Esta mañana llegamos a Hama. Nos alojamos en El Cairo Hotel de habitaciones impolutas, incluía un buen desayuno y de precio módico. Por todo lo que ofrecía bien tenía merecida tiene la fama de ser el mejor hotel de toda Siria por su relación calidad precio.
Lo mejor era poder hacer contactos con otros viajeros y hacer excursiones juntos para que nos saliera más económico.
Hama es una ciudad muy verde por la que se puede pasear viendo las norias gigantes de agua. En el centro mismo de la ciudad las norias no dejaban de rodar y el ruido ensordecedor te acompañaba, las ruedas se movían lentamente y se escuchaba también el movimiento del agua.
Visitamos el centro histórico medieval. Al pasar por una de las calles curiosamente andaban rodando una película o serie para televisión.
Nos fijamos en el decorado luminoso con colores azules y plateados en la fachada del Museo de Hama. En una entrada de la ciudad rebozaron con cartón piedra adoquines dibujados. En otra zona había un papel pintado.
En uno de los descansos del rodaje preguntamos para hacer alguna foto a uno de los protagonistas que iba a caballo y posó para nosotros.
Nos acercamos a uno de ellos donde se encontraba la noria más grande de la ciudad, un buen lugar para presenciar este espectáculo pues las norias casi entraban por la ventana.
Aprovechamos para tomar algo de picar y Francisco pidió un narguilé y té para no perder la costumbre.
Por la tarde hicimos una excursión organizada por el hotel con 4x4 con chófer para visitar el Castillo de Q’lat ab Weardan y las casas cónicas de Adobe de Sarouj. Las ruinas del castillo se mantenían bastante bien conservadas.
Fue mandado construir por el emperador Justiniano en la época bizantina, antes de las cruzadas.
No había nadie, nos subimos a la parte más alta desde donde se contemplaba una vista de los campos y una gran cruz bizantina esculpida en el suelo de uno de los patios.
A lo lejos se acercaban dos hermanos que nos estaban vigilando desde hacía rato, intercambiamos palabras y la nena que tendría unos 12 años, con su chador de color verde le acentuaba su piel morena.
Quizás sea la mejor foto del viaje pues el sol iluminaba su carita perfecta. Llegamos al pueblo con las casas cónicas hechas de adobe.
Al vernos llegar, los niños de Sarouj se acercaron a saludarnos. Iban vestidos con colores ostentosos y no dejaban de pedirnos bolígrafos y fotos. aproveché para llevarlos donde se encontraban las casas y hacerles allí fotos.
Las casas de adobe tenían forma cónica, de estilo africano más bien. En la actualidad sirven de almacenaje y cobijan a los rebaños pero también viven algunas familias en ellas.
Nos invitaron a entrar en una de ellas y una buena mujer nos recibió haciéndonos sentar para tomar el té con ella.
A pesar de ser más joven que yo tenía 7 hijos, nos decía que los niños iban a la escuela a un pueblo cercano en autobús. Nos decía que a veces habían tenido problemas con la sequía a pesar de ser zona verde.
La casa era una sala conjunta donde al fondo se veía la cocina, en el centro el comedor y hacia el otro lado unos camastros donde dormían los niños.
Nos ofreció de nuevo té, alargamos un poco más la charla y después agradeciéndole la invitación y deseándole salud para ella y su familia y nos fuimos .
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