nos quedamos un buen rato contemplando las vistas en silencio.



Uno de los edificios que más me impresionaron de la ciudad fue el Maristán Argún, un antiguo hospital psiquiátrico, de la época medieval. Incluso pudimos acceder a las celdas donde se encontraban los enfermos.



Los que consideraban más peligrosos quedaban encerrados en pequeños habitáculos de 1 a 2 m2. Había una fuente en el patio central para refrescarlos cuando se ponían pesados. Un guardia nos guió por las salas abriéndonos las puertas.



La mayoría de las calles principales se encontraban en obras, así como sus monumentos. Si le sumabas la polución por la cantidad de coches que transitaban, se conviertía en una ciudad bastante incómoda y ruidosa.



Incluso hasta en el interior del zoco medieval que era imponente con techos de madera, había tráfico, lo que impedía pasear con tranquilidad.



Por la noche nos dirigimos a la parte antigua de la ciudad a un buen restaurante , el Kan Zaman, un local que se ubica en una bella casa de estilo otomano y donde pudimos degustar especialidades sirias, orientales y armenia. Lo encontramos junto al Museo de Tradiciones Populares.